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En la enrevesada historia de las monjas cismáticas de Belorado, tan repleta de vueltas y revueltas como el mejor 'thriller', hubo un giro particularmente chocante: ... cuando atendieron a 'The New York Times', en diciembre del año pasado, las religiosas hicieron una revelación que habían mantenido oculta durante siete meses de revuelo mediático.
Aquel fue el momento en el que Satán irrumpió en lo que, hasta entonces, había sido un conflicto a caballo entre lo inmobiliario y lo doctrinal, un desencuentro doble que había llevado a la comunidad a romper con la Iglesia Católica, según recoge El Correo.
En sus entrevistas con el periódico estadounidense, hicieron público que su intento de vender otro de sus monasterios, el de Derio, se debía a los hechos paranormales que se producían en él: se oían ruidos de arrastre, llantos de niños, lúgubres risas, pasos misteriosos, y las luces se encendían y apagaban solas y los objetos se movían sobre las mesas. Había «algo extraño en el lugar», dijeron, y eso las empujó a buscar un comprador para esa propiedad, una venta que –según la versión de las exclarisas– el obispado bloqueó.
Después de eso, las monjas ya no habían vuelto a referirse al asedio del Maligno... hasta ahora. El responsable de prensa de la comunidad ha difundido hoy el primero de una serie de tres vídeos sobre este asunto, en los que la abadesa –o exabadesa, si contemplamos el enfrentamiento desde la perspectiva de la Iglesia– desarrolla la cuestión sin muchos rodeos: «Se abrió el infierno», dice de una de las supuestas experiencias paranormales. Para entender mejor la situación, conviene hacer un poco de historia: en 2009, la orden clarisa animó a la comunidad de Belorado a visitar a las hermanas establecidas en Derio desde 1970, que eran pocas y muy mayores. En 2011, aquel pequeño grupo que aguantaba en Derio pidió a sus compañeras que se afincasen allí de manera definitiva y la comunidad de Belorado pasó así a desdoblarse en dos sedes.
«Desde el principio notamos una cosa que nos llamó la atención: que las hermanas estaban muy enfermas y no se estabilizaban. Los trabajos no terminaban de tirar, se abandonaban cosas, no salían... Empezamos a unir cosas: en Derio todo es difícil, cuesta todo mucho», recuerda Sor Isabel de la Trinidad de aquellos primeros momentos en el convento vizcaíno. «Ya había hermanas que habían experimentado momentos de miedo en las celdas, de noche. 'Yo me atranco, oigo ruidos, no duermo bien, estoy inquieta'. Alguna de las hermanas más mayores nos expresaba que nunca había tenido paz en este sitio, hasta llegar a Belorado. ¡Cuarenta y un años aquí! Las mayores nunca quisieron volver», añade.
Según su relato, las cosas empeoraron a medida que la comunidad renovada iba enriqueciendo su vida religiosa. «Teníamos una idea de que algo pasaba, pero no habíamos tenido aún experiencia de cosas muy extraños», apunta, pero eso cambió a medida que celebraban más liturgias, acogían a seminaristas en la hospedería, organizaban oratorios con niños... «En ese momento, empiezan a ocurrir cosas. Yo tengo recuerdo sobre todo del año 17, cuando las hermanas me lo dicen a mí personalmente: 'Me ha pasado esto, he tenido esta visión del demonio o esta instigación, alguien me ha puesto una mano fría en la espalda, me han agarrado por la noche, tenía alguien a mi lado en la cama...'. Y, junto a eso, pavor, miedo de que volviera a suceder. Las monjas no querían hablar de ello con otras hermanas, no era prudente, y me lo soltaban a mí. Yo les iba preguntando y cada vez estaban más incómodas. Así como Belorado era casa y siempre se estaba bien, aquí no».
Los fenómenos adquirieron más fuerza a partir del momento en que sor Israel, la más joven de la comunidad cismática, una madrileña que actualmente tiene 32 años y es experta en ciberseguridad, renovó su profesión temporal. Eso ocurrió el día de San José de 2020 y a partir de ahí «se abrió el infierno», por utilizar la expresión de la abadesa. «Ella había estado aquí antes unos días, en el año 19, y había tenido problemas con el demonio.
De hecho, yo casi no me atrevía a decirle que viniera por la experiencia tan pavorosa que ella había tenido, de una noche entera notando la presencia del demonio que intentaba abrirle la puerta por la fuerza, moviendo el picaporte, y ella agarrada a un icono intentando rezar. Recibía un odio intenso, intenso, intenso, como que la quería destruir. No sé si se puede comprender, pero está en riesgo tu vida, y eso te deja física y psicológicamente agotada».
Y, sí, ahí nos deja el primer vídeo, a la espera de lo que deparen la segunda y la tercera parte. Desde el principio veníamos diciendo que esta historia tiene algo de folletín por entregas. Y ahora de verdad lo es.
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