Merindad del río Ubierna: «En tierras del Cid»

Dicen que en Sotopalacios, en un casa fuerte y grande de tapial situada en el barrio de San Millán, pudo nacer, allá por el año 1048, Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. Su padre, Diego Laínez, reconquistó a los navarros el castillo de Ubierna, pasando a ser nombrado teniente de la zona. La tradición cuenta que sobre ese solar hoy se levanta el castillo del Cid, reedificado en el siglo XIV, de planta cuadrada, con dos torreones y una torre albarracana en tres de sus esquinas. La elegancia de la construcción, con un carácter más palaciego que defensivo, encierra años de historia e intrigas.

Sotopalacios, junto a otras 20 juntas administrativas, conforma la denominada Merindad del Río Ubierna. Zona de ilustres, de grandes construcciones e incluso de leyendas. El castillo de Ubierna ejerce como testigo de la historia de la localidad con la que comparte nombre. Construido en el año 884 y Bien de Interés Cultural desde 1949, ha pasado por manos de condes, héroes y nobles. Edificios con historia que también se extienden a la torre palacio de los Díez Ortega, los molinos harineros del Río Ubierna –a los que hace mención el Cantar de Mío Cid– o los rollos de justicia de Sotopalacios. En la Merindad hay posibilidad incluso de retrotraerse más aún en el tiempo a través de los restos del castro y necrópolis de la Polera, el yacimiento de la Edad de Hierro más importante de la provincia de Burgos, con una necrópolis que posee cientos de túmulos.

En el ámbito religioso, la riqueza patrimonial queda patente con la iglesia de San Juan Bautista en Villanueva Río Ubierna, un BIC de estilo ojival cisterciense; o la iglesia de San Martín de Tours en Sotopalacios, que esconde una capilla con los sepulcros renacentistas de la familia Díez Ortega, calificada por los expertos como una auténtica joya escultórica. La ermita de nuestra Señora de Montes Claros de Ubierna, sede de las Hermandad de Caballeros y Escuderos y la gótica iglesia de Santa Leocadia en Quintanarruz cierran una completa ruta por los edificios religiosos de la Merindad.

Mientras, la riqueza natural deja historias vinculadas a la brujería. Según la leyenda, en la charca de la Cernégula, ubicada junto al pueblo, se reunían brujas procedentes de Asturias y Cantabria, tomaban pócimas y bailaban hasta la locura. Por otra parte, los desfiladeros del arroyo Rucios y de La Hoza deleitan a los incondicionales de la escalada. Y hay más, patrimonio ganadero con Los Toros del Frío en La Cabañuela y gastronómico gracias a la morcilla de Sotopalacios. En los eventos destaca la representación de la Pasión de Cristo en la Molina.