Especial Municipalismo: Memoria viva de Castilla y León

Merindad de Río Ubierna: poblada desde que el hombre es hombre

En estas tierra de frontera entre las montallas cántabras y los valles del Duero y del Ebro hay vestigios históricos que datan desde el Paleolítico

Lunes, 6 de junio 2022

Unas tierras pobladas desde que el hombre es hombre. En cavidades y grutas como las de San Martín de Ubierna y la de 'La Polera'. Allí, los antepasados han dejado sus huella en la Merindad de Río Ubierna, desde el Paleolítico.

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El megalitismo también está muy presente en la zona, desde Peñahonda con su impresionante menhir de 'Dos Hermanas', hasta las zonas altas de Páramo de Masa con numerosos yacimientos.

Más tarde, la Edad de los Metales, entre el Calcolítico y la Edad de Hierro, propicia ejemplos importantes en el Castro de Polera y su necrópolis. Este castro estuvo ocupado de forma continua hasta la época de los turmogos.

El tiempo romano también deja huella en el entorno con la ciudad de 'Bravum', mencionada en el itinerario Antonino, que podría ser la actual localidad de Ubierna.

Fechas clave

  • Paleolítico: Unas tierras pobladas desde que el hombre es hombre, en cavidades y grutas como las de San Martín de Ubierna y la de La Polera.

  • Edad de los Metales: Desde el Calcolítico hasta la Edad de Hierro, se guardan ejemplos importantes en el Castro de Polera y su necrópolis.

  • Batalla de Atapuerca: Esta batalla permite introducir al más insigne de sus personajes: Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.

Tras la época visigoda, a la zona llegó la invasión musulmana y la retirada de la población del valle de Ubierna hasta los núcleos resistentes de la montaña del norte. El territorio quedaría prácticamente despoblado hasta que Alfonso III'El Magno' ordenó al conde Diego Rodríguez 'Porcelos' la fundación de los castillos de Ubierna y de Burgos en 884.

Bajo la protección del castillo de Ubierna nacerían las localidades que forman la Merindad. Desde su fundación, protagonizaron conflictos fronterizos, primero con los musulmanes y después con el Reino de Pamplona, del que llegaron a ser parte, hastala derrota pamplonesa en la Batalla de Atapuerca en 1054.

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Esta batalla permite introducir al más insigne de sus personajes: Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Tras ese hecho, su padre, Diego Laínez, reconquistó los castillos para Castilla y consolidó la frontera. Como recompensa a aquel logro obtuvo el Castillo de Ubierna y muy probablemente un puesto en la corte para su hijo.

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