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El Juzgado de lo Penal nº2 de Burgos ha condenado a un hombre, O.C.M., por un delito de maltrato animal a diez meses de prisión e inhabilitación especial para el ejercicio de profesión, oficio o comercio relacionado con animales o para su tenencia durante tres años. Además, ha condenado también a su pareja, E.M.C.B., como cómplice de un delito de maltrato animal a la pena de seis meses de prisión e inhabilitación especial para el ejercicio de profesión, oficio o comercio relacionado con animales o para su tenencia durante un año y ocho meses, informa Burgosconecta.
Los hechos se remontan al año 2021, cuando el ahora condenados colocó dos bridas que había comprado el día 13 de enero en una ferretería de la localidad burgalesa de Oña a un perro mestizo que había nacido de perros de su propiedad. Una de las bridas la pusieron alrededor del hocico, lo que le impedía totalmente comer y le dificultaba la respiración y sudoración; la otra fue cerrada alrededor del cuello, tan apretada que se le clavaba en la piel. Tras colocarle estas bridas abandonaron al animal en el monte, sabiendo que con esto le ocasionaría la muerte al no poder comer.
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Tras ser abandonado, el 15 de enero de 2021 comenzaron a llegar los avistamientos del perro por parte de varias personas en la carretera N-232, en la zona conocida como Túneles de Oña. Los vecinos de la zona reconocieron al animal e identificaron a los acusados como sus propietarios. Uno de los vecinos llamó a O.C.M., que se personó en el lugar rápidamente con unos alicates, pero al no encontrarse al perro se organizó una movilización popular a través de las redes sociales de la asociación Napame (Nueva Protectora de Animales de Merindades) para intentar rescatarlo. En este rescate participaron también agentes de la Guardia Civil del Seprona.
El perro, al que bautizaron como Mut, fue localizado y recogido el 19 de enero. En ese momento el cachorro presentaba un grave estado de caquexia derivada de no haber podido comer, pesaba 9,9 kilogramos, lo que supone que se encontraba en un nivel 1 de una escala de 1 a 5 de peso. Tenía también marcas de la brida en el hocico y una herida alrededor del cuello con cortes de piel que se había infectado, generando áreas de necrosis y supura por estar fistulizada.
Cuando el perro fue recogido se había logrado arrancar la brida del hocico, pero le quedaba una importante marca de la misma. Además, los efectos de las bridas (heridas y malnutrición) hicieron que la vida de Mut estuviera en peligro. La prueba pericial del veterinario que lo atendió asegura que «habría fallecido de inanición o de la infección de las heridas del cuello».
Los condenados declararon en su momento que el perro no era suyo, pero se considera acreditado con el análisis de ADN que se realizó con muestras salivales de Mut y de dos perros propiedad de E.M.C.B. y que se encontraban en la vivienda en que convivía con O.C.M., que Mut era hijo de estos dos, de modo que pertenecía a una camada que esos perros habían tenido recientemente, camada que los acusados reconocen pero a la que niegan que pertenezca este perro.
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Jesús Anta
Los dos acusados reconocieron que dos de sus perros tuvieron una camada de tres cachorros, pero afirman que «uno murió al nacer y los otros dos los regaló O.C.M.» y que Mut «sería el que dio a unos chavales de Bilbao» a los que dice no conocer de nada, pretendiendo hacer así creer que fueron estos terceros desconocidos quienes cometieron los hechos. Esta versión de lo ocurrido fue entendida como «meramente exculpatoria y carente de toda credibilidad» por la justicia.
Además, la Guardia Civil acreditó que O.C.M. había comprado un paquete de bridas que coincidía el número de serie, el tamaño y la longitud con la que llevaba el perro. Su pareja le esperó en el exterior de la ferretería. El acusado alegó que las compró para «hacer una cesta», pero frente a este hecho tan clarificador, es decir, que el perro llevaba las bridas que los acusados habían comprado días antes, O.C.M. relató que «usó las bridas compradas para hacer una cesta». La sentencia aclara que tras esta afirmación el acusado «no ha aportado una prueba tan sencilla como es una fotografía de la citada cesta, si existiera, siendo una prueba que le incumbe a él porque es quien ha introducido el elemento obstativo a la acusación».
Además, una de las testigos relató un hecho reconocido por el acusado: «Cuando fue avisado el día 15 de enero de que se había localizado un perro en el monte y le preguntaron si era suyo, a pesar de negarlo, apareció en el lugar rápidamente -en dos minutos según relata la testigo- y portaba unos alicates sin que nadie le hubiera dicho que el perro llevaba bridas». La sentencia explica que el acusado en la vista oral manifestó que sí se lo dijeron cuando le llamaron, pero consta el atestado en el procedimiento y del mismo se desprende claramente que no se dijo que llevara bridas, «lo que confirma la creencia de que apareció tan rápido y con los alicates porque sabía por dónde estaba el perro y que portaba bridas», indica la sentencia.
Por todo ello, los dos acusados han sido condenados a diez y seis meses de prisión, además de la inhabilitación especial para el ejercicio de profesión, oficio o comercio relacionado con animales o para la tenencia de animales durante tres años y un año y ocho meses, respectivamente. Además, los condenados deben satisfacer las costas procesales.
Mut, por su parte, pasó a formar parte de Napame tras confirmarse el comiso definitivo. El perro fue adoptado por una familia de el Valle de Mena en agosto de 2021, pero falleció por la picadura de una víbora este pasado mes de julio.
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