Burgos: la provincia de Burgos, Tierra de Orígenes

No creo que exagere si digo que la provincia de Burgos es uno de los territorios más singulares y plurales de España. Desde las zonas montañosas del Norte en Las Merindades, hasta La Ribera, las tierras burgalesas se definen por sus caracteres multiformes y por la belleza que la naturaleza, pero también la actuación humana, ha impreso a los paisajes. Unos paisajes que, a poco que sepamos escrutarlos, nos hablarán no solo de un presente dinámico y un futuro esperanzado, sino también de un pasado lleno de orígenes.

Porque Burgos es tierra de orígenes. Como el de nuestros remotos antepasados en la Sierra de Atapuerca en los albores de la humanidad europea, o el del castellano que dio algunos de sus primeros pasos en Valpuesta y Silos, creando una nueva y vigorosa lengua que permitió narrar los orígenes épicos de algunos de los más famosos héroes medievales como Fernán González y sobre todo el Cid, sin duda el burgalés más universal. Tierra esta que estuvo también en los orígenes del nuevo comercio europeo en los siglos XV y XVI o en el inicio del derecho internacional en los albores del Renacimiento.

Burgos es tierra de origen, pero también de destino. Y es que nuestra provincia se abre hoy, como lo hizo en otros siglos, a todos aquellos que quieran compartir con nosotros su vida o parte de su tiempo. Aquí encontrarán no solo bellos paisajes kársticos, algunos de los más sobresalientes de Europa como Ojo Guareña, sino que también hallarán la potencia configuradora de espacios de dos de los ríos más importantes de España: el Ebro y el Duero que moldean nuestras tierras. Podrán encontrar algunas de las manchas de coníferas más destacadas del país como las de la tierra de pinares. También disfrutarán de esa mágica simbiosis entre la naturaleza y las tareas humanas en las explotaciones salinas de Poza de la Sal o en las ordenadas líneas kilométricas de viñedos en la zona de La Ribera.

Es Burgos una tierra llena de vestigios patrimoniales de primera magnitud, como sus yacimientos prehistóricos de distintos periodos, pasando por la gran ciudad romana de Clunia, las bellas huellas visigóticas de Quintanilla de las Viñas o el impresionante románico de Santo Domingo de Silos o de otros muchos pueblos y comarcas. No podemos olvidar ese primer gótico español plasmado no solo en la ocho veces centenaria catedral de Burgos, sino también en múltiples iglesias rurales que al filo de 1200 comenzaron su andadura en este nuevo estilo o sus grandes templos y palacios renacentistas, hasta llegar a esa apoteosis barroca que es la villa de Lerma que abre el camino hacia el sur provincial tan cargado de historia y patrimonio.

Unas tierras que saben mucho de celebraciones plasmadas en su riquísimo legado gastronómico o festivo, con hitos tan destacados como las fiestas de invierno, de carnaval, de Semana Santa, de comienzos del verano o de mediados de agosto hasta las que conmemoran la vendimia, que no hacen más que recordar la unión de nuestros habitantes con sus espacios, sus tradiciones y sus creencias. Me atrevo a decir que todas las localidades tienen al menos un atractivo, aunque en casi todos los casos son muchos, ya sean paisajísticos, geológicos, arqueológicos, monumentales, culinarios o etnográficos que las hacen merecedoras de una visita. Entre todas las riquezas provinciales, la más importante es la de sus hombres y mujeres que acogen al viajero orgullosos de compartir con él lo que son, han sido y esperan seguir siendo.

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