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El camión cisterna volcó bloqueando la calzada tras matar cuatro personas en el accidente.

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El camión cisterna volcó bloqueando la calzada tras matar cuatro personas en el accidente. Antonio M. Niño

El atropello múltiple que obligó a desviar la Nacional-1 del centro de Aranda

Se cumplen 42 años del fatídico 21 de agosto de 1979, cuando un camión arrolló y mató a cuatro miembros de una familia en la capital ribereña y puso de manifiesto la necesidad de hacer el desvío de la Nacional-1 para que no cruzara por el centro de Aranda

Gloria Díez

Burgos

Domingo, 22 de agosto 2021, 12:19

Era un martes caluroso de agosto en Aranda de Duero cuando, pasada ya la hora de comer para algunos y a punto de sentarse a la mesa otros, una tragedia anunciada rompió la tranquilidad en la capital ribereña.Fue la gota que colmó el vaso para culminar al fin el desvío de la Nacional-1 a su paso por la ciudad.

En torno a las 15:30 de la tarde un camión cisterna, que salió de Burgos con más de 20.000 litros de fuel oil para entregar en el polígono de Aranda, tuvo una avería a la altura de la Virgen de las Viñas. Según el relato de los testigos que presenciaron el aparatoso accidente, pudo sufrir un fallo en los frenos y así entró en el centro de la localidad, recorriendo la calle San Francisco a gran velocidad, hasta que viró al llegar a la altura del edificio Romeral, provocando un atropello múltiple en la estrecha acera. Murieron cuatro personas de la misma familia en aquel terrible impacto. Paulino y su cuñada Candelas y los dos hijos mellizos de esta, dos niños de solo cinco años, Javier y Jorge. Herida resultó otra hija de la mujer, una niña que finalmente sobrevivió.

Aquel 21 de agosto de 1979 quedó grabado para siempre en la memoria de los vecinos de la capital ribereña y se convirtió en uno de los episodios más dramáticos de la historia de Aranda. «Y podría haber sido aún peor de haber avanzado más metros hasta la Perla o la Virgencilla», aseguran varios testigos del suceso, «porque por allí había más gente».

Una de las personsa que lo presenciaron, y que además realizó un amplísimo reportaje gráfico del suceso, fue Antonio Miguel Niño. «Mis padres se libraron por los pelos, bajaban en coche por Carrequemada y se lo encontraron», recuerda. Además fueron ellos quienes recogiern y trasladaron a uno de los niños, «llevaron a uno de los mellizos en el coche al hospital pero no sobrevivió», relata.

Los vecinos se arremolinaron alrededor del escenario. El camión quedó volcado en medio de la calzada y el fuel que transportaba se derramó «por todas partes». Tanto es así, que ese «olor a combustible» es referido a fecha de hoy por prácticamente todas las personas que pasaron por allí en aquellas horas dramáticas.

Las víctimas del accidente

El trágico suceso causó una gran conmoción en Aranda de Duero, especialmente en el barrio de Santa Catalina, donde residían las víctimas. Allí, en la parroquia, se congregaron centenares de asistentes para despedir a Paulino, Candelas, Javier y Jorge en un funeral multitudinario.

Imagen inédita del funeral de la familia en Santa Catalina. Antonio M. Niño

Aranda salió a la calle para exigir el desvío

El fatal accidente levantó una oleada de protestas para que se agilizase la obra del desvío de la Nacional-1, un clamor popular para tratar de que no volviera a repetirse un suceso como aquel. El accidente y reivindicaciones posteriores fueron recogidos por la prensa de la época a nivel nacional. Según relataban los medios entonces, la manifestación bajo el eslogan «No más víctimas» para exigir el desvío, congregó a más de 4.000 arandinos en las calles.

Tuvieron que reiterarse los accidentes y acabar falleciendo aquellas cuatro personas para que las autoridades reaccionaran y se tomaran en serio la importancia de desviar el tráfico de turismos, camiones y mercancías pesadas que cruzaban a diario por Aranda realizando el trayecto Madrid y Burgos.

Manifestación multitudinaria en el centro de Aranda para exigir la circunvalación de la N-1. Antonio M. Niño

Fue así como finalizó el desvío, algo que llevaba años reivindicándose y cuyas obras llevaban un gran retraso. Las protestas dieron sus frutos y en poco más de doce meses se podía circular por la nueva N-1, que rodeaba la capital ribereña.

Fue entonces cuando el centro de Aranda de Duero dejó de estar transitado por camiones y vehículos de paso, reduciéndose la afluencia de tráfico y ganando en seguridad para los vecinos de la villa. Aunque tal vez la tragedia pudo haberse evitado con voluntad por parte de las administraciones para acometer una infraestructura a todas luces imprescindible.

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