El inicio de la desescalada y el fin del periodo del confinamiento más estricto ha supuesto para algunos mucho más que la posibilidad de salir a pasear, practicar deporte, empezar a reunirse con aquellos a los que llevaban semanas sin ver o disfrutar de una consumición en una terraza. Para algunos, ha abierto la puerta a la posibilidad de encontrar un empleo que sustituyera a aquel otro perdido al inicio de la crisis sanitaria de la covid-19.
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Es el caso de Juan Carlos García, residente en Aranda de Duero, aunque natural de Torresandino, quien vio cómo en los primeros días de la pandemia, el parón de la economía provocaba su despido de la empresa en la que llevaba trabajando un año.
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Lejos de conformarse o limitarse a vivir de las diferentes ayudas y subsidios habilitadas para hacer frente a la crisis, decidió enfrentarse cara a cara a la situación y buscar un empleo en los sectores que se mantenían activos pese a la pandemia. «Hay que buscar trabajo y trabajar en lo que sea. No me asusta nada y sí que tenía derecho a paro pero si lo apuro y luego vienen mal dadas... ¿qué hago? Además, estoy recién separado y hay que sacar adelante a los churumbeles», ha asegurado a la Agencia Efe Carlos, como le conoce todo el mundo.
Este planteamiento hizo que, superada la etapa de cuarentena radical y tras saber por un conocido que necesitaban mano de obra, este ribereño se presentara en Torremilanos, bodega adscrita a la Denominación de Origen Ribera del Duero, ofreciéndose como trabajador. Apenas una entrevista fue necesaria, junto a sus conocimientos previos en el mundo del campo adquiridos de echar una mano a su padre, que era agricultor, para empezar a trabajar como tractorista en esta explotación vitícola.
Labores como la poda en verde, la eliminación de las hierbas y malezas que este año han proliferado este año en el campo, ocupan el quehacer diario de García desde hace poco más de un mes.
Reconoce diferencias con respecto a su empleo anterior, como el hecho de pasar de una nave en el polígono industrial Allendeduero de la capital ribereña al aire libre, lo que empieza a dejar su impronta en la piel, o haber tenido que aprender algunas técnicas agrícolas que desconocía por completo. Sin embargo, otros aspectos no son tan diferentes, como el esfuerzo físico que requiere.
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«Antes trabajaba con planchas de vidrio de mucho peso. Con lo que el esfuerzo físico no sé si es tan diferente. Lo que está claro es que cuando empiezas a trabajar en una cosa nueva, las mañas tienes que adquirirlas. Pero soy dócil y no me cuesta aprender«, ha resaltado.
La nueva situación le hace sentirse tan a gusto que no duda en asegurar que no le importará seguir en este nuevo trabajo en el futuro. De hecho, ha advertido, ningún empleo le ha dado miedo nunca como atestigua su nutrida vida laboral. «He hecho de todo. He tenido un bar, he hecho quesos, he estado en la construcción, de soldador, en la vidriera, de dependiente en un estanco... Cuando he tenido que buscar trabajo nunca he dicho a nada que no», ha resumido.
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De los compañeros que, como él, perdieron el empleo, sabe que algunos han encontrado trabajo mientras que otros han preferido esperar a ver si se reactiva el sector y pueden volver a contratarles. Lo que sí que sabe es que él es el único que se ha empleado en labores agrícolas. Algo que no puede dejar de causarle extrañeza ya que, ha asegurado él mismo, «aquí hay todo el trabajo que se quiera y como le cojas el gustillo... te llega».
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