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J. I. Foces
Viernes, 2 de enero 2015, 13:54
Humildad. Orgullo. Compromiso. Responsabilidad. Fuerza. Determinación. Y esperanza. Son los siete términos que más se repiten a lo largo de la entrevista. Y los que más veces aparecen en las conversaciones que el presidente ejecutivo de Campofrío Food Group,Pedro Ballvé, ha mantenido desde el 16 de noviembre, fatídico 16 de noviembre, cuando ardió en la capital burgalesa la planta más emblemática de la compañía. Las siete serán palabras que estarán en todas las conversaciones que este empresario mantenga en adelante. Lo expresa con una firmeza extraordinaria, que recalca con gestos contundente, tanto de las manos como del rostro. El 16 de noviembre está ahí, permanente, pero lejos de ser vivido como sinónimo de desgracia, Pedro Ballvé lo ha convertido, y así lo transmite, en el punto de arranque del futuro que Campofrío tiene por delante. Como castellano recio, curtido en su Burgos del alma, Ballvé echa mano del sabio refranero «No hay mal que por bien no venga», dice para demostrar que solo le guía un objetivo: Reconstruir la planta quemada de Campofrío. La fuerza para alcanzar ese empeño se la da un hecho constatable, que exhibe con orgullo: «Los accionistas, los mandos directivos, los trabajadores y el comité de empresa estamos unidos para defender, apoyar y ayudar en las circunstancias por las que está pasando Campofrío». Y a la esperanza que le mueve, añade una octava palabra, que también está omnipresente en sus aseveraciones: Agradecimiento. A las instituciones, por el respaldo para poner en marcha los nuevos planes, y a los trabajadores y a toda la sociedad, cuyo apoyo está sintiendo cada minuto de cada día: «Esto lo tenemos que resolver y en ello estamos sin descanso».
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Ha pasado más de un mes desde el incendio de la planta de Burgos. ¿Cuál es su estado de ánimo?
Mi estado de ánimo: Fuerza, esperanza y determinación, después de un duro golpe, marcándonos nuevos objetivos a dos años vista para recuperar lo antes posible la que debería ser la fábrica más moderna y competitiva del mundo.
¿Qué imágenes se le vienen a la cabeza de aquel fatídico 16 de noviembre?
Lógicamente, se me vienen a la cabeza las imágenes de la destrucción de una fábrica que era nuestro emblema en España y en Europa. Sin embargo, ahora tengo igual de frescas las imágenes de un equipo y de una organización volcados en convertir esta tragedia en una oportunidad en el medio y largo plazo. Está siendo una experiencia profesional y humana inolvidable.
¿Qué es lo que más se le ha pasado por la mente en estas semanas?
Lo que más se me ha pasado por la cabeza es la situación de casi mil personas y de sus familias y de todos los empleados del Grupo Campofrío y, en otro orden de magnitud, cómo seguir sirviendo los mejores productos a nuestros clientes y consumidores, reflejo de una preocupación que me ha acompañado toda mi vida.
¿Qué cree que ha cambiado en usted tras esta durísima experiencia? ¿Qué Pedro Ballvé tenemos ahora enfrente respecto al del 15 de noviembre de este año?
Uno en la vida cree que ha visto de todo, pero también es verdad que la vida es un aprendizaje continuo. Con valores, confianza, ilusión y determinación hay que estar preparado para superar cualquier dificultad, por grande que sea. No ha cambiado, pero sí se ha reafirmado mi confianza en Campofrío. Todo un equipo humano, trabajadores, mandos intermedios y directivos, todos conjurados para vencer esta adversidad.
¿De dónde saca ganas un empresario para continuar adelante cuando sufre una desgracia así?
Del sentido de la responsabilidad, del compromiso, de conocer a mis colaboradores, de amar el negocio y de identificarme con esta empresa en la que llevo trabajando 36 años y que es parte de mi ADN, ya que mi padre fue su fundador.
Sin descanso
Cuando se enteró del incendio, ¿qué fue lo primero que pensó? ¿Cómo fueron aquellos momentos iniciales del 16 de noviembre?
Estaba en Madrid y me llamó el director general de Campofrío en España, Nacho González. Desde el primer momento nos movilizamos, activando un Comité de Crisis y viajando a Burgos para vivir el suceso en primera persona. Creo que nuestro equipo pasó rápidamente del shock y el gran disgusto a un ejercicio de responsabilidad, basado en la confianza en el mejor activo del que Campofrío dispone, que es su gran equipo humano, y asumiendo el liderazgo que nos tocaba: Esto lo tenemos que resolver nosotros y en ello estamos sin descanso.
¿Cuándo se dio cuenta de que la planta de La Bureba, buque insignia de la compañía, quedaría completamente arrasada?
Nada más llegar a Burgos. Estuve con los bomberos, con Protección Civil y con todas las personas encargadas de la evacuación del edificio, de extinguir el incendio... No me faltó información y los augurios pronto fueron pesimistas y la realidad, contumaz. Pero nosotros podemos ser aún más determinantes que cualquier circunstancia que sobrevenga.
A las pocas horas ya había tomado la decisión de levantar de nuevo la planta en Burgos: «No descansaremos ni dormiremos tranquilos hasta que cortemos la cinta de la nueva factoría en 2016», dijo. Y añadió: «Campofrío mantendrá todos los puestos de trabajo». Son dos decisiones muy importantes manifestadas antes de que se conocieran las posibles ayudas por parte de los gobiernos autonómico y central
Es una decisión basada en la ética empresarial y la justicia social que siempre ha caracterizado a Campofrío a lo largo de su historia, y en la confianza de que Campofrío puede afrontar cualquier reto o desafío, por muy grande que estos sean.
¿En algún momento se le pasó por la cabeza a usted o a sus socios mexicanos y chinos construir la planta en otro país?
No. Y, además, conocen de nuestras fortalezas y nuestra identidad, y comparten, con altura de miras, que la mejor manera de recuperarse de un golpe como este es hacer bueno el refranero español de que no hay mal que por bien no venga. Me siento acompañado y respaldado por mis socios. Han stado a la altura de las circunstancias tanto desde el punto de vista empresarial como humano. Formamos un núcleo muy sólido, del que todos hemos salido reforzados.
La importancia de Campofrío en Burgos y Castilla y León ha quedado demostrada en las últimas semanas. Al margen de los empleados directos, la relevancia económica de la empresa para la provincia y para la región está patente..
Somos Burgos, somos una parte muy importante del sector agroalimentario de Castilla yLeón, somos una empresa española líder en Europa y presente en muchos países. Solo la construcción de la fábrica va a suponer un gran impulso para numerosas empresas de la ciudad y de la región. Hacemos de la necesidad virtud y de una crisis, una oportunidad siempre conscientes de que formamos parte de una sociedad y de un tejido empresarial de los que queremos ser parte activa y responsable. No estamos solo para obtener resultados económicos. Creo que este suceso es la prueba de que compartimos los problemas de nuestro entorno de negocio y de que queremos contribuir a que ese entorno sea cada vez más próspero para todos y para la sociedad donde ejercemos nuestra actividad.
Desde el primer momento, el apoyo de las administraciones fue unánime y decidido: Respaldo del Gobierno, de la Junta, del Ayuntamiento de Burgos e, incluso, de la Unión Europea, hasta donde ha llegado el comité de empresa.
Tanto el Gobierno central como el regional, así como numerosos agentes económicos y sociales, partidos, sindicatos y ciudadanos han valorado nuestra situación y han sabido ver que había que apoyar a quien quiere conservar el empleo. Y han tenido claro que nuestra primera prioridad han sido los trabajadores que han visto interrumpida su actividad, y después reflotar el negocio para poder volverlos a incorporar a un proyecto sólido y de gran futuro. El Comité de Empresa, así como los trabajadores y mandos directivos, junto con los accionistas, estamos unidos para defender, apoyar y ayudar en las circunstancias por las que está pasando Campofrío.
Prioridades
Vayamos por partes: La Junta de Castilla y León declaró el nuevo proyecto como de «especial y extraordinaria actuación». ¿Qué nos puede decir respecto a en qué se está traduciendo eso? ¿Qué le ha allanado en sus gestiones esa declaración?
Este acuerdo está definido para casos de especial trascendencia, como creo que es el nuestro, y en los que los trámites habituales, que nosotros siempre hemos respetado, pueden retrasar medidas con impacto positivo dada la complejidad y la singularidad (de ahí lo de extraordinaria) de la situación. Creo, con humildad, que nuestro caso, por lo extraordinario de la situación y de la respuesta que hemos querido dar, ha puesto en evidencia que para las empresas era más fácil hacer borrón y cuenta nueva que mantener las mismas bases. Creo, y es mi opinión personal, que las administraciones han entendido que nuestra aspiración redundaba en un beneficio para todos. Yo no creo que se hubiera hecho ninguna excepción para nosotros si no entendieran que favorece el bien común, como han reconocido todo tipo de actores y agentes económicos, incluidos los representantes de los trabajadores y otras empresas. Desde el primer momento, tanto la Junta, con el presidente Herrera a la cabeza, como todo su Gobierno, han puesto su prioridad en minimizar el impacto de esta desgracia, tanto para los trabajadores afectados como para la propia empresa, a través del acuerdo especial de Gobierno y de la creación de una comisión especial de seguimiento presidida por la consejera de Agricultura, Silvia Clemente, para tratar de facilitar todos los medios y procedimientos con el fin de poder recuperar la normalidad y alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto en Campofrío. Hoy puedo decir, en nombre de la empresa y en el mío propio, que estamos orgullosos y agradecidos por su sensibilidad y capacidad de respuesta en todo momento.
¿Cómo se plantea la nueva planta? Ya dijo que será la más moderna del mundo.
Lo será. Estamos definiéndola. Esperamos poder comenzar el nuevo proyecto en abril y, lógicamente, estamos ya valorando todas las opciones. No tenemos tiempo que perder y sí la posibilidad de generar una oportunidad aún mejor que la anterior para ser en Campofrío más competitivos, para la economía de la ciudad y de la región, y para España.
¿Dónde se construirá? ¿Qué plazos manejan?
Tenemos dos posibles localizaciones en propiedad, en La Bureba y en Villalonquéjar, y estamos estudiando propuestas para ver cómo encajar el gran reto de producción y logística que supone nuestra actividad. Deberá estar decidido en el primer trimestre de 2015.
¿Va a contar con la participación, en la medida de lo posible, de empresas burgalesas para levantar esta nueva planta?
Lo haremos, por supuesto, sobre todo porque hay empresas muy competitivas en la ciudad y en la región. Hemos firmado un convenio con FAE y mantenemos una relación fluida con nuestros proveedores, que pueden participar como siempre lo han hecho en todos los proyectos que hemos desarrollado en Burgos a lo largo de los años.
El acuerdo alcanzado con el comité de empresa para el plan social de los trabajadores a lo largo del ERTE, 290 euros al mes durante 24 meses de complemento, entre otros aspectos, lo califican los propios trabajadores como «inmejorable».
Desde luego lo es dadas las circunstancias por las que pasamos. Sobre todo es parte de la materialización de nuestro compromiso.
Campofrío ha recolocado ya al 30% de su plantilla de la factoría de La Bureba, unos 250 trabajadores. ¿Satisfecho con estos números?
Satisfecho con el compromiso de emplear a todos los que podamos y contento en la medida en que vamos ratificando lo que ha sido siempre el objetivo inicial. También les buscamos opciones fuera de la compañía, les damos acceso a formación y asesoramiento a todos a través de una oficina de atención que cumple la función de despejar la incertidumbre a todos los colectivos afectados por la destrucción de la planta.
¿Cuándo espera que se conozca el informe que clarifique el origen del incendio? ¿Con qué previsión trabaja?
Trabajamos con respeto a los profesionales e instancias que se encargan de ese tema. Me imagino que tendrán unos plazos y que éstos se cumplirán.
«Una empresa con alma»
En las últimas semanas, en sus escasas apariciones públicas, siempre ha destacado a los empleados como la prioridad de Campofrío.
Lo son. Son el alma de cada empresa y Campofrío es una empresa con alma. Sienten la empresa como suya y, en parte, es así. Es un orgullo para todos compartir esa propiedad, ese sentimiento de pertenencia porque implica a personas identificadas y comprometidas con la historia y, lo que e más importante, con el presente y el futuro de la compañía.
Con algunos empleados, especialmente los más veteranos, tiene trato más personal. ¿Ha hablado con ellos? ¿Qué le transmiten?
Conozco a muchos trabajadores y, en algunos casos, a sus padres, desde hace décadas. Me transmiten agradecimiento y confianza. Esto es lo que nos hace ser más responsables y optimistas.
En Burgos se sabía, pero en el resto del país ha sorprendido cómo los empleados se sienten muy, pero que muy identificados con la compañía. ¿Dónde radica la clave de esto?
En Campofrío fomentamos y buscamos una identificación muy fuerte de toda la plantilla con su proyecto, su identidad y sus valores. Son los cimientos de un grupo líder en Europa, que no se puede permitir olvidar de dónde viene, y de su fuerte cultura de compromiso con todos los que la integran para seguir creciendo y aspirar siempre a más.
¿Qué piensa cuando lee o escucha a sus trabajadores: «La mejor vitamina que nos han dado fueron las palabras de Ballvé el mismo día del incendio»; «Campofrío es parte de nuestra vida»; «He estado aquí más tiempo que en casa»; «Tengo confianza en Ballvé»; «Hay que reconocer el compromiso de la empresa con nosotros, así que tenemos que responder con la misma moneda»; «Me planteo estudiar en los próximos meses, pero siempre pensando en trabajar en la nueva planta de Campofrío para lo que la empresa necesite», o «Me iría donde haga falta para ayudar en una planta, solo con los gastos, no quiero más, porque es más por ayudar a la empresa que a mí mismo»?
Humildad, orgullo, compromiso y responsabilidad para una nueva etapa llena de esperanza.
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