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Pedro Pascual Muñoz (Ávila, 1964) es médico de Urgencias y Emergencias. Vocacional. Más en concreto coordinador de la Unidad Medicalizada de Emergencias (UME) de Ávila ... y, entre que sale de una guardia de 24 horas y entra en otra, ejerce de procurador en la Cortes de Castilla y León. Con él se estrenó Por Ávila como fuerza política en un hemiciclo autonómico. Ha dejado perlas para el Diario de Sesiones llamando al orden a sus compañeros de escaño a cuenta de las distancias y las mascarillas.
El abulense es alérgico a las florituras dialécticas. Habla claro. En la fase 0 del estado de alarma tomó la palabra en las Cortes ante la asistencia de más de 75 procuradora a un pleno: «Creo que seguimos en fase cero... Yo que estoy cansado de ponerme el EPI, de sudar con el EPI, miro a un lado, miro a otro y es para hacérnoslo mirar un poquito lo que está pasando aquí... Creo que somos demasiada gente y llevamos dos horas». Más reciente es su «yo de momento no convivo con ninguno de ustedes ni ustedes conmigo» para reivindicar que los oradores mantuvieran la mascarilla puesta cuando intervenían. «Hay que dar ejemplo. Es un virus respiratorio y el mejor aislamiento es la mascarilla», justifica.
El profesional de emergencias está convencido de que la relajación ha recrecido al «bicho». «Yo eso de las olas no lo entiendo, yo no he bajado de la ola. En enero ya empezamos a ver cosas que no nos cuadraban y que luego se vio que era coronavirus... Desde el minuto uno de la desescalada estamos saliendo con el coronavirus», apunta.
Pedro Pascual empezó a ejercer como médico rural en 1988. En 1999, con la puesta en marcha del 061, pasa a trabajar en urgencias y emergencias en la zona de Arenas de San Pedro y Ávila. De 2006 a 2015 fue subdirector y director médico del hospital de su ciudad y luego volvió a su puesto de trabajo. Es coordinador de la UME abulense. Desde allí ha sufrido la covid-19.
La atención sanitaria de urgencia y emergencia es singular. «Somos como 'Los Hombres de Harrelson' (policías de intervención especial en una serie televisiva de 1975) de la medicina. Tenemos que ser rápidos, resolutivos. La urgencia es subjetiva, pero la emergencia es objetiva, tienes que verla 'in situ'».
De lo que han atendido en los últimos meses relata que lo peor era «que veías gente por la mañana, hablabas con ella y por la tarde había muerto; que fallecieran en horas nos tenía descolocados, sobre todo al principio cuando no se hacían autopsias y no se sabía por qué». Luego, cuando dio la cara el coronavirus, con la pandemia declarada, sumaron a la copa de los malos tragos profesionales los avisos de las residencias de mayores. «Sabías que cuando llamaban ya no había solución», subraya este especialista.
Este médico veterano pone énfasis en la parte del iceberg covid que aún no se ve. En pérdida de atención sanitaria de otras dolencias que empieza a aflorar. La conversación recala en los casos de las dos mujeres que han fallecido de cáncer tras meses sin una consulta presencial, pero también habla de aquellos que intentan no acercarse al hospital.
«Con un Madrid-Barcelona va menos gente a Urgencias, pero el del infarto, va. Antes se veían recientes, pero ahora siente el dolor y espera a ver si se le pasa, y cuando vamos ha fallecido o ves un infarto muy pasado que dejará muchas secuelas. Y lo mismo pasa con los ictus». Algo que, dice, es más preocupante en el medio rural, por la dificultad en la comunicaciones y de acceso a la asistencia.
La covid ha modificado desde la forma de trabajar a la convivencia familiar. Los buzos y las batas se han comido el traje naranja fluorescente que visten para que se les distinga al atender avisos en la calle o la carretera. Los equipos de protección hacen «complicado hasta una auscultación», apunta Pedro Pascual. Y las noticias de compañeros contagiados perturban el ánimo en una casa con tres galenos. «Mi mujer es médico (en el banco de sangre abulense) y mi hijo mayor está haciendo la residencia en Santander. Hemos tenido que adaptar la convivencia familiar. Con mascarilla por casa, comiendo solo, durmiendo solo, y a mi hijo pequeño hace que no le damos un beso ni se sabe. Es muy duro». A eso se añaden meses sin ver a una madre octogenaria. Ahora lo hace «con mascarilla y no más de quince minutos».
Pascual trabaja habitualmente con la misma enfermera y dos equipos fijos de conductor y técnico de ambulancia: «Estamos mecanizados, cada uno sabe lo que tiene que hacer». A la pregunta de cuántos médicos con su edad siguen en Emergencias responde que «pocos». No se cobran guardias y cualquiera con sus trienios, en la Atención Primaria, doblaría de largo la nómina. «Pero me gusta mi trabajo y me da para vivir. No subo escaleras como subía ni bajo terraplenes como bajaba, pero hago una cosa que me gusta y encima me pagan por ello, es la leche», remarca.
Tras una guardia de día completo tiene tres o cuatro jornadas de descanso. En esas hace viajes a Valladolid, a las Cortes. Una semana tres veces y otra dos. Y se reúne con ciudadanos y colectivos para preparar iniciativas y sus intervenciones. «Yo de medicina sé un poco, pero de lo demás no tengo ni idea y no puedo soltar allí una parafernalia sin enterarme de lo que digo», explica Pascual, con una larga experiencia como reservista del ejército para atender emergencias. Ahora está en situación de paréntesis por su ocupación política, pero ha trabajado en catástrofes en Europa, Asia y África.
Tiene buena comunicación con la consejera Verónica Casado y con Francisco Igea, colegas de profesión. «Me consta que han trabajado y trabajan muchísimo». También con Fernando Simón. «Me pongo en su lugar y que tengas presiones de uno que no sabe de medicina... De un Pablo Casado o un Pedro Sánchez, que viven en otro mundo... Tenemos políticos de poco fondo. De joven no votaría nunca a Julio Anguita o a Alfonso Guerra, pero comparando con lo que hay ahora, les votaría a cierra ojos. Me produce envidia ver fotos de Fraga y de Carrillo sonriendo, fumándose un cigarro, y ahora no se pueden sentar Casado y Sánchez y tenemos que depender de gente que no sabe lo que dice y están gobernando este país», lamenta.
«Y lo digo como médico», aclara el procurador abulense.
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