Las máscaras que representan a las singulares mascaradas de invierno de la provincia de Ávila que las asociaciones Cantoblero (Navalacruz) y Siempreviva (Pedro Bernardo), los Ayuntamientos de Casavieja, El Fresno, Navalosa y Pedro Bernardo y María Lourdes Araque donaron en 2018 al Museo de Ávila, ... dependiente de la Junta de Castilla y León, cuentan desde ayer con un espacio fijo en esa institución cultural abulense, concretamente en una de las tres salas dedicadas a la cultura popular, un 'estreno' que ayer fue presentado públicamente como bien se merece por el delegado territorial de la Junta, Jose Francisco Hernández Herrero, y por el director de Museo, Javier Jiménez Gadea, según informa Ical.
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Destacó el delegado territorial la «importancia» que tiene este nuevo espacio expositivo, al que da contenido una parte de la mentada donación que, junto con los paneles informativos creados para la ocasión, «resultan muy ilustrativos de esta traición histórica milenaria que no es exclusiva de Ávila pero que aquí sí se ha seguido conservando año tras año».
Hernández Herrero agradeció su generosidad a los donantes y su trabajo para exponer las piezas al equipo del museo, al tiempo que invitaba a todos los abulenses «a acercarse a ver una exposición sobre nuestras tradiciones y nuestra historia que va a gustar mucho a todos, aunque dé un poco de respeto a los más pequeños».
El director del Museo, por su parte, apuntó que lo que ayer presentaban es «un conjunto etnográfico muy importante, que conseguimos incorporar al museo hace dos años, conscientes entonces de que teníamos un hueco importante con respecto a este tema. No teníamos nada de ello, y gracias al esfuerzo de muchas personas conseguimos la donación, que por motivos de espacio no hemos podido incorporar hasta ahora».
Lo que importa de estas piezas, añadió, «no es tanto la materialidad de la máscara en sí misma, que también, sino las tradiciones que representan, y la información que subyace en ella, y en el fondo eso es precisamente lo que estamos musealizando». El origen de esas manifestaciones etnográficas, siguió explicando Jiménez Gadea, «se pierde en el tiempo, pero sí sabemos que son comunes a toda Europa occidental y que tienen el común denominador de que mediante seres estrafalarios de nombres estrambóticos que dan miedo y hacen mucho ruido se pretenden espantar los males del invierno. Es un rito de carácter rural que con el tiempo se ha ido mezclando con otras tradiciones, porque son manifestaciones vivas que han incorporado otras festividades como las de los quintos o el carnaval, aunque su origen es precarnavalesco».
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Acabó explicando el director del Museo que lo que ahora se ha inaugurado es un espacio dedicado solamente a las máscaras, una parte de la donación, pero que «en breve» harán lo propio con las piezas que representan «a los danzantes», para así incorporan de forma completa «al discurso museográfico del museo estas manifestaciones tan importantes desde el punto de vista antropológico de nuestro territorio»
La exposición, añadió, ha querido ser también un «homenaje a Senén Fernández, de Navalacruz, uno de los grandes protagonistas de aquella donación, entusiasta, estudioso e interesado en todo lo que tiene que ver con la cultura popular, alma mater de la recuperación de la mascarada en Navalacruz de quien teníamos que acordarnos»… y a quien la covid-19 se llevó hace unos meses.
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