Bomberos trabajando en las labores de extinción del incendio declarado en la tarde de ayer en una nave de un gestor de residuos De San Pedro del Arroyo (Ávila) y que obligó a confinar y finalmente a desalojar a los 400 vecinos de la localidad durante la madrugada. Raúl Hernández

Santiago Sánchez, alcalde de San Pedro del Arroyo : «Cuando empecé a sentir las explosiones, ya sabía de donde procedían»

El regidor cuenta en primera persona como transcurrió la fatídica noche del incendio de la nave de disolventes en una jornada que el regidor comenzó celebrando su cumpleaños

javier ruiz-ayúcar

Domingo, 26 de julio 2020

Es ya cerca del mediodía cuando conseguimos ponernos en contacto con Santiago Sánchez. Su voz cansada hace sospechar que no ha dormido en toda la noche y así nos lo confirma: acaba de llegar a casa tras comprobar, como buen alcalde, que la situación ... es segura para los habitantes de su pueblo, San Pedro del Arroyo, tras el virulento y peligroso incendio que ha arrasado una de las naves del polígono industrial de las afueras de este municipio abulense.

Publicidad

Diecisiete horas antes Santiago se hallaba rodeado de sus seres queridos para celebrar su cumpleaños, y nada le hacía sospechar la deriva que tomaría la jornada.

Fueron los ladridos del perro, junto a un fuerte olor a pintura, los que pasadas las siete de la tarde le hicieron girar la cabeza para observar, a menos de 500 metros de donde se encontraba, una gran nube de humo negro que comenzaba a levantarse sobre sus cabezas.

«Cuando empecé a sentir las explosiones ya sabía de donde procedían», afirma el regidor, que inmediatamente puso al pueblo en pie de guerra para ir ganando terreno al fuego mientras llegaban los bomberos.

Se quemaba una nave de una fábrica de disolventes, llena de productos no solo altamente inflamables sino también muy tóxicos.

La magnitud del incendio atrajo enseguida a gentes de los pueblos de alrededor, Sigeres, Grandes, San Martín... que reaccionaron a la columna de humo poniendo en marcha sus tractores a sabiendas de que, mientras llegaban los bomberos, alguien tendría que frenar la expansión de las llamas, habida cuenta de que el lugar del siniestro estaba rodeado de otras naves y tierras recién cosechadas que podrían facilitar el desastre.

Publicidad

A los aljibes y cubas con los que la gente de la tierra trataba de aliviar el fuego se sumaron pronto los bomberos de Ávila y Salamanca, retenes de la Junta de Castilla y León, camiones autobomba de la Diputación de Ávila y efectivos de Protección Civil.

Sobre las 20:30 horas el Jefe de Bomberos de Ávila ya avisaba de la toxicidad de la nube de humo, que obligaba a los habitantes del municipio a encerrarse en sus casas primero, y a abandonar el pueblo más tarde.

Publicidad

Cuando Santiago, acompañado de la Guardia Civil, recorrió el pueblo llamando puerta por puerta, la mayoría de las casas estaban ya vacías y sus ocupantes habían buscado realojo en casa de familiares o amigos de pueblos colindantes, o habían regresado a Madrid, en el caso de los visitantes de fin de semana.

Las cercanas localidades de Crespos y Papatrigo ofrecieron sus polideportivos para realojar a aquellos que no tuvieran donde ir y finalmente fueron solamente once personas las que tuvieron que pasar la noche en este último, habilitado para el alojamiento por personal de Cruz Roja.

Publicidad

Tras una intensa noche de agobiante lucha contra el fuego, sobre las 9.30 de la mañana se llevaba a cabo el último de los protocolos de extinción, tras el cual se empezaba ya a pensar en invitar a la gente a volver a sus casas.

Del incendio solo quedaba entonces un amasijo de hierros humeantes, un intenso calor acumulado durante toda la noche por la fuerte deflagración y un fuerte olor a pintura que, si no se había metido en las casas, cerradas a cal y canto, permanecerá durante mucho tiempo en los coches abiertos y la ropa tendida.

Publicidad

La nave, perteneciente a la empresa madrileña Castellana de Medio Ambiente S.L., se hallaba calcinada, pero se había conseguido el objetivo de que el fuego no se propagara por las infraestructuras cercanas.

La incertidumbre se cierne ahora sobre la veintena de empleados de la factoría, «cinco o seis de ellos vecinos del pueblo y el resto de Ávila y otros municipios», cuando aun ni se conoce el origen del incendio, las consecuencias totales del fuego o la reacción de la empresa al siniestro.

Noticia Patrocinada

Santiago Sánchez, con el visto bueno de los Servicios de Emergencias para «volver a la normalidad», se asea, come algo y se echa una cabezadita, aunque «en este momento sé que voy a dormir mal».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad