Cebreros: Del Renacimiento al Espacio pasando por la Transición

El rollo de justicia de Cebreros, más conocido como La Picota, es un auténtico símbolo de la villa. Otorgado en el siglo XVI a la localidad, cuando adquirió su unidad jurisdiccional, recuerda permanentemente el compromiso con la ley y con la justicia del lugar donde nació Adolfo Suárez, el primer presidente de la democracia. No es de extrañar, pues, que cualquier visita a Cebreros pase por el Museo de la Transición, donde se rinde homenaje a un tiempo decisivo para la historia reciente de España.

El Museo de Adolfo Suárez y la Transición se levanta sobre los restos de la antigua iglesia de Santiago, conservando buena parte de su arquitectura exterior. Sin embargo, la verdadera joya patrimonial de Cebreros es su iglesia 'nueva', la de Santiago Apóstol, levantada en el siglo XVI y declarada Bien de Interés Cultural. El retablo mayor, en madera de pino policromado en pan de oro, es uno de los más ricos de la provincia, y en su interior destacan, además de las proporciones de las tres naves, las pinturas de Giuseppe de Leonardo.

A algo más de tres kilómetros de Cebreros, camino del río Alberche, se levanta el Puente de Valsordo, en el paso de la antigua calzada romana. Tres arcos, perfil de doble asno y una reveladora inscripción en piedra de la Mesta. El anticipo de la siguiente, también relativa al impuesto de paso de los ganados, por el puente de Santa Justa. El camino conduce hasta la ermita de la Virgen de Valsordo, residencia de la patrona de Cebreros.

Otro de los tesoros del municipio es el palacio renacentista de El Quexigal, obra de Juan de Herrera de 1563, en su día considerado como la casa de campo más lujosa de Europa. Aquí se alojaba Felipe II en sus desplazamientos hacia el monasterio de El Escorial.

No se puede hablar de Cebreros sin hacer referencia a la Estación de Espacio Profundo, la primera de Europa, de la Agencia Espacial Europea. Desde que se inauguró, en 2005, presta apoyo a los satélites, europeos, entre ellos los enviados a Marte y a Venus. Tampoco se puede hablar de la villa sin hacerlo de sus plazas: la de España, junto a la iglesia de Santiago Apóstol; la de Tetuán, o del Altozano, con sus edificios encalados y su fuente del XIX, y la de la Santísima Trinidad, o cotanillo del pozo de la Tía Rodriga, donde luce la casa popular de abobe, madera y piedra mejor conservada de la villa. Un viaje entre el pasado y el futuro más prometedor.