Paula Velasco
Ávila
Jueves, 25 de octubre 2018, 14:07
La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, ha estado este jueves en Ávila, para acudir a las conferencias que están teniendo lugar en la Escuela de Otoño organizadas por la Universidad Católica de Ávila y el diario 'La Razón', y que tratan el tema « ... La vigencia de la Constitución y oportunidad de reforma», cuando se cumplen cuarenta años de su existencia.
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En su intervención, Calvo ha asegurado que se ha escuchado de todo, «o tocarla nunca o reformarla cada vez que creamos oportuno», a lo que ha añadido que «la madurez y revolución está en el equilibrio. La Constitución no puede estar sometida continuamente a reforma porque si no, no cubriría su papel de darnos estabilidad a todos», ha asegurado. Para reformarla se necesitaría «estar seguros» y «sin ningún tipo de miedo», pero no «abrirla en canal, porque puede tener ajustes pendientes, pero ha funcionado y nos contiene a todos ideológicamente».
Sí que se ha referido a algunos aspectos claves que según su parecer habría que modificar «y mirar con tranquilidad», como el capítulo octavo; «las autonomías han sido un éxito, pero hay que hacer ajustes para fortalecer la igualdad de todos, sea donde sea el sitio donde se haya nacido», y fortalecer así un modelo que está descentralizado.
Igualmente ha asegurado que la Constitución no dice «que pertenecemos a Europa, ni que las mujeres y hombres somos iguales», al mismo tiempo que «tampoco se reconoce el nombre de nuestras autonomías y lo tendría que reconocer».
Reforzar el capítulo de derechos fundamentales también entraría en su lista de posibles modificaciones, fortaleciendo el «derecho a la salud», y ha señalado la importancia de que la Constitución proteja de manera especial esta y la educación, «la salud de tu cuerpo y de tu espíritu, de tu intelecto, del desarrollo integral como persona».
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Calvo, en su intervención de cerca de una hora de duración, también ha alabado los cuarenta años de Carta Magna, que se aprobó en un momento en el que «no era una tarea fácil para que la entendiera la diversidad ideológica del país», desde extremos a centro. «Pero todos teníamos claro al menos tres cosas: que queríamos una democracia», que «sentíamos vergüenza por estar dentro de Europa sin serlo» y «queríamos de modo muy abundante no hacernos trampas en la realidad casi física de nuestro país».
Para finalizar, la vicepresidenta ha asegurado que hecha «en falta que fuéramos un pueblo más conocedor de nuestra propia historia, entera, toda ella, sin saltarnos capítulos de lo que no nos guste. Que leamos mucha historia. Que sepamos de dónde venimos para saber a dónde vamos. Nos sentiríamos mucho más confortables y seguros para afrontar otros cuarenta años en el futuro de España en el contexto de Europa».
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