Arenas de San Pedro: El refugio de la Triste Condesa y el sueño del infante Don Luis

Erigido a principios del siglo XV, el castillo de la Triste Condesa, en Arenas de San Pedro, recibe este nombre popular en memoria de doña Juana de Pimentel, que firmaba así sus cartas al rey tras la ejecución de su marido, el poderoso don Álvaro de Luna. En aquellas cartas reclamaba, entre otros derechos, la propiedad de Arenas de San Pedro y de su fortaleza, que ella había recibido en herencia de su padre, don Rodrigo Alonso Pimentel, quien a su vez las obtuvo del Condestable don Ruy López Dávalos, cuando éste cayó en desgracia. Ésta y otras muchas historias pueden conocerse en el museo que alberga hoy el castillo en su Torre del Homenaje, además de recorrer su adarve y visitar su gran patio, de continuo utilizado como escenario para grandes espectáculos.

Casi de la misma nobleza, pero tocada en este caso con la elegancia de la corte dieciochesca de Carlos III, disfruta el palacio de la Mosquera, donde el infante Don Luis de Borbón y Farnesio, hermano del rey, formó su propio reino rodeado de todo tipo de lujos y extravagancias, incluidos algunos huéspedes tan ilustres como Goya, Boccherini o Jovellanos. La firma de Ventura Rodríguez está en las trazas de este palacio, levantado sobre otro anterior.

También Ventura Rodríguez es el autor, en aquellos mismos años, del complejo de edificaciones que componen el santuario de San Pedro de Alcántara, levantado alrededor de la última fundación del santo, quien falleció aquí en 1562. Convento, iglesia y majestuosa Capilla Real, donde reposan los restos del franciscano, lugar de peregrinación para miles de personas. Y un museo alcantarino con valiosos objetos y documentos, además de la reproducción de la minúscula celda que ocupaba en el Palancar.

Junto a la Plaza Mayor, se localiza la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, gótica de salón de principios del XV, mandada construir por don Diego Hurtado de Mendoza sobre otra anterior del XIV. También el neoclasicismo se impone en este templo, en cuya capilla mayor se levanta el templete que fue del oratorio del palacio de Don Luis. La iglesia de Nuestra Señora del Amor Hermoso es del siglo XVI, y perteneció al antiguo convento de San Juan Bautista. En ella destaca la cúpula renacentista del altar mayor.

Frente a estas piezas hay que reseñar otros tesoros, como su rollo jurisdiccional, otorgado en 1393; la ermita de los Regajales, de origen gótico, y las numerosas muestras de arquitectura tradicional que se despliegan por los antiguos barrios musulmán y judío. Eso y el agua. El agua que salva el Puente Aquelcabos, medieval; el agua de las fuentes de Arenas y el agua que convierte las Cuevas del Águila en un verdadero sueño.