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Acuíferos que escupirán agua sucia. Riadas de tierras negras que invadirán los pastos con las primeras lluvias. Ayudas que llegarán lentas y con cuentagotas, si ... es que llegan. Levantar la vista y ver un paisaje que amas y ya no reconoces. Depender de la solidaridad de los demás para poder dar de comer al ganado. Es el previsible día después al que tendrán que enfrentarse todos los vecinos de los pueblos de la sierra de La Culebra afectados por el descomunal incendio que ha calcinado más de 300 kilómetros cuadrados de esta comarca zamorana.
El día que las llamas empezaron a quemar su pasado, su presente y varias décadas de su futuro, se cumplían también diez meses del gran incendio de la Sierra Paramera (Navalacruz) de Ávila en el que se quemaron más de 22.000 hectáreas. Hoy, los vecinos de los 14 municipios abulenses arrasados se ven reflejados en el espejo de la desgracia de los zamoranos. «El día que se apagó el fuego empezó el día después», rememora la teniente de alcalde de Sotalbo, Ana Paramera. Su casa fue a una de las que entraron las llamas. No la perdieron toda gracias a las tres descargas de agua de un helicóptero.
Las imágenes de La Culebra les han traído de vuelta lo vivido hace apenas diez meses. En Sotalbo se quemó el 98% del municipio. Perdieron todos los pastos y 2.700 hectáreas de pinares. «La desgracia no vino sola -continúa Ana Paramera-. El primer día de septiembre que llovió los arroyos se tiñeron de negro». Después llegaron más lluvias y más intensas que provocaron inundaciones y destrozos ya que no había masa forestal para drenar las aguas.
El alcalde de La Hija de Dios, Miguel Monleón, recuerda un escenario parecido. «Sufrimos graves daños en caminos y acuíferos. Los ríos se contaminaron. Solo podíamos beber agua traída por cisternas». En su caso se quemaron las tres cuartas partes de la masa verde del municipio, cerca de mil hectáreas. Un año después, Monleón considera que su pueblo tuvo una relativa suerte. «Las lluvias han permitido una recuperación extraordinaria de los pastos. Yo no tengo demasiadas quejas de las Administraciones. Me han atendido casi siempre aunque aún hay algunas promesas incumplidas». Miguel cita la falta de desbroce de las zonas periurbanas y algunos caminos que aún no están del todo operativos.
Los tres ganaderos y sus 500 cabezas de ganado de La Hija de Dios (85 vecinos en invierno, cerca de 500 en verano) han sobrevivido gracias a la solidaridad. «Nos ha llegado paja y pienso de particulares, incluso de otras provincias. No hay queja por ahí», insiste el alcalde. A día de hoy siguen llegando camiones con alimento para los animales.
Ganaderos y agricultores fueron los principales damnificados del desastre ambiental de la sierra Paramera, una zona sobre todo de monte bajo y mucho pastizal. Sin embargo, y casi un año después, la prometida declaración de zona catastrófica del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que visitó la zona, «no se ha materializado», denuncia el presidente del sindicato agrario Asaja en Ávila, Joaquín Anto.
Anto asegura que los 300 ganaderos de la comarca y sus 30.000 cabezas «han seguido recibiendo comida y ayuda hasta hace una semana» y que aún faltan por levantar cercas y caminos para el ganado. También critica que «se sigue demonizando al agricultor después de un incendio». Se refiere a la Ley de Montes (artº 92) que limita durante cinco años el cobro de los fondos de la Política Agraria Común (PAC) a los suelos que no sean pastables. «Los ganaderos y agricultores de Zamora no deberían andar mendigando después de ver lo que ha pasado en Ávila», insiste el líder agrario.
Aunque el ganado vuelve a pastar en la zona, sus habitantes asumen que el paisaje se ha perdido por décadas. María Rodri regenta el alojamiento rural Matagacha en Sotalbo y al principio temió que una naturaleza calcinada 'quemara' también su forma de vida y espantara a su clientela. «De septiembre a diciembre tuve muchas cancelaciones. Avisábamos a todo el mundo de que estaba todo negro. Pero después la gente ha regresado. Tenemos la suerte de que el fuego apenas afectó a nuestra finca. Creo que mucha gente ni repara en lo que pasó».
Cuando se le pregunta por ayudas públicas, simplemente sonríe. «De ayudas a los particulares, nada de nada. Que se preparen los de La Culebra: dentro de un año, nada de nada. Pienso en ellos y me digo ¡pobrecitos!».
En septiembre, el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, visitó la zona y prometió un Plan de Recuperación a 10 años y con una inversión de 25 millones de euros. «Si, se ha publicado este mes. Llevamos diez meses esperando», lamenta la teniente de alcalde de Sotalbo, Ana Paramera, que está segura de que ningún político volverá a visitarles. «No han vuelto, pero tampoco serían bien recibidos».
Las retirada de las maderas quemadas, que tenía que estar completada en marzo, todavía se están completando ahora, lo que ha llevado a una asociación de la zona a presentar una denuncia en los tribunales.
Ana Paramera es además directora del colegio del pueblo. Ella y sus vecinos luchan por financiar y sacar adelante proyectos propios para recuperar la masa forestal de su término municipal. Se pregunta «¿qué ha hecho la Diputación con los fondos de la cuenta benéfica abierta?». Sus vecinos tampoco han tenido ninguna ayuda para resarcir sus daños caseros «más allá de lo que les cubra el seguro de cada uno».
En esta zona arrasada por el fuego ya han aprendido que, tras una desgracia así, construir un nuevo futuro lleva mucho tiempo y bastantes frustraciones. Y vuelven a mirar hacia La Culebra para entender mejor lo que les pasó a ellos. «Se iban a poner más medios tras lo nuestro y ya vemos que no -concluye Paramera-. No han aprendido nada. No asumieron los errores de Ávila y siguen viviendo con una política forestal del siglo pasado».
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