Pablo Pujadas Álvarez
Doctor Ingeniero de Caminos Canales y Puertos y profesor de Ingeniería de la Construcción en la Universidad Politécnica de Cataluña
Lunes, 4 de septiembre 2023, 13:07
110 años, ahí es nada, nos separan de la inauguración de la presa de El Burguillo y el embalse del mismo nombre en la provincia de Ávila. Su edad, que ya supera de largo el siglo de existencia, debería constituir un argumento suficiente para justificar ... la redacción de este artículo. Sin embargo, existen otras muchas razones para centrar nuestra atención en El Burguillo: se trata de uno de los embalses más antiguos de España y a su vez el más grande de la provincia de Ávila, además se enmarca en una ubicación de alto interés ecológico y medioambiental, y por si esto fuera poco forma parte de nuestro patrimonio y nos ofrece numerosos atractivos en sus inmediaciones.
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Dicho esto, y antes de entrar en materia, no me queda sino añadir que el objetivo de estas líneas no es otro que el de poner en valor los aspectos enumerados en el parágrafo anterior.
El caudal del río Alberche, que es el que da lugar al embalse de El Burguillo, se encuentra regulado en diversos puntos de su recorrido. Hoy nos acercaremos a la primera de las presas que cumplen ese cometido: la de El Burguillo.
El río nace en Fuente Alberche, en la vertiente sur de la Sierra de Villafranca en el Sistema Central, provincia de Ávila, a 1700 m de altitud y sigue su curso a lo largo de 177 km hasta entregar sus aguas al río Tajo a la altura de Talavera, en Toledo.
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Es en los términos municipales de El Barraco, El Tiemblo y Navaluenga donde el Alberche remansa sus aguas, retenido por la presa de EL Burguillo, dando lugar a un pintoresco paraje inundado de 14 km de largo, 910 ha de superficie y que alcanza una capacidad total de unos 208 hm3 , todo ello a 729 m de altitud.
La presa que forma este embalse fue un proyecto de E. Becerril y A. Peralba. Podemos afirmar que en estos primeros años del siglo XX la ingeniería en nuestro país se encontraba a un nivel semejante al de otros estados europeos en lo que a diseño y construcción de presas se refiere y que nuestros ingenieros nada tenían que envidiar a los de otras nacionalidades. De hecho, entre unos y otros se produjo cierta colaboración en momentos puntuales. Otra cosa diferente fue después de la Segunda Guerra Mundial en que España permaneció aislada del resto de Europa.
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No tuvo que ser fácil la ejecución del proyecto de El Burguillo si atendemos a la fecha de construcción de la presa y a los escasos medios mecánicos de que se disponía en ese momento: nada que ver, por supuesto, con lo que conocemos en nuestros días. Es este un aspecto que deberíamos valorar enormemente al traer a la memoria la ejecución de las obras de El Burguillo desde nuestra perspectiva a día de hoy.
No sólo han mejorado los medios mecánicos desde aquellas fechas en lo que a realización de infraestructuras de este calibre se refiere, también se ha avanzado mucho en los conocimientos científicos y técnicos a nivel de ingeniería y hemos asistido a grandes progresos en el tipo de materiales utilizados y el comportamiento de los mismos. Debemos considerar también grandes cambios en los factores sociales y económicos (trascendentales para la ejecución de un proyecto). Otra dificultad pudo venir de la escasez de mano de obra especializada en aquellos tiempos. En fin, los obstáculos y escollos no faltaron pero el proyecto se hizo realidad.
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La presa tiene 91,5 m de altura desde sus cimientos. Es del tipo gravedad, recta. Este es un tipo de construcción diseñada para contener grandes volúmenes de agua y conseguir que el propio peso de la presa por sí solo sea capaz de resistir la presión horizontal que el agua ejerce sobre ella. Entre los técnicos de principios del siglo pasado prevalecía la idea de que sólo las presas de gravedad ofrecían la garantía suficiente y necesaria de seguridad y estabilidad.
En El Burguillo se utilizó el hormigón y curiosamente se hizo uso de la piedra local que era transportada por vagonetas (los restos de vías por donde circulaban aún son visibles en el lugar) para su transporte hasta las 'machacadoras' que molían dicha piedra para la fabricación del cemento.
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La cota de coronación de la presa se sitúa en los 730 m y la de cimentación en los 638,5 m. La longitud de la coronación alcanza los 300 m. Dispone de un solo aliviadero que se regula mediante compuertas y tiene una capacidad de descarga de 1175 m3/s y de un solo desagüe con una capacidad de desalojo de 84800 m3/s (datos extraídos de la Sociedad Española de Presas y Embalses, Seprem).
Para alojar a los trabajadores durante las obras se construyó un poblado en las inmediaciones del lugar donde había que levantar la presa. Disponía de instalaciones como colegio o iglesia entre otras. Con el paso del tiempo, este poblado quedó completamente abandonado. La contratación de los obreros se llevó a cabo en una oficina de El Tiemblo, localidad que por esta circunstancia vio incrementada su población considerablemente.
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Una vez finalizada la obra y llenado el embalse, sus aguas fueron inicialmente destinadas al consumo humano, posteriormente se canalizaron par uso agrícola y hoy día la principal función es la generación de energía eléctrica.
Debido al estiaje del río Alberche, el embalse sufre descensos importantes de su nivel durante la etapa estival. Esto permite hacer visibles en ocasiones algunos tesoros anegados por sus apacibles aguas. Tal es el caso del puente medieval cercano a la presa que se ubica junto a la antigua aldea de Buro de la Puente. Se trata del Puente del Arco o Puente de Albarache, realizado en piedra y con cinco arcos desiguales. Un puente del que se conservan testimonios escritos de la época de los Reyes Católicos. Presenta un paso estrecho y un tablero en forma arqueada de lomo, con altos pretiles de protección en su zona exterior. Fue obra del arquitecto Pedro Cubillo, cuyos restos descansan en la catedral de Ávila.
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También se hacen visibles la torre del campanario y otras estructuras arquitectónicas del antiguo pueblo El Burguillo que aunque desapareció bajo las tranquilas aguas del embalse, consiguió inmortalizar su nombre transmitiéndolo al embalse y la presa. Dejemos ahora reposar estas reliquias bajo las aguas y levantemos la mirada. Así es como descubrimos el actual y moderno Puente Arco que cruza el embalse. Un impresionante puente de hormigón de un solo arco con 268 m de longitud y 165 m de luz. El puente fue proyectado por FHECOR Ingenieros Consultores. Este viaducto se encuentra a unos 500 m de distancia de la presa. Si hubiera que destacar alguna característica en el mismo, seguramente sería su esbeltez y ligereza. Su tablero tiene 12 m de ancho y un canto de 0,90 m. Para ir colocando las 17 dovelas de 4,90 m por cada lado se utilizó un carro de avance.
Dejamos el puente atrás y nos fijamos ahora en dos islas que aparecen en el embalse. Una de ellas, con aproximadamente una ha de extensión, se halla totalmente amurallada y con plantaciones de viñas, frutales y pinos. Junto al embarcadero se erige una edificación que emula las formas de un castillo. En la época de máximo estiaje se puede acceder a ella dando un paseo a pie. Otro islote se divisa en medio de las aguas. En él se levanta, orgullosa, una atalaya que se resistió a ser engullida por las aguas. Es la Torre Centinela que fue construida como torre de vigilancia y que da nombre a esta pequeña isla.
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Al principio de este modesto artículo poníamos de relieve el elevado interés ecológico y medioambiental del enclave donde se encuentran la presa y el embalse de El Burguillo. Mención especial merece en este sentido el Valle de Iruelas cuyos límites lindan precisamente con el embalse y que con una superficie de 8828 ha guarda en sus entrañas un tesoro natural. Es Reserva Natural, Espacio Natural Protegido, Patrimonio Nacional de Castilla y León y Zona de Especial Protección de las Aves. En el Libro de Montería de Alfonso XI se cita «la Sierra de Eruelas como buen monte de oso».
Es este un Valle con una brusca variación de la altitud ya que en sólo 10 km pasa de los 740 m a los casi 2000 m de algunas cumbres de Gredos. Esto da lugar a una gran diversidad de especies arbóreas: pino negral, pino laricio, pino resinero, robustos robles encinas, enebros…
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Aquí, una colonia de buitres negros, especie en riesgo de extinción, encuentra su hábitat junto a otras categorías de aves como el águila imperial o los milanos.
En estos parajes sería imperdonable dejar de visitar el conjunto escultórico de las cuatro figuras zoomorfas de origen vetón integrado por los famosos Toros de Guisando cuyo origen se remonta al siglo III a. C.
También por estos lares podemos pasarnos por un hermoso castañar donde encontraremos al Abuelo, como lo llaman los lugareños. Se trata de un castaño de unos 500 años con 19 m de altura y 16 de perímetro, aunque su tronco, en buena medida está hueco.
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A buen seguro los visitantes aficionados a la fotografía tendrán aquí la oportunidad de captar instantáneas de paisajes increíbles, por ejemplo desde el mirador natural del Puerto de Casillas donde se contempla una panorámica privilegiada del valle.
En fin, si bien todos los lugares a que nos hemos referido constituyen un remanso de paz, no es menos cierto que aquí también es posible llevar a cabo una actividad trepidante: senderismo, trekking, rutas a caballo, deportes acuáticos como el piragüismo o la vela, parapente, tirolina, pesca, bicicleta o simplemente paseos distendidos por las sendas que rodean el embalse. Por aquí abundan las pequeñas calas de fina arena, las piscinas naturales y algún camping, así que el visitante tiene donde elegir.
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Llegando al final de nuestro periplo por tierras abulenses y recordando el estado de abandono en que muchas zonas rurales se encuentran, merece la pena poner en valor rincones tan valiosos como estos.
110 años después de la terminación de la presa de El Burguillo vemos cómo esta sigue en pie y en fase de explotación. Su resistencia al empuje de las aguas sigue haciendo posible la existencia de un embalse que tantas satisfacciones nos sigue dando. Ya no nos queda sino instar a nuestro amable lector a acercarse a este lugar, si no lo ha hecho todavía, y descubrir sus múltiples e indescriptibles encantos.
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