![El color de Agustín Ibarrola inunda un centenar de piedras en plena naturaleza](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/pre2017/multimedia/noticias/201509/29/media/46855945--490x578.jpg)
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Pablo Garcinuño
Lunes, 28 de septiembre 2015, 20:47
«Hay que mirar más allá de la piedra, a las montañas y al valle Amblés». Agustín Ibarrola entiende su última obra, las 115 piedras que ha convertido en arte en la dehesa de Garoza, en el termino municipal de Muñogalindo (Ávila), como «un trabajo en y con la naturaleza». El artista vasco ha buscado la «simbiosis» total del granito con su entorno, de tal forma que, aunque no ha pintado ningún árbol, defiende con orgullo que el color se cuela entre el «ramaje».
Y es que «el color llena los espacios», afirmó este lunes Ibarrola durante la apertura al público de un espacio expositivo al aire libre que cuenta con 11 hectáreas. Mucho terreno para recorrer descubriendo hallazgos tan curiosos como «una especie de santuario» que el pintor ha dedicado a las vacas. Un día decidió seguir a estos animales y descubrió «un lugar con un poco de aire, mucha sombra y una roca grande con árboles» sobre la que plasmó su particular homenaje a los bovinos, los primeros en admirar su obra.
Desde ayer, todos los que lo deseen pueden descubrir las piedras que Agustín Ibarrola (Basauri, 1930) pintó entre 2005 y 2009 para demostrar, entre otras cosas, que «las rocas no solo producen edificios y murallas, también cultura». Supone la culminación de una serie de obras al aire libre que arrancó en el Bosque de Oma (Kortezubi, Bizkaia), realizado entre 1983 y 1987, y continúa con creaciones como Las Piedras de Arteaga (Bizkaia), El Bosque de O Rexo (Allariz, Orense), El Bosque de Olmos Secos (Salamanca) o Los Cubos de la Memoria (Llanes, Asturias).
Del País Vasco a Ávila
El artista llegó a este lugar de la provincia abulense hace diez años, invitado por Alfredo Melgar, propietario de la finca Garoza, ante la tensa situación que sufría en el País Vasco por su oposición al terrorismo de ETA. «Me pareció inaceptable que tuviera que vivir con escolta en su propia casa y que le dañaran las obras», afirma el que ha sido anfitrión de Ibarrola durante varios años.
No tardó en «enamorarse» del valle Amblés. «Me encontré con el afecto del mundo cultural de Ávila y los ciudadanos mostraron su solidaridad conmigo», recordó ayer el creador vasco, siempre acompañado por su característica boina. Además, descubrió que la «cultura celta» tenía «un poder tremendo» en la zona y decidió basar su obra en esta civilización, algo que queda simbolizado en una de las piedras pintada para simular un verraco. «Yo noté aquí que las culturas que nos habían precedido tenían mucha vigencia en la naturaleza», añadió.
Faltan inversiones
El proyecto inicial consistía en levantar en Muñogalindo la fundación Ibarrola, punto de encuentro para artistas y para la obra del creador vasco. La idea se abandonó por falta de financiación, hasta que, en 2012, la Fundación Asocio de Ávila cogió las riendas llevó a cabo un proceso de tres años de puesta a punto. Tras el repintado de las piedras, la adecuación de la finca a la visita pública y la construcción de un punto de información, la iniciativa, redimensionada a un presupuesto de 401.000 euros, es una realidad desde el lunes.
El propio artista, que ha cumplido ya los 85 años, no pierde la esperanza de poner en marcha el proyecto inicial, bien él o bien cualquiera de las personas que vienen detrás y que son muy capaces de continuar esta idea, aseguró. En ambos casos, se necesitan «grandes inversiones» para que «el bosque sea el punto de partida de un núcleo importante de desarrollo de actividad cultural».
De momento, además de las piedras al aire libre, el propio Ayuntamiento de Muñogalindo acoge una exposición semipermanente con dos esculturas, un grabado y nueve óleos de Agustín Ibarrola, unas obras que serán remplazadas dentro de un año por una nueva selección del artista vasco. El presidente de la Fundación Asocio, Carlos Jiménez Gómez, se refirió a este proyecto como «un recurso turístico de primer nivel» que servirá para «dinamizar el desarrollo» de los municipios del territorio. «Para Muñogalindo es un premio, una especie de Lotería», aseguró por su parte, el alcalde de esta localidad abulense, Pedro Pablo Pascual.
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