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Los abrazos no dados, las restricciones, el miedo o las distancias obligadas con la familia y los amigos afectaron y dañaron la salud mental de ... muchas personas. Llegó la ansiedad, la depresión o los llamados TOC (trastornos obsesivos compulsivos), sobre todo por el tema de la limpieza, de estar protegido, de no contagiarse. La psicopedagoga Ana Sánchez, que dirige un gabinete en Palencia desde hace quince años, atendió y aún atiende a pacientes con estas patologías.
También, dio un paso al frente y decidió crear en abril del mismo 2020 el Instituto Palentino del Duelo, para ayudar a superar en grupos las pérdidas derivadas del coronavirus. No era algo nuevo para ella, llevaba tiempo dando vueltas a esta idea tras haberse formado en terapia cognitivo conductual y haber trabajado casi dos años con grupos de duelo en Pamplona. «Cuando comenzó la pandemia, me pareció un buen momento. La idea ya la tenía trabajada y comencé a montarlo, darle publicidad y organizar mis sesiones de trabajo. Pero al final, mi experiencia es que es complicado hacer grupos en Palencia porque las personas mayores lo ven como algo natural, que hay que pasarlo. Y al ser una ciudad pequeña, se tiene miedo a que se rompa esa confidencialidad», explicó Ana Sánchez, al tiempo que argumentó que en los grupos de duelo hay unas normas y se firma una serie de consentimiento, donde lo que se habla en el grupo no se puede contar.
«Sí que me ha llamado gente interesada, pero a lo mejor uno lo hacía en marzo y otro en agosto, y cuando avisabas al primero, ya no está interesado. En lo de los tiempos me ha costado. Sí que he hecho muchas terapias individuales, pero de grupos, no», aseveró.
«En Pamplona me salían grupos de hasta diez personas. Y aquí sé que sí que funcionan en algunas asociaciones con tema adicciones», añadió.
No consiguió crear grupos de duelo, pero a nivel individual sí que ha tenido muchos pacientes como consecuencia de la situación que se vivió en pandemia. «Tuve muchos casos de ansiedad y depresión, y también de TOC, esos últimos relacionados sobre todo con la limpieza. Era necesario limpiar todo por el miedo a contagiarse y algunos pacientes lo tendrían más dormido y se les despertó con la pandemia. Esto les provocó una ansiedad tremenda. Es que en realidad los TOC es una parte de la ansiedad, pero más específico», explicó la psicopedagoga.
«Sí que tuve también muchos casos de depresión por el hecho de no poder salir, encontrarse solo, no poder ir a ver a un familiar si estaba enfermo. Todas estas cosas generaron depresión. Y también las pérdidas, claro», analizó.
Las muertes por coronavirus fueron un duro golpe por ser inesperadas en muchas ocasiones, otras entre gente joven o sin problemas de salud. Y, en muchos casos, se creó un sentimiento de culpa al haber estado lejos, por las restricciones, o no haber podido hacer más.
Después de los meses duros de la pandemia, con el confinamiento y el pico de muertes, llegó un perfil de paciente derivado también de la pandemia: los trabajadores de las residencias de ancianos. «He tenido muchos casos, sobre todo de auxiliares de enfermería, que trabajaban en residencias de ancianos. Estos pacientes es cierto que han llegado a posteriori y se trata de profesionales que algunos han tenido que pedirse bajas largas», explicó. «Igual en ese momento preciso no pidieron ayuda y meses o un año más tarde es cuando lo han notado y hay gente que ha necesitado pedirse un descanso», añadió.
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Volviendo la vista atrás y después de un lustro reconocía que «lo que más se ha alargado y aún pueden necesitar ayuda son estos trabajadores de los centros de mayores, que vinieron un poco más tarde y tengo algún paciente que acude a terapia porque sigue afectado». Reconocía que, en general, todos habían mejorado mucho y habían trabajado mucho en ello, «pero alguno sigue viniendo».
En principio no es algo generalizado el miedo a que vuelva una pandemia y los encierros se tengan que sucedes. «Los pacientes no me suelen decir que tienen miedo a que vuelva. Yo creo que lo ven como con mucha distancia, recordando todo lo que teníamos que hacer, como si se tratase de un tiempo muy lejano», reconoció.
Sobre el cambio a mejores que la pandemia iba a conseguir, la psicopedagoga Ana Sánchez reconocía que no lo había habido. «Yo pensaba que sí que iba a haber un cambio, sobre todo en las prioridades de la vida, que damos valor a cosas más superficiales y la pandemia fue como una bofetada que podría servir para más consciencia. Pero creo que no, que en un primer momento sí, pero que ya ha pasado y hemos vuelto a los mismos hábitos, a priorizar las mismas cosas que no tienen tanto valor. Pienso que volvemos al cada uno a lo suyo, a ser muy individualistas de nuevo», concluyó.
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