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Especial cinco años de la pandemia
Nacidos en tiempos de pandemia'Cuarentenials', 'pandemials' o 'coronials'. Así se denomina a la generación de bebés nacidos en plena crisis sanitaria. Ellos no recordarán la pandemia, pero sabrán ... que su llegada al mundo estuvo marcada por ella. Sus madres dieron a luz en medio del virus. Sus primeros años de vida transcurrieron entre mascarillas, restricciones y un distanciamiento social nunca antes visto. Los abrazos con los abuelos fueron tardíos o inexistentes en muchos casos, los paseos se limitaron y las interacciones con otros niños fueron mínimas durante una etapa crucial para su desarrollo.
En Valladolid, en el 2020, nacieron 3.250 bebés, (2.708 de marzo a diciembre). En 2021 fueron 3.020 los nacimientos registrados. En El Norte hemos hablado con las familias de Jorge, Jesús, Valentina tres pequeños nacidos en un mundo en pausa. Estos seis progenitores nos han contado que tuvieron que enfrentar la maternidad y paternidad de una forma completamente distinta a la que habían imaginado y con todas las medidas sanitarias que se aplicaban entonces.
Jorge, Jesús y Valentina nacieron en un contexto inédito y el testimonio de sus familias muestra como la pandemia marcó el inicio de sus vidas pero no definió su esencia. Son niños que han aprendido a vivir entre burbujas de seguridad y mascarillas, pero también a descubrir el mundo con la misma curiosidad y alegría que cualquier otro pequeño.
Jorge Vallejo Hernández nació el 24 de marzo de 2020
Faltan pocos días para que Jorge Vallejo sople las cinco velas de su tarta de cumpleaños. Es ajeno a los miedos e incertidumbres por los que pasó su familia en el momento de su nacimiento. Su madre, Ana Hernández, lo recuerda bien. Cuando ella y su pareja Juanjo Vallejo llegaron al Hospital Río Hortega, el panorama era desolador. «Fue un shock. Estaba todo vacío. Solo se veía la zona de triaje y alguna furgoneta fúnebre. Al entrar se me cayó el mundo encima», confiesa. Tuvo que someterse a una cesárea programada, un procedimiento que ya conocía por la experiencia con su primera hija, Neus. Sin embargo, esta vez todo fue distinto. La desinformación sobre el virus y el miedo a lo desconocido hacían que cada momento fuera angustioso para ella. «Apenas sabíamos nada de la Covid. No sabíamos por dónde nos iban a caer los golpes», reconoce Juanjo.
Tras el parto, Jorge permaneció cinco días en la unidad de neonatos. Ana y Juanjo iban a darle de comer, pero cada salida del hospital suponía un nuevo motivo de estrés. «Yo metía las manos en los bolsillos y no las sacaba para nada. Me aterrorizaba llevar el virus a la sala de neonatos», recuerda Ana, quien ni siquiera se abrochaba el cinturón de seguridad por no tocarlo. Su nivel de ansiedad era tal, que desarrolló una dermatitis severa en las manos por el exceso de lavado y desinfección. Fueron días de angustia hasta que pudieron llevarse a Jorge a casa.
Las restricciones impuestas por la pandemia impidieron cualquier tipo de visita. «Por un lado, estuve tranquila, porque pude estar a solas con mis hijos y mi pareja, pero también me daba pena que los abuelos y tíos no pudieran venir a conocerle,» comenta Ana. El reencuentro con la familia se hizo esperar. Los abuelos maternos, al no manejar las nuevas tecnologías, tardaron en ver a su nieto. «Recurrimos a una vecina, a la que mandábamos fotos del niño y ella se las enseñaba. Los abuelos paternos, en cambio, le conocieron por videollamada y cuando se relajaron las restricciones le vieron a distancia, desde la terraza», cuenta esta pareja.
Criar a Jorge durante su primer año fue una experiencia completamente distinta a la de su hermana mayor. «No pudo vivir las primeras experiencias, el contacto con otras personas o con otros niños,» relata Ana. «Los bebés aprenden a hablar fijándose en cómo movemos la boca, pero Jorge solo veía mascarillas. En la guardería, las profesoras a veces se ponían pantallas para que pudieran ver sus labios, pero fue complicado», dice Ana, quien vió como el miedo se instalaba en su día a día. «Estuve traumatizada. No podía salir de casa. En una de las revisiones del pediatra acabé hiperventilando. Fue horrible. No soportaba ver gente sin mascarilla cerca de mis hijos. Hasta hace un año, he evitado las aglomeraciones», prosigue.
Hoy, Jorge es un niño sano y feliz que disfruta de sus juegos y de los dinosaurios, su pasión. Aunque sus primeros años estuvieron marcados por el miedo, Ana y Juanjo han aprendido a mirar hacia adelante con la ilusión puesta en sus pequeños.
Jesús Mozo Barcenilla nació el 16 de mayo de 2020
Jesús Mozo Barcenilla es un niño inquieto, risueño y lleno de energía. Nadie diría que su llegada al mundo, el 16 de mayo de 2020, estuvo marcada por la incertidumbre de la pandemia. Sus padres, José Mozo y Azucena Barcenilla, recuerdan que el miedo al contagio fue constante durante el embarazo. «Nos impresionó la soledad del hospital. Estaba prácticamente vacío en aquellos días. Hubo pruebas y ecografías a las que sólo podía entrar yo y mi marido se tenía que quedar fuera. El día del nacimiento sí que pudo estar en la habitación conmigo, pero sólo podía salir bajo estrictas condiciones«, rememora Azucena, quien reconoce que aquellos momentos fueron totalmente diferentes a cuando nació Carlos, su hijo mayor. »Me provocaron el parto. Tras una revisión rutinaria me dijeron que me tenía que quedar ingresada. Me asusté mucho porque estaba sola. Pedí salir un momento para avisar a mi padre, que esperaba fuera. Luego vino José con la mochila y nos quedamos hasta que nació Jesús«, relata Azucena.
Sin embargo, la verdadera prueba comenzó al salir del hospital. «No podíamos arriesgarnos a que le besasen o le cogiesen, por eso mandamos un mensaje a la familia diciendo que agradecíamos mucho su interés por nosotros y por el niño, pero que no podíamos recibir visitas. Teníamos que protegerle ya que era muy pequeñín. Teníamos miedo al contagio. Hubo un brote muy grande en mi pueblo, Torrelobatón, y afortunadamente no lo cogimos ninguno«, recuerda Azucena. Los abuelos maternos le conocieron a los pocos días de nacer, en cambio, la abuela paterna no pudo ver a su nieto hasta que éste cumplió un mes. «Fue duro», confiesa Jose.
El confinamiento marcó la infancia más temprana de Jesús, pero no afectó a su carácter. «Parece que la pandemia ocurrió fue hace mucho, pero a la vez es como si el tiempo hubiera pasado muy rápido», dice Jose. «Con el mayor todo fue muy diferente. Todo el mundo le cogía y jugaba con él. A Jesús, en cambio, le cogíamos lo justo. Pensábamos que sería un niño tímido por no haber tenido contacto con otros niños, pero es todo lo contrario. Es muy abierto y sociable», añade Azucena.
Mientras Jesús juega, grita y salta cómplice con su hermano Carlos, sus padres sonríen. «Es un niño feliz, fuerte y, sobre todo, un terremoto», comentan orgullosos.
Valentina Montes Negro nació el 28 de mayo de 2020
Cuando Jorge Montes y Cristina Negro supieron que iban a ser padres, nunca imaginaron que vivirían esta experiencia en medio de una pandemia global. A las inquietudes naturales que todos los padres primerizos sufren durante el embarazo y el parto, hubo que sumarle las derivadas por la crisis sanitaria, que no fueron pocas.
Valentina llegó al mundo el 28 de mayo de 2020 en el Hospital Río Hortega de Valladolid. Hoy, con casi cinco años, esta pequeña es una niña adorable, de preciosos ojos azules, sociable y siempre sonriente.
Esta pareja pasó el confinamiento en Arrabal de Portillo, el pueblo de Jorge, donde intentaron sobrellevar la espera con la mayor tranquilidad posible. Sin embargo, el encierro que en principio iba a durar 15 días, finalmente se alargó y trajo consigo algunas complicaciones. En abril, Cristina sufrió un fuerte lumbago y no pudo contar con ayuda de fisioterapeutas ni con la medicación adecuada, lo que hizo que esa etapa fuera aún más dura para ella. Tampoco pudo ir a las clases de preparación al parto que, como madre primeriza, «le hubieran venido muy bien». El momento más difícil lo pasaron cuando los médicos advirtieron que la niña no estaba creciendo al ritmo esperado y que debían adelantar el parto. «Nos informaron en la semana 37 que tenía que ingresar. Ese fue el peor momento», recuerda Cristina. Aún les faltaban cosas básicas como el carrito, que no habían podido recoger debido a las restricciones. «Finalmente, todo llegó a tiempo», cuenta Jorge con alivio.
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A pesar de las circunstancias, Jorge pudo estar presente en todo momento. «Me dejaron entrar en el paritorio y luego, en la habitación, podía salir y entrar cuando quisiera. No hubo visitas y eso hizo que estuviéramos muy tranquilos», relata. Valentina y su mamá permanecieron cinco días en el hospital antes de recibir el alta. Fue precisamente la salida del hospital, el momento más emotivo. Allí estaban los cuatro abuelos en la puerta, esperando ver por primera vez a su nieta. «Mi hermano también vino a conocerla. Por supuesto, todos con mascarilla y con el máximo cuidado», recuerda Cristina.
Hoy, Valentina estudia 2º de Infantil y es una niña aplicada y muy sociable. «Según parece, los niños nacidos en 2020 tienen algunas dificultades para socializar, pero Valentina es todo lo contrario. Es muy alegre y no le cuesta nada relacionarse con otros niños. Está deseando hacer amigos», añade esta familia.
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