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«Fuimos unos valientes, ¿verdad?», pregunta para abrir la conversación el capataz del Servicio de Limpieza, Antonio Calvo, a sus dos compañeros de mesa: el ... sargento de Bomberos Juan Carlos Rodríguez y el enfermero del Área de Salud Oeste de Valladolid Fabrizio Evangelista, que asienten antes de comenzar a repasar cómo vivieron la irrupción de la pandemia del coronavirus y el confinamiento decretado en aquel 15 de marzo (domingo) de hace cinco años, que llevó al grueso de la población a encerrarse en sus casas y que dejó a profesionales como ellos en primera línea para combatir el temido virus.
«Miedo» e «incertidumbre» son los términos más empleados por estos tres trabajadores a la hora de recordar aquellos primeros momentos en los que, de repente, se vieron abocados a establecer de urgencias protocolos inéditos en la historia de este país para mantener activos sus indispensables labores cotidianas en Valladolid.
Fabrizio Evangelista Enfermero del Área de Salud Oeste de Valladolid
El enfermero Fabrizio Evangelista (Tricarico, Italia, 1979) recuerda cómo hubo dos fases fundamentales desde que el día anterior al confinamiento el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciara la declaración del estado de alarma que confinó a la población. «Primero tuvimos una fase aguda de incertidumbre, miedo y desconocimiento y después, a medida que transcurrió el tiempo y nos fuimos adaptando, llegó una fase, en cierto modo bonita, de esperanza cuando llegaron las vacunas», resume.
En su caso le tocó, en un primer momento, establecer protocolos de atención en su centro de salud, porque «había que atender a los enfermos de covid, pero también a los demás, protegernos nosotros mismos...»; después estuvo implicado en la puesta en marcha del 'covid car', instalado en el Río Hortega, donde se realizaban las PCR; y finalmente fue uno de los responsables de la elección y organización del centro cultural Miguel Delibes como espacio para dosificar las vacunas. ¿Por qué se eligió este edificio? «Soy enfermero, y también ingeniero, y finalmente se optó por este espacio que, aunque no era el mejor, sí permitía establecer, como al final hicimos, distintas líneas, como en una fábrica, con circuitos para ir atendiendo a todo el mundo por grupos de edad», recuerda antes de destacar que, aunque hubo «algunas quejas por las colas, por la marca de la vacuna..., sobre todo, por parte de los más jóvenes, creo que se hizo bien, se trabajó mucho y pudimos vacunar hasta a cinco mil personas al día».
Fabrizio incide en destacar aquella fase de la vacunación como un periodo de la pandemia «bonito» en el que «pudimos llevar la felicidad, dentro de lo duras que eran las circunstancias, especialmente a las residencias y, en general, a las personas mayores». Pero es que, reitera, «con las vacunas dimos esperanza a la población en general y una vía de salida a la pandemia después de tanto miedo y de tanta incertidumbre».
¿Estamos preparados para otra pandemia? Pues el enfermero considera que en cierto modo sí, pero acota que «aún tenemos que aprender mucho y estar más preparados ante esa posibilidad en cuanto a disponibilidad de recursos» y apunta que «también estaría bien ofrecer formación sobre cómo enfrentarnos a este tipo de situaciones».
Antonio Calvo Capataz del Servicio de Limpieza de Valladolid
Y también en primera línea durante el inicio de la pandemia estuvo el capataz del Servicio de Limpieza Antonio Calvo (Valladolid, 1974), quien coincide en recordar aquellos primeros momentos de «miedo» e «incertidumbre»: «Al principio todo era nuevo, no sabíamos nada y tuvimos que establecer protocolos prácticamente de un día para otro, buscar equipos de protección...».
Su labor, la de los operarios municipales de este servicio, no se limitó a limpiar, como habitualmente, las calles «en una ciudad que parecía Jumanji en esos momentos» o recoger la basura sino que también tuvieron que «fumigar vías públicas, autobuses... y, quizás lo más duro, realizar un servicio individual de recogida de basuras en las casas de personas mayores que no podían salir y a las que habían dejado de acudir sus cuidadores y asistentes habituales». Para esta última labor tuvieron que poner en marcha protocolos más que complejos que implicaban, al menos, a tres operarios. «Uno llamaba al telefonillo, lo limpiaba luego con lejía y abría la puerta; otro esperaba y desinfectaba las escaleras; y otro entraba con un capazo en el que el vecino metía sus bolsas», resume.
Y luego tocaba volver a casa, una fase también compleja para todos los profesionales que continuaron realizando su labor aquellos días: «Era un 'show', te desnudabas en el rellano para lavar la ropa y evitar infectar tu casa y a tu familia... fue una etapa de mucho miedo». Pero también vivieron en primera persona la solidaridad de la gente: «Nos dieron cafés, te invitaban a bocadillos cuando se podía y, sobre todo, veías cómo todo el mundo tenía muchas ganas de hablar, de darte conversación, y también se agradecía».
¿Estamos preparados para otra pandemia? El capataz de Limpieza cree que por un lado sí, pero considera que «posiblemente nos relajaríamos un poco más».
Juan Carlos Rodríguez Sargento de los Bomberos de Valladolid
Y también con «incertidumbre, miedo, incredulidad...» vivió aquellas primeras semanas de la pandemia el veterano sargento de Bomberos Juan Carlos Rodríguez (Valladolid, 1966), quien acababa de asumir la jefatura del servicio de formación y prevención de riesgos laborales. «Lo que menos te imaginabas es que aquel puesto se convertiría en un máster de prevención ante una pandemia», suspira. Y así fue. Los bomberos, cuyo trabajo habitual (accidentes, incendios....) se redujo notablemente por la falta de actividad en la ciudad, pasó a convertirse en un equipo prácticamente de «asistentes sociales para realizar auxilios en viviendas, algo que por desgracia ya venimos haciendo con asiduidad, a personas mayores que estaban solas en su casas». Para ello tuvieron que establecer complejos protocolos de limpieza y desinfección.
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Pero lo más duro del confinamiento, según recuerda el sargento, fue cuando tuvieron que acudir al hospital de campaña habilitado en la Feria de Valladolid a formar a los sanitarios para que «fueran autónomos ante accidentes a los que no pudiéramos acudir». Entonces vieron de primera mano que «la que nos venía era muy gorda» al ver «cómo estaba organizado aquello para atender a los vivos y para sacar a los muertos». El primer día que lo vieron, reconoce, «nos fuimos todos a casa hechos literalmente una mierda pensando en cuántas vidas se podían perder».
¿Estamos preparados para otra pandemia? Juan Carlos Rodríguez considera que la salida de la pandemia «ha hecho que todos nos relajemos y, ante otro caso similar, me temo que la incredulidad va a ser más grande entre la población en cuanto a las medidas de prevención».
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