Tecnología agraria. Tractores con sistemas de autoguiado o el riego controlado desde un teléfono móvil son solo algunas de las transformaciones que ha expermientado el campo en los últimos años con el objetivo de producir más con menos
La agricultura nunca ha sido una tarea sencilla. Ni para los de antes, ni para los de ahora. Aún así, no se puede obviar cómo la agricultura tradicional ha incorporado a lo largo de las décadas, distinta maquinaria con el objeto de conseguir mayores producciones con menores costes.
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Esta búsqueda de eficiencia ha supuesto que el campo, en la actualidad, esté sumamente tecnificado y que formen parte del día a día de los profesionales del sector, los sistema de riego automatizados, los sistemas de autoguiado de la maquinaria agrícola o que sea posible un control de las plagas y de la fertilización más preciso.
Tampoco se puede olvidar el manejo y análisis de los datos pues la digitalización, una de las apuestas de futuro, se considera la base de la cuarta revolución industrial.
Los ejemplos son, seguramente, los que mejor ilustran todo este proceso de cambio que no es tan lejano en el tiempo como se puede comprobar a través del testimonio de Ángel Fernando San Juan Velasco, agricultor y ganadero de vacuno de leche de la localidad vallisoletana de Villanueva de Duero.
«Realizo las labores de riego desde que tengo uso de razón», cuenta el profesional que este verano alcanzó los simbólicos 40. «Con ocho años iba a las tierras con la bicicleta y con diez, ya cambiaba algunos tubos en las tierras para poder regar». De este modo, se refiere a esos pesados tubos de hierro que hasta hace unos años había que mover varias veces durante la campaña de riego para que el agua llegara a toda la superficie y que «ahora, con la cobertura, se quedan todo el verano como están» en aquellas zonas en las que no se pueden poner otros sistemas como el pívot y no queda más remedio que seguir usándolo.
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«A día de hoy, el riego lo programo desde el móvil y no solo eso, los pívots te permiten inyectar abono líquido, todo en la misma aplicación». En el caso del abono, con estas nuevas posibilidades «se hace un uso más eficiente porque puedes hacer los tratamientos de varias dosis, según demanda el cultivo que así tiene una mayor asimilación».
Más control del agua
Además, con los programadores de riego, que mediante sondas detectan la temperatura y humedad del suelo, «tienes mayor control del agua, la dosificas mejor y haces más riegos por semana, no de una única vez, lo que te permite tener mejores rendimientos tanto por dosis de agua como por abono». Toda esta innovación ha posibilitado que una hectárea de maíz, por ejemplo, produzca «entre un 20 y un 30% más que con la agricultura tradicional de hace 20 años», reconoce este profesional que también es ingeniero agrícola.
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De igual modo, Ángel se declara «un superviviente, como muchos de mi época», cada vez que piensa en los antiguos tractores, en su caso concreto, el Barreiros de 80 caballos. «Te bajabas y te subías por la toma de fuerza para sacar el purín, no sé cómo no pasó nada, eran vehículos viejos en los que era muy fácil engancharse el pantalón». En esta obligada evolución agrícola, más acorde a los tiempos, «los tractores tienen freno de aire, como los de los camiones, todo se queda inmovilizado y en el caso del purín tienes un mando a distancia con la cuba por lo que no te bajas para manejar la cisterna, con el punto de carga que lo chupa vas a la tierra a tirarlo. No tiene nada que ver, ni por seguridad ni por trabajo».
En este sentido añade otros momentos que perduran con total nitidez en su memoria: «No se me olvida otra ocasión en la que estaba tirando basura con un tractor sin cabina a 11 grados bajo cero, y no solo eso, según estabas tirando saltaban las piedras hacia adelante, a veces te pasaban rozando, aunque nunca me llegó a dar».
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A medida que avanza la conversación, igual que ha sucedido en su explotación, Ángel no deja de añadir mejoras. «Ahora vas a repartir estiércol y lo haces con el autoguiado, vas haciendo las diferentes pasadas por la tierra, pero no se producen solapes, es decir, no pasas por lo que ya has pasado». Aclara que esto es posible gracias a diversos sistemas, «existe un sistema gps autoguiado RTK con tarjetas de precisión de dos centímetros y otros que tienen más de cinco centímetros de error». Esa es la mínima probabilidad de fallo.
«Con el autoguiado haces las pasadas en líneas rectas tranquilamente, sin esa tensión de tener que ir mirando todo el rato una señal, alguna piedra o la referencia que cogieras, eso cansaba mucho, ahora va el solo y se trabaja más a gusto».
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El vocabulario agrícola también incluye desde hace unos años la palabra ISOBUS, un sistema que en la actualidad, ya llevan casi todos los tractores nuevos, y que permite controlar tanto el tractor como los aperos desde un solo terminal virtual como un monitor, panel de control o pantalla.
«Todos los aperos como la empacadora, la sembradora o la abonadora van con este sistema de conexión universal que se conecta al tractor; de este modo te ahorras pantallas y a veces haces funciones con los mandos, sin más aparatos».
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No solo eso, «a través de estos sistemas cuando entras en una zona sembrada se corta la siembra, lo que te permite ahorrar semilla; además, ajusta la dosis exacta que necesita».
Toda esta tecnología, además de lograr una mayor eficiencia en cuanto a producción y a descenso de gastos, ha permitido al agricultor rebajar el trabajo físico aunque Ángel es de los que piensa que en la actualidad, «haces muchas más horas porque intentas coger más superficie para tener más capacidad de negocio y dividir los costes fijos».
Esto se justifica en el hecho de que «los tractores de ahora permiten al agricultor llevar muchísimas más hectáreas, antes un tractor te hacía cinco hectáreas al día y ahora puede hacer 20, se ha triplicado el trabajo diario, y es que antes los tractores eran de 100 caballos y ahora son de 200 caballos y más».
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Pasa lo mismo con los remolques, «antes llevabas 6.000 kilos y ahora son de 27 toneladas, lo más grande que te permite la ley actualmente».
Este profesional también destaca los casos de aquellos que se dedican a realizar trabajos a terceros y que, habitualmente, además labran sus propias tierras. «Esos tienen que estar al día de todo, si no, no pueden salir, tienen que tener lo último en maquinaria».
«Hay que ser muy bueno»
En general, a día de hoy quien se queda en el campo «debe ser muy bueno porque los márgenes son muy justos», sin dejar de reconocer que «con las ayudas se ha podido ir renovando el parque de maquinaria y tractores» que, por otra parte, requiere de inversiones muy fuertes de forma periódica.
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De manera paralela a la evolución tecnológica ha desarrollado su propio camino el aspecto medio ambiental. «Los profesionales cada día están más concienciados del uso de los fitosanitarios y abonos, se analizan más las tierras, antes se echaba y ya, ahora se mira todo más, hay mucho más control sobre el terreno porque la gente es más profesional».
Las propias casas comerciales brindan programas a sus clientes que, por ejemplo, permiten ver el estrés hídrico de la planta y les permite observar las necesidades de riego lo que se traduce en ahorro de agua y mayor producción.
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Este agricultor y ganadero también se pronuncia sobre el futuro del sector agrario y se muestra convencido de que «todavía me queda mucho por ver, por ejemplo que los tractores estén solos labrando la tierra, y en ganadería igual, faltan muchos avances, es tecnología que irán sacando a medida que se vaya agotando la actual».
En su opinión, desde el punto de vista agrario, en los últimos 25 años han marcado un antes y un después «los autoguiados o poder programar el riego, porque antes tenías que ir a regar a las tres de la madrugada y volver a las seis, eso era mucho trabajo».
Por otra parte, toda esta mecanización hace que cada vez sea necesaria menos gente en el campo aunque la disponibilidad de mano de obra es otro problema. «No todo el mundo está preparado para esto», asume, «hay algo que también comento con mi padre y es que ellos tenían más trabajo físico, pero se iban a dormir a casa todos los días; yo, y muchos como yo, nos damos auténticas palizas porque no tienes gente y ha habido semanas de dormir dos horas». Insiste en que «antes regaba 16 hectáreas y ahora riego 80, pero tengo que estar pendiente de todo, de cabeza te exige mucho más».
Por su casa han ido pasando diferentes personas para trabajar «pero hay gente que no aprende, están acostumbrados a palancas y aquí no hay; tienes que meter las coordenadas con las líneas que vas a hacer y hay gente que se pierde».
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Sobre los agricultores y ganaderos recae parte de la tarea de alimentar a un mundo cada vez más poblado, «eso es una realidad, y si dan ayudas es por algo, porque hay demanda de alimentación y no somos suficientes. Necesitas una infraestructura muy grande y una capacidad de gestión también muy grande».
En un mundo globalizado, el profesional está obligado a conocer lo que sucede en cualquier parte del mundo porque de una u otra manera, le va a afectar. «Ves día a día cómo va Chicago, si abre Ucrania, si Argentina tiene buena cosecha, porque en un mercado globalizado, de cerrar bien a cerrar mal, puedes tener 150.000 euros de diferencia». En su caso, cuando compra como ganadero, «si te resbalas, te puedes llevar una leche muy grande porque mueves mucho, por eso insisto en que uno puede ser muy bueno haciendo labores, pero ojo si te metes más de la cuenta, no todo el mundo tiene capacidad para llevarlo».
Esa visión global la consigue también viajando, conociendo otras realidades, y es habitual que cada año se traslade a Hannover, Alemania, para participar en su feria que un año se dedica a la agricultura y otro a la ganadería. Visitó esta ciudad el pasado mes de noviembre para conocer las últimas novedades.
Concluye que en el campo «no te vas a hacer de oro», pero a diferencia de otros sectores, «sí que es más seguro porque lo que tú produces se necesita: cebada, maíz, patatas, siempre hace falta, por eso nos salvamos un poco todos».
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La explotación agrícola de Ángel está orientada a la alimentación de su importante explotación de vacuno de leche por eso ensilan maíz y centeno, cultivan alfalfa o recogen paja, independientemente de todo aquello que necesita comprar.
Por último, menciona que hace unos años a la parte de viñedo en espaldera de la explotación la colocaron goteo, «y eso ha supuesto pasar de producciones de 1.000 a 10.000 kilos. De momento, el orujo se lo llevan a Galicia, lo pagan bien» aunque quien sabe si en un futuro, tendrá otro uso.
Mapas de rendimientos para conocer la producción
Los mapas de rendimiento son una herramienta más dentro del amplio catálogo del que dispone el agricultor. Ángel Fernando San Juan explica que «vas creando mapas de rendimiento cuando cosechas y así identificas en esos mapas las zonas de mayor o menor producción».
Esos datos se vuelcan en una nube y sirven de base para que a la hora de sembrar o realizar cualquier otro tratamiento, estén determinados los límites mínimos y máximos que se deben depositar.
«A las zonas que te han dado producciones de 1.000 kilos las asignas un abonado según ese rendimiento», añade, «en terrenos que son mejores echas más abono porque sabes que te lo va dar, pero donde sabes que no, es una bobada echar por echar».
En definitiva, se trata de seguir avanzando en esta línea de adecuar las siembras a las condiciones de cada parcela, maximizar la producción con menos costes, algo a lo que contribuye de manera directa estos sistemas de mapas de rendimientos que posibilitan tomar mejores decisiones dentro de la parcela.
Y es que, la agricultura del siglo XXI tiene por delante grandes y variados desafíos entre los que se incluye producir para una población que crece y que según los datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura), rondará los 10.000 millones de personas en el año 2050. De momento, ya somos 8.000.
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