Adolfo Galván. ganadero S. G.
Ganadería

«El ordeño es más eficiente con robots»

Adolfo Galván garcía ·

Ganadero. En su explotación, dos de estas máquinas realizan las labores de ordeño las 24 horas del día. Mediante un sistema de collares, también se detecta si el animal está en celo, los parámetros de rumia y la ingesta, que indican el estado de salud de la vaca

Silvia G. Rojo

Salamanca

Viernes, 16 de diciembre 2022, 00:07

odría seguir como mecánico de helicópteros en Logroño, quién sabe, pero su elección final fue otra y en 2001, decidió dejar esa profesión para dedicarse al vacuno de leche, a la explotación familiar que en esos momentos regentaba su padre.

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«Siempre venía los fines de semana, pero hubo un momento, hace más o menos 21 años, que decidí empezar con mi padre». El Cantón es el nombre de la explotación que en la actualidad, Adolfo Galván Campos regenta en la localidad vallisoletana de Pollos, junto a su hermano.

Cuando echa la vista atrás recuerda esos inicios en los que «la sala de ordeño era de cinco por dos, lo que se llamaba en espina de pescado por la forma de colocarse las vacas, cinco a cada lado». Una vez que el ganado entraba en ese espacio, los pasos que seguía para el ordeño eran los siguientes: «Primero limpiábamos los pezones y luego, manualmente, había que poner las pezoneras, esperar unos minutos hasta que terminase y retirarlas». En función de la época del año había más o menos ganado para ordeñar, «podías estar, perfectamente, dos o tres horas por la mañana y otras tantas por la tarde».

Pero en ese proceso de modernización de las explotaciones aparecieron los robots de ordeño que, por otra parte, tampoco han dejado de evolucionar. «Con el robot el ordeño se hace automáticamente, las vacas entran ellas solas a una especie de cajón las 24 horas del día, siempre y cuando no se vaya la luz», sonríe Adolfo, pues a pesar de que no es lo habitual, «alguna vez pasa».

A través de una pantalla hace el seguimiento de las vacas y aprecia las que por un motivo u otro, «no han entrado ellas solas y tengo que meter». Insiste en que no es lo común, «normalmente no hay que ocuparse de ninguna, esto es por circunstancias concretas de alguna vaca que vayas a secar o algo así». Y aclara: «secas a las vacas cuando las das dos meses de descanso para el ordeño».

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El ganadero, pieza clave

A pesar de esta tecnificación, el ganadero sigue siendo la pieza fundamental y debe estar muy atento a todo lo que sucede a su alrededor, el contacto visual es primordial para el buen funcionamiento de la granja. «Si todo va bien te olvidas, pero aún así, todos los días hay que mirar si alguna vaca tiene mamitis, si salen a celo, si hay que pincharlas por algún motivo o hacer el mantenimiento del robot», aclara.

En esta explotación cuentan con dos máquinas de este tipo, «una ordeña por el lado derecho y otra por el izquierdo; su capacidad es de unas 60 o 65 vacas al día, aunque hay animales que pueden entrar hasta cinco veces la misma jornada por lo que aunque recibe muchas visitas, solo ordeña cuando corresponde».

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Las vacas están perfectamente identificadas a través de sus collares y en este caso Adolfo ha introducido, previamente, unos parámetros en el robot que tienen que ver con el número de litros de leche diarios que espera recibir la máquina de ese animal. «En función de esos datos, el robot considera si la va a ordeñar o no».

En un primer momento, cuando la vaca ya está encajada, el aparato procede a lavar las ubres y después, se colocan las pezoneras con la ayuda de un sistema láser que localiza los pezones del animal.

Una vaca de la granja El Cantón, durante el ordeño realizado mediante robot. S. G.

«El robot lo que tiene es que además de hacer un ordeño más eficiente del que hace una persona, te dice muchos más parámetros», comenta el ganadero. Pone como ejemplo el hecho de que «no todas las personas califican la mamitis con la misma gravedad y el robot siempre lo hace igual».

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Bienestar animal

De cara al bienestar animal, «la tranquilidad para la vaca es total porque entra al ordeño cuando quiere, nadie la molesta, es diferente, y además, tengo menos bajas, menos problemas de todo tipo porque va mucho mejor que la sala de ordeño», valora desde su experiencia personal.

¿A todas estas ventajas se une la de un menor trabajo para el profesional? Adolfo duda a la hora de responder y la conclusión final es que: «trabajo tienes mucho, pero más llevadero». Con estos sistemas se acabó aquello de estar todos los días a la misma hora para ordeñar, «antes tenías que estar todos los días a las seis de la mañana y ahora puedes venir a las ocho o a las nueve al día siguiente y no pasa nada, siempre y cuando sean días normales. Trabajo hay, pero es diferente».

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En relación a la evolución de estos robots, «los de ahora ya son los segundos que tengo, antes eran de otra forma, evolucionan, pasa lo mismo que cuando cambias de coche».

Está plenamente convencido de que en su sector «hay que estar siempre a la última, en el ganado y en cualquier cosa, y eso implica muchas inversiones de mucho dinero, las cosas valen mucho y hasta que las ves pagadas te tiras unos cuantos años». Estos dispositivos se idearon en Holanda en los años 90 y llegaron a España en el año 2001. El objetivo con el que nació la herramienta era el de atajar el problema de la falta de mano de obra y facilitarle la vida al ganadero.

Por suerte y, sin duda, por justicia, el sector está ahora mismo «bastante regular tirando a bien por el precio de la leche, pero venimos de años muy complicados, poniendo dinero y al final, con el ganado no puedes decir ahora cierro y abro en dos meses; si cierras, no abres».

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Aún así, y a pesar de que el litro de leche ronda los 0,60 euros en la actualidad, el aumento de costes a lo largo del último año ha sido una constante. El ganadero ha tenido que afrontar más del 40% de subida en los piensos, el 25% de los forrajes, más del 300% de la electricidad y el 60% del gasóleo. Estos factores han sido determinantes a la hora de justificar el cierre de 750 granjas durante el último año en todo el país, más de dos diarias, y muchos de los que han quedado han tenido que llevar al matadero parte de su cabaña ganadera para tener liquidez y aligerar sus deudas gracias al buen precio de la carne.

Cada vaca con su collar

Cada una de las vacas del Cantón porta un collar desde que son novillas. «Lo llevan pegado al cuello, al lado izquierdo, y emite un código que recibe una antena que detecta cuándo entran a ordeñarse con lo que sabemos qué vaca es».

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Pero no solo eso. «Con el collar detectamos los celos, las veces que la vaca rumia al día y las ocasiones en las que pasa la comida, es decir, los minutos de rumia y de ingesta». De media, las vacas rumian 550 minutos al día y se pasan otros 240 minutos haciendo ingesta. «Una bajada en la rumia suele ser un problema de algo y si se junta con la detección de una mamitis, tenemos unos valores muy buenos para detectar si la vaca tiene algún problema».

Adolfo alaba las bondades de un sistema que ya lleva implantado varios años y que a través de otra antena diferente, «puede detectar los celos y problemas internos de la vaca, una rumia baja puede ser indicador de que la vaca está al toro, con los gráficos vemos todos los datos».

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Revolución genómica

En vacas se implantó hace unos años la revolución genómica. «En la raza frisona se trabaja en esto desde hace muchos años por lo que hay una base de datos muy amplia de morfología».

Así, cada año recalan en esta explotación unos calificadores que ven cómo es la vaca de alta, de baja o cómo pisa. «Todo eso se mete en la base de datos y sabemos la morfología de todas las vacas hijas de un determinado toro».

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El ganadero vallisoletano también insemina a sus animales con semen sexado «y sé que la cría que me va a dar, en un 90%, va a ser una hembra».

A las novillas con a penas un mes de vida se las puede sacar sangre para hacer pruebas de ADN aunque en su caso prefiere tomar una muestra de cartílago cuando se coloca el crotal al animal. «Alos pocos días, con ese cartílago, me dicen lo que va a dar o lo grande que van a ser sus ubres con una fiabilidad muy grande».

Todos estos parámetros posibilitan la toma de decisiones y la mejora de los rendimientos de las explotaciones ya que se sabe lo que se puede esperar de un animal. «Ahora es época de dejar todo, pero en unos años haré descartes por genética».

El ganadero concluye que la evolución en su sector «está siendo muy rápida» pero considera que todavía «me queda mucho por ver aunque estoy muy avanzado porque me gusta estar a la última».

La edad media, 52 años

El sector del vacuno de leche deja muchos otros datos que no tienen que ver con el manejo de la propia explotación, pero que aportan una importante visión del mismo.

Así, la edad media de los ganaderos del vacuno de leche en Castilla y León se sitúa en 52 años, uno más que la media nacional, según refleja la Orientación Técnico-Ecónomica (OTE) del sector que también explica que el del vacuno de leche es «uno de los sectores ganaderos menos envejecidos» del panorama agroganadero nacional, dado que los 51 años suponen una caída con respecto a la edad media del resto de sectores, que supera los 55 años.

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El informe, elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y recogido por Ical, coloca la edad media de los propietarios de las explotaciones de vacuno de leche en Castilla y León dos años por encima de Navarra, comunidad con la edad media más baja, y cuatro por debajo de los 56 de Murcia, donde el sector está más envejecido a nivel nacional.

No obstante, la dimensión económica de las explotaciones rebaja la edad media, según revela la OTE, puesto que, con carácter general, esta se reduce al aumentar las UDE (Unidad de dimensión Econónima) de la explotación, que definen las dimensiones económicas de las explotaciones agrarias, hasta el punto de situarse en 47,6 años en el conjunto de España si la UDE es superior a 500.

El estudio también apunta que las personas jurídicas acaparan casi la mitad de la propiedad de las explotaciones de vacuno de leche de Castilla y León. En concreto, representan el 44,5% del total de propietarios de las 787 explotaciones existentes en la Comunidad, frente al 55,6% que suponen las personas físicas, un total de 438.

Ambas cifras sitúan a Castilla y León en el cuarto lugar tanto en relación al número total de explotaciones de vacuno de leche como en personas físicas propietarias de estas instalaciones, tan solo por detrás de Galicia, que acapara 6.563 explotaciones y 4.669 propietarios físicos; Asturias, con 1.759 granjas y 1.249 personas físicas al frente; y Cantabria, con 1.030 explotaciones y 669 propietarios físicos.

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Las dos primeras comunidades son las que bajan la media nacional de personas jurídicas comandando una explotación de vacuno de leche en el país, situada en el 35% y, por tanto, más de nueve puntos por debajo del 44,4% que representan en Castilla y León, según los datos de la Orientación Técnico-Económica (OTE) del sector.

Vacas de la explotación El Cantón en Pollos, Valladolid. S. G.

La región representa el 12,4% de la producción

Las cifras del vacuno de leche son muchas y en lo que a censo de reproductoras se refiere, al cierre del año 2021, en Castilla y León fue de 95.563 animales, pertenecientes a los 864 ganaderos que produjeron 903,2 millones de litros de leche.

Esta cifra representa el 12,44% de la producción total de leche en España, con las provincias de León y Palencia como principales productoras. Más del 85% de la leche que se produce en la comunidad, no sale a otras zonas del país.

Pero las cifras en cuanto al número de ganaderos no dejan de rebajarse mes tras mes. El año 2015 supuso un antes y un después y fue a partir de ese momento cuando se perdió la simbólica cifra del millar de ganaderos.

En Castilla y León había 1.472 ganaderos hasta 2015 y en 2021, tan solo quedaban 864 ganaderos con entregas de leche, según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Esto supone una caída del 41% de los productores en tan solo seis años.

Los últimos datos disponibles, los de septiembre de 2022, ya hablan de 804 ganaderos en la región, 10.849 en el conjunto nacional.

En ese mismo mes de septiembre, en la comunidad se produjeron 73.767 toneladas de leche. El descenso en la producción también se ha notado en los últimos meses aunque no se debe a un único factor y esto es algo que ya están sufriendo las pequeñas y medianas queserías a la hora de conseguir leche.

En cuando a la dimensión económica media de las explotaciones de vacuno de leche en Castilla y León, se sitúa ligeramente por debajo de los 385.000 euros, mientras que roza los 600.000 euros si el valor solo se refiere a la dimensión económica de las explotaciones con personas jurídicas como propietarias. En todo caso, ambas referencias se encuentran por encima de la media nacional, de 210.699 euros en relación al conjunto de las explotaciones y de 385.386 euros si solo se observan aquellas cuya propiedad pertenece a personas jurídicas.

La mayoría de las explotaciones de vacuno de leche de Castilla y León recibe ayudas de la Política Agraria Común (PAC). En concreto, 738 de las 787 que incluye la OTE realizada por la Dirección General de Producciones y Mercados Agrarios del Ministerio, lo que supone casi un 94%, ligeramente por encima de la media nacional, que se establece en el 93%, aunque no obstante alejado del cien por cien de las explotaciones de Aragón y la Comunidad Valenciana que reciben ayudas.

En términos totales, no obstante, Castilla y León es la tercera Comunidad con más ayudas totales para el sector del vacuno de leche de España, con 24,7 millones de euros, tan solo por detrás de Galicia (97,6 millones) y Asturias (26,4 millones). La mayor parte procede de la ayuda desacoplada, con un total de 16 millones de euros.

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