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El virólogo burgalés afincado en Nueva York, Adolfo García-Fraile. El Norte
«Nunca hubo un tiempo mejor»
Ciencia e Investigación

«Nunca hubo un tiempo mejor»

Adolfo García-Fraile lleva tres décadas en los mejores laboratorios del mundo. Cree que hay que trabajar para lograr «más anticipación» ante futuras pandemias sanitarias

Antonio Corbillón

Valladolid

Viernes, 16 de diciembre 2022, 00:08

El virólogo burgalés Adolfo García-Sastre es el director del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York. Lleva tres décadas en Estados Unidos centrado en la biología molecular de los virus de la gripe y del ARN y ha publicado más de 600 trabajos de investigación.

-El desarrollo del mundo digital ha ido en paralelo a la mejora del trabajo en los laboratorios. Lleva más de 30 años entre probetas y tubos de ensayo. Su formación el arranque de su carrera en Estados Unidos fue todavía en la era analógica ¿Cómo la recuerda?

-En los finales de los años 80 principios de los 90, cuando empecé a trabajar en un laboratorio de investigación, fue cuando ocurrió el 'boom' de la biología molecular. La posibilidad de clonar genes en plásmidos, junto con el desarrollo de la PCR que permite la amplificación rápida de genes individuales, nos dio por primera vez el poder estudiar rápidamente la función de las proteínas y el impacto de sus mutaciones.

Eso hizo que esa época fuera muy excitante para un investigador, ya que se podían hacer experimentos para entender la función de proteínas individuales en distintos procesos patológicos que antes tardaban años en solamente meses. Este boom de los 90 lo vemos ahora de nuevo gracias a los nuevos descubrimientos tecnológicos en secuenciación de DNA, en microscopía para visualizar organismos, células, estructuras complejas dentro de las células y las moléculas que las forman, y en introducción de cambios genéticos. Si en los 80 podíamos por primera vez estudiar rápidamente la función de una proteína, ahora podemos estudiar el impacto de cada una de las proteínas de nuestro genoma (más de 30.000) en un proceso biológico (por ejemplo, en infecciones con patógenos) en el mismo tiempo que antes tomaba una sola.

Eso ha dado lugar a que la cantidad de información que se obtiene de un experimento es tan grande que para analizarla se necesitan computadores y el desarrollo de programas informáticos que procesan mucho más rápidamente la información que nuestro cerebro.

-Llegó a EEUU con una beca en 1990. ¿Cómo se produjo esa progresiva entrada y adaptación al trabajo digital?

-Ha sido una revolución. Los avances tecnológicos han sido tan rápidos que todavía tenemos el problema de que generamos más información de un experimento de la que podemos analizar. Eso ha hecho que, para poder hacer investigación puntera, se necesita ahora colaborar con bioinformáticos.

-¿Hasta qué punto estos avances puramente técnicos han transformado la vida interna de laboratorios como los suyos?

-Lo más impactante es que ahora podemos avanzar mucho más rápidamente en entender procesos biológicos, lo que hace el ser investigador en esta época muy interesante. Nunca ha habido un momento mejor tecnológicamente para un científico que el momento en el que estamos. El problema es la escasez de financiación que hace difícil el poder trabajar en ciencia a no ser que seas muy competitivo.

-El acceso actual a todo tipo de documentación, a trabajos de otros laboratorios,... o el Open Data ¿Se podría establecer cuánto han acelerado el trabajo de investigación que antes suponía años y años?

-Lo más importante ha sido el establecimiento de bases de datos, donde experimentos que generan gran cantidad de datos son depositados, de tal modo que cualquier investigador tiene acceso a ellos, y los puede contrastar con otros suyos o de otros laboratorios.

No solo vacunas

-Investiga en virus y en ARN. Algo que nos ha colocado ante un enorme reto en los últimos tres años. Y que ha provocado la suma de esfuerzos público-privados para vencerlo. ¿Estamos entrando en la era de la ciencia como sistema global capaz de dar respuesta a retos globales?

-Dentro de lo que cabe, tuvimos suerte con SARS-CoV-2. Tuvimos enseguida vacunas que han sido muy efectivas en prevenir enfermedad severa. No todas las pandemias necesariamente se pueden mitigar por vacunación con las tecnologías disponibles hoy en día. Por ejemplo, no tenemos todavía una vacuna efectiva contra el VIH, a pesar de años y años de investigación en una vacuna.

Pero al menos tenemos un mejor armamento de estrategias vacunales validado contra posibles patógenos del presente o del futuro. Es muy probable que tengamos dentro de poco una vacuna contra el virus respiratorio sincitial, que junto con la gripe y ahora el SARS-CoV-2, es el que produce más casos de hospitalizaciones por enfermedad vírica respiratoria.

-Tras esta dura experiencia ¿Ha cambiado la percepción social de la necesidad de invertir en ciencia, incluso en tiempos de crisis económica?

-Si algo ha puesto en evidencia esta pandemia es que los científicos tenemos que hacer un mayor esfuerzo para comunicar lo que sabemos al público general de una manera que se entienda y basada en los datos actualizados. Si no, esa comunicación es capturada por personas que hablan más por intuición que por datos reales.

-Los actuales medios digitales y los que están por llegar (redes más allá del 5G, algoritmos más precisos...) ¿podrían ayudarnos a anticipar riesgos como futuros coronavirus?

-Lo más importante es estar preparados para responder. Sería mucho mejor el poder anticipar lo que va a ocurrir en cuestión de futuras pandemias para prevenirlas antes de que ocurran. Pero aún no se ha logrado eso. Necesitamos seguir trabajando en ciencia para desarrollar vacunas y terapias de amplio espectro que cubran posibles virus pandémicos, no solo los que tenemos ahora. Y el estar preparados en el caso de una nueva pandemia para responder rápidamente es también fundamental.

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