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En este último cuarto de siglo, el avance de las redes sociales ha tenido, en paralelo, una gran influencia en el desarrollo y cumplimiento de los Derechos Humanos en el mundo. Amigo y enemigo, las redes han servido para denunciar y concienciar. Pero también para demonizar, manipular y polarizar.
Pocas personas conocen mejor esa evolución que el profesor de Filosofía del Derecho, Teoría del Derecho y Derechos Humanos y actual decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid, Javier García Medina. Es además director del Observatorio de Derechos Humanos y presidente del Comité de Ética de los Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León.
El Ayuntamiento de Valladolid le distinguió el 21 de marzo (Día contra la Discriminación Racial) por su labor en lucha contra cualquier forma de discriminación. Además ha participado en trabajos nacionales e internacionales como el libro 'Los Derechos Humanos en España. Balance crítico', que coordinó el catedrático de Derecho constitucional de la UVA, el vallisoletano Fernando Rey.
-¿Se puede hacer un balance global de cómo están esos derechos y cómo han evolucionado en el país en el último cuarto de siglo?
-Ha habido un cambio desde 2015 hasta ahora debido a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esos objetivos son una declaración política y tienen un valor declarativo más que otra cosa. Las metas que plantea son muy potentes para realizar políticas públicas. La ONU se dio cuenta de que había un fallo en su concreción y por eso los vinculó al desarrollo de los Derechos Humanos para reforzarlos con todo su cuerpo normativo. Se sigue viendo por parte de la ciudadanía y muchos estados como un 'derecho débil'. Es decir, no es lo mismo que el Código Penal... pero es derecho al fin y al cabo. Lo ratifican distintos tratados y convenciones, lo que obligaría a ser aplicado por los tribunales cuando surge el caso.
En esto enlaza con el artículo 10.2 de la Constitución que dice que los derechos fundamentales de los ciudadanos españoles se interpretarán conforme a los compromisos internacionales que tiene el Estado español.
-Esto se enlaza con los acuerdos internacionales. ¿Cómo se aplica en España?
-Sí. Ahí cobra especial relevancia tratados y convenciones. Son referentes normativos importantes para saber, por ejemplo, en qué consiste mi derecho a la libertad de expresión.... Para que esos derechos se lleven a la práctica, la ONU lanzó una metodología que es el enfoque basado en derechos humanos. Eso ¿Qué significa? Pues que la toma de decisiones políticas y públicas deben basarse en esa filosofía porque hay un compromiso como país. Conclusión: España está vinculada por los tratados internacionales y eso tiene una trascendencia en el contenido de nuestros propios derechos. Es importante a la hora de que España se vea ante el espejo de instituciones y tribunales internacionales.
-¿Cuál es el balance español ante ese espejo?
-Hay un mecanismo que es el Examen Periódico Universal que examina a todos los países. Y, por otro lado, está la responsabilidad ante los Tribunales Internacionales, en especial el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Éste, cuando tiene que tomar una decisión sobre, por ejemplo libertad de expresión (casos Willy Toledo, Strawberry (Def Con Dos), Otegui, ultrajes a la bandera, delitos de odio,...), ¿Qué hace? Aquí está el nudo gordiando. Utiliza la normativa que hay del sistema universal de derechos humanos de Naciones Unidas. Ahí se ve su eficacia.
-Es decir que la condición de débiles de los derechos humanos lo es cada vez menos.
-Así es. Otra cosa es que haya recursos y mecanismos para aplicarlos en el ámbito interno. Estos derechos un arma cada vez más potente. Por eso son un referente de justicia universal, ya un país los reconozca o no, sea autoritario o un régimen religioso que ampare o no esos derechos humanos. Cada vez tienen más poder... si se les deja. Hay una declaración de la Comisaría Europea de Derechos Humanos que dice que los poderes legislativo, ejecutivo y judicial deben aplicar el enfoque basado en derechos humanos. Porque es una forma de defender los derechos humanos. Y, si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer?
-¿Estamos peor que otros Estados de la UE? ¿Hay déficit de derechos humanos en España?
-Hay una falta de integración en las decisiones judiciales y del poder legislativo de buena parte del acerbo normativo de los Derechos Humanos. Hay derechos como a la salud, la educación que son básicos. Y luego está la respuesta real a preguntas como ¿en qué consiste el derecho a la educación? En todo caso, los derechos humanos no son una cuestión de buenísimo ni de caridad sino que es una cuestión normativa y jurídica. Porque, de no ser eso, nos los habríamos cargado. Todo lo demás es muy peligroso. Aunque parece que es lo que algunos quieren.
-Quizás habría que empezar porque a la sociedad en su conjunto le falta formación en Derechos Humanos. Igual que se habla de formación financiera, competencias idiomáticas... ¿habría que impulsarla en Derechos Humanos?
-Déjeme hacer un poco de historia. 1994: Naciones Unidas saca su Plan de Educación en Derechos Humanos. Ahí va marcando colectivos. En la primera oleada habla de maestros y educadores para ir avanzando en la materia. Después se fue ampliando progresivamente y ahora estaríamos en la quinta etapa. En cada una iba señalando nuevos colectivos que deberían ser educados: judicatura, fuerzas armadas, periodistas... En la actualidad señala a la juventud. Entre las medidas estaba la creación de planes nacionales de derechos humanos y de planes de educación en derechos humanos, que deberían ir unidos. La pregunta es ¿Y España?...
-¿Ni está, ni se la espera...?
-Efectivamente. Hubo un conato en el periodo 2008-2012 con el primer Plan Nacional de Derechos Humanos. En 2012 perdió su vigencia y se intentó poner en marcha otro plan que lideró Fernando Rey (también exconsejero de Educación de la Junta) y en el que estuvimos involucrados un grupo de profesionales... Al final, dimitimos todos porque se quedó en un cajón. La comisión creada se disolvió y decidimos hacer un libro porque el informe no iba a ser posible.
En resumen, la ONU marcaba la necesidad de crear Planes de Educación en Derechos Humanos. ¿Hubo algo de esto en España?... No. Lo único que hubo fue aquel proyecto de Educación para la Ciudadanía que era lo más parecido. Y ya conoce cuál fue la polémica. En resumen, hay una dificultad porque algunos partidos políticos no se atreven y otros no quieren.
-¿Qué precio tiene esta falta de conocimiento colectivo?
-Esto es una opinión personal, pero creo que estamos 'pagando el pato' de no haber educado a multitud de generaciones en uno de los elementos básicos del Estado de Derecho que son los derechos humanos. El Estado de Derecho tiene tres patas: 1) Imperio de la ley. 2) Separación de poderes y 3) Derechos Fundamentales.
Educar sobre el marco jurídico del lugar donde se vive ¿es adoctrinarlo?... Solo es enseñar algo que hay que defender, sostener y vigilar. La educación en derechos humanos ayudaría a desmontar todos estos populismos que nos invaden.
La invasión judicial es mala, la haga el partido que la haga. La Comisión Europea empieza a tirarnos de las orejas (junto a países como Hungría o Polonia) porque falla uno de los pilares del Estado que es la independencia del poder judicial.
-O sea que hemos avanzado muy poco como sociedad...
-... Probablemente habría que volver a empezar a explicar desde la A. Pensábamos que habíamos llegado al menos a la B... ¿Por qué? Porque a la gente hay que volver a explicarle qué es el racismo, qué es la discriminación, qué es la xenofobia. Y que todo esto es contrario al Estado de Derecho. Que las personas con discapacidad tienen plena capacidad, que no se puede odiar a las personas del colectivo LGTBi, que no se puede estar harto del discurso feminista. Puestos a estar hartos, lo estarán los miembros de estos colectivos que llevan muchos años aguantando, docenas de años este discurso. Y que nosotros llevemos cinco, diez, quince años o veinte años escuchando estos discursos, no deberíamos rasgarnos las vestiduras.
La Convención de la ley de Derechos de las Personas con Discapacidad se ratifica en España en 2008. Y yo me pregunto ¿qué ha pasado en los 2008 años anteriores con estas personas? Me gusta poner el ejemplo de mi hija que hoy tiene 22 años. Le preguntaron un día en clase '¿En qué etapa histórica te hubiera gustado vivir?' Y ella respondió 'siendo mujer, ¡en esta!'.
-Las redes sociales, ¿hasta qué punto han servido para amplificar los discursos y la causa de los Derechos Humanos?
-No voy a caer en el tópico de si esta generación está mejor o peor preparada. Lo que no puedo pensar es que mis herramientas ya no valen para el mundo actual, igual que sus herramientas estarían en fuera de juego si las trasladamos a los años 80 o 90. Pero hay reivindicaciones que tiene la gente joven que siguen ahí. Otra cosa es que estén movilizados, cosa que no ocurre. Sí me sorprende el que hace unos años había más valentía a la hora de exponer los planteamientos políticos. Me preocupa el retraimiento actual. Que se haya hecho un recorrido enorme para acabar en esto. Hay menos movilización social porque muchos de estos elementos se han integrado en el discurso.
-¿No han servido para amplificar el discurso positivo de los Derechos Humanos?
- No han favorecido demasiado. No digo que no lo hayan hecho, pero desde luego no en el incremento de la calidad democrática. No en la participación formada e informada, sino que se ha usado más para la desinformación e intoxicación. Estamos viendo como hay muchas iniciativas del Consejo de Europa, de la ONU, advirtiendo de esos peligros. Se suponía que venían a dar voz a muchos que no la tenían. Y, sin embargo, han generado una brecha en la participación y en la calidad.
-¿Podemos decir que esta sociedad es más igualitaria que hace un cuarto de siglo?
-El discurso sobre derechos humanos todo el mundo lo encuentra estupendo. Pero luego también dicen 'ya, ya, es que eso es muy difícil'... Hay políticas que van directas contra su línea de flotación. Se está produciendo una brecha social brutal. Y, lo que es más, se utiliza contra estos derechos aquello de 'ya estamos con los derechos y no hablamos de los deberes'. Es un discurso falso porque, cuando se habla de derechos, ya se está hablando también de deberes. Si hay que volver a explica esto ¡apaga y vámonos!
¿Castilla y León, que no es una de las comunidades más ricas del país, estaría por detrás de otras en avance y respeto de Derechos Humanos?
-Estamos en el mismo punto que el resto. Si analizamos por colectivos: se han incrementado los ataques al LGTBi, a las personas con discapacidad, de la que hemos sido testigos de un ataque directo del vicepresidente de la Junta (Juan García-Gallardo, Vox). Hay buenas iniciativas como la de atención e integración de las personas mayores. Pero esto supone reforzar todos los sistemas de salud y atención. ¿Lo vamos a hacer, sí o no? O los colectivos feministas y de igualdad, que están recibiendo menos fondos. O la violencia de género, que debería llamarse así y negarla no es conforme a los derechos humanos. Cuando escatimas mecanismos para establecer la igualdad, eliminar la violencia, formar a las personas en igualdad, etc, etc... estás en el mismo punto que otros.
-Y se nos olvida el derecho al clima, el futuro de las nuevas generaciones.
- Cuando se habla de todo esto, una de las primeras cosas que surgen son los desplazados climáticos. No es una cosa que va a suceder, ya está ocurriendo. Tiene sus ramificaciones en cosas que parecen invisibles como la entrada de grandes potencias y transnacionales en países afectados de África, Asia o Latinoamérica. Un mundo de 'Matrix' incontrolable que no estamos viendo.
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