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Las plantas fotovoltaicas colonizan cada vez más áreas de Castilla y León. Jose C. Castillo
Nuevas Energías: De cultivar cereal a plantar huertos solares
Nuevas Energías

De cultivar cereal a plantar huertos solares

La nueva fiebre de energías renovables convierte a Castilla y León en la mayor potencia nacional

Antonio Corbillón

Valladolid

Viernes, 16 de diciembre 2022, 00:09

«En lugar de cultivar colza, a partir de ahora cultivará kilovatios». El vaticinio, lanzado por el presidente de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), José Donoso, ya está aquí. Los proyectos de energías limpias se multiplican y colonizan cada provincia de Castilla y León con docenas de peticiones que hacen cola y hasta casi atascan la capacidad de tramitación de las Administraciones locales y regionales.

Es mucho más que «la nueva burbuja» de la que habla un sector sometido o todo tipo de oscilaciones en función de las campañas de apoyo fiscal de esas mismas Administraciones.

El debate e impulso de la 'energía verde' a nivel mundial, empujado por las exigencias del cambio climático, arrancó en el siglo XXI con un primer 'boom' que se frenó en seco con la crisis financiera de 2008. Tras unos años de dudas y despiste, una nueva crisis global (ambiental, sanitaria, económica) vuelve a colocar a las energías limpias entre los objetivos ineludibles de todos los planes de futuro. Castellanos y leoneses, españoles, europeos. Por no decir, mundiales.

En el caso de Castilla y León el maná que puede repartir esta nueva 'fiebre' es de tal dimensión que, solo con los más de 25.000 megavatios (Mw) que se están tramitando en Castilla y León, daría para cumplir el 65% de todo el plan nacional previsto por el Gobierno central hasta 2030 (casi 40.000 Mw).

Castilla y León es la comunidad líder en España tanto en potencia instalada en energías renovables, eólica y solar, como en la cantidad de energía limpia vertida a la red eléctrica española. El mix energético de la Comunidad ya permite que, en 2022, el 66,7% del total que llega a la red sea renovable. Son dos de cada tres kilovatios. La eólica sigue siendo la 'reina' (también fue la primera en llegar) con un 57,4%, mientras la fotovoltaica roza ya el 10% del total.

La Comunidad aporta casi el 20%, de toda la potencia instalada renovable en España. Y es líder en todas sus variantes. No solo en fotovoltaica. En energía hidráulica cuenta con el 25,7% y también en eólica, con el 22,8% de toda la potencia española para aprovechar el viento.

Horizonete 2030

¿Hasta dónde puede llegar el techo a este proceso? Parece que, de momento, no lo hay. La Junta de Castilla y León prevé un incremento en la instalación de la potencia de energías renovables en torno a los 3.000 megavatios para los próximos cuatro años. Así, el compromiso de instalación de energías limpias para la recién estrenada legislatura fija un crecimiento de la energía fotovoltaica de 2.000 megavatios, otros 1.000 MW de instalación de eólica y alcanzar los 7.300 MW de potencia instalada. El objetivo de instalación de energía eólica, acorde con las estrategias en materia de renovables europea y de España, en de 10.000 MW nuevos en el año 2030.

Los cálculos son sencillos. Cada megavatio de placas necesita dos hectáreas de terreno. Es decir, harán falta 4.000 hectáreas para cumplir los planes oficiales. Pero hay aprobados planes de concesiones de derechos de conexión a la Red Eléctrica (sin ellos no se aprueban los proyectos) que multiplican por siete estas cifras.

La nueva realidad energética, multiplicada por los efectos en el mercado energético de la guerra de Ucrania, obliga a pisar el acelerador a fondo en los objetivos de mejora de la eficiencia energética. En el caso de la región y, si los planes regionales, se cumplen en el horizonte de 2030, este proceso de adaptación a las energías renovables, debería mejorar la eficiencia en un 40%. En datos reales, supondría reducir el consumo en 2.815,8 kilotoneladas de equivalente en petróleo (ktep) y bajar las emisiones de CO2 un 21,3% (de 16,89 millones de toneladas en 2020 a 13,28 en 2030).

La mayor fuente energética que se prevé reducir es el gas natural (23,22 % menos), 'demonizado' hoy día como responsable del enorme incremento de la factura de la luz; seguida de los derivados del petróleo (8,29% menos) y la eléctrica (menos 1,66%). En su lugar, las renovables no eléctricas verán incrementado su consumo un 11,04%, irrumpiendo como nuevo vector energético el hidrogeno verde (H2).

No solo debería beneficiarse el aire que respiramos. Es una nueva economía la que está llamando a la puerta de todos. Esa carrera por la eficiencia energética en Castilla y León, prevé, de aquí al 2030, inversiones cercanas a los 13.000 millones de euros y la creación o mantenimiento de más de 350.000 empleos.

La 'biblia' que establecerá este nuevo 'catecismo' energético en la región será la Nueva Estrategia de Eficiencia Energética de Castilla y León hasta 2030, y cuyos 'apóstoles' deben ser los expertos del Ente Regional de la Energía (EREN). Y todo dentro de un marco general que ya estableció el Estado central en su Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC). Los Fondos Europeos de Resiliencia y Transformación serán la 'gasolina verde' que inyectará dinero en todo este proceso.

Nueva 'doctrina'

Y los 'mandamientos' de la nueva doctrina establecen los objetivos a alcanzar en una década: llegar a un 23% de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) respecto a 1990; alcanzar un 42% de renovables en el uso final de la energía, cifra que duplica el 20% del año 2020; llegar a un 39,5% de mejora de eficiencia energética en la próxima década; y contar con un 74% de presencia de energías renovables en el sector eléctrico, en coherencia con una trayectoria hacia un sector eléctrico 100% renovable en 2050.

La 'fiebre verde' lo embarga todo. Hasta los aeropuertos de Castilla yLeón anuncian que en 2026 funcionarán con energía renovable gracias a la instalación de grandes parques fotovoltaicos.

Sin embargo, ya hay muchas voces que reclaman equilibrio y ordenación en una apuesta que ya está cambiando el paisaje mesetario con los huertos solares y las laderas de las montañas con los molinos eólicos.

Ni particulares, ni ayuntamientos parecen resistirse. El emblemático Villalar de los Comuneros, en cuyas campas cerealeras se escribió la historia de Castilla, está en plena fase de transformación. En breve, habrá más placas que trigo. Los planes prevén instalar más de medio millón de placas. «Es muy difícil conseguir las rentas que prometen estas empresas con la producción agraria. Y el Ayuntamiento triplicará sus fondos», confesaba en su día su alcalde, Luis Alonso Laguna.

Wamba, Tordesillas, Torrelobatón, San Román de Hornija, Renedo de Esgueva... Resulta difícil encontrar áreas a las que no hayan llegado los cantos de sirena de la nueva electricidad.

A 'cucharadas'

Los ecologistas no dan abasto a hacer un seguimiento de planes que, en muchos casos, corren el riesgo de que se impongan «dinámicas especulativas y prácticas corruptas», advertía cuando empezó a definirse este fenómeno el portavoz de Ecologistas en Acción, Miguel Ángel Ceballos.

La más habitual consiste en 'despiezar' grandes proyectos en pequeños planes para lograr superar de forma más sencilla los trámites y expedientes de impacto que les exigen las autoridades. «Lo hacen a trocitos, a 'cucharadas' porque así entra todo mejor», reflexiona la portavoz de la Plataforma de Defensa del Valle Esgueva, Helena Sánchez-Reyes.

Solo en este valle, los diferentes planes desarrollados cubrirían unas 1.500 hectáreas. Algunos de sus Ayuntamientos han promovido iniciativas para declararse libres de estas instalaciones al considerar que sus inconvenientes son mayores que la riqueza que pueda aportar.

Una película 'As Bestas' (Rodrigo Sorogoyen) ha llevado a las pantallas el conflicto ciudadano que se desarrolla en muchos lugares entre defensores del nuevo maná y los que creen que el futuro no está ahí. Sorogoyen lleva su debate a la montaña gallega.

Pero es exportable a cualquier escenario de la España vacía. Muchos pueblos de la región están sacando lustre a sus cada vez menguantes argumentos para atraer economía y visitas. Hablamos de castillo, viñedos, naturaleza, pueblos con sello de otro tiempo. Urueña, culta y llena de bibliotecas, refleja bien ese escenario. Sus murallas y su atalaya desde cuyos muros contempla orgulloso los mares interiores de Castilla y los atardeceres más hermosos «quedarán cegados por el brillo de tantas placas solares, si se cumplen todos los planes previstos en la zona. Esa es la auténtica 'zona cero' del impacto de las fotovoltaicas», advierte Helena Sánchez-Reyes.

De hecho, la subestación que se ha previsto en la zona para evacuar la producción de todas las nuevas megaplantas tendrá una capacidad muy similar a la no muy lejana de La Mudarra, la mayor 'telaraña' de la distribución eléctrica del cuadrante noroeste de la península.

Además, un ingeniero industrial licenciado en la Universidad de Valladolid (UVA), Daniel Pulido, ha completado su particular enmienda a las expectativas de las renovables con un Trabajo de Fin Máster (TFM) centrado en el espacio real que necesita esta fuente para ser una verdadera alternativa, total y completa, a la demanda global.

Terreno sin fin

Para hacer su proyección ha introducido en su modelo de análisis toda la información disponible sobre las actuales tecnologías utilizadas en la producción de energía solar, en especial los materiales para los paneles solares. También lo que llama «intermitencia propia de estas energías renovables que acaban provocando una bajada notable de la eficiencia».

El resultado es más que llamativo. Alimentar a todo el planeta con placas «ocuparía 74 millones de hectáreas de suelo, un espacio que es 1,5 veces la superficie de España (el país abarca unos 505.000 kilómetros cuadrados). Un pronóstico que «no incluye los tejados ni las necesarias subestaciones y conducciones de cables. Por ello «la eficiencia de la tecnología así como dónde se localicen las plantas serán críticos en el diseño de futuros sostenibles», afirma este experto.

Un esfuerzo de apariencia quimérico pero que tendría al menos un gran impacto en las emisiones de C02 que están acabando con el planeta. Permitiría reducir las 14 gigatoneladas (mil millones de toneladas) que los humanos emitiremos este 2022 a casi una tercera parte y dejarlas en 3,6 en un horizonte de 20 años (2042).

Pero no todo son noticias que ponen en duda un futuro que o será verde o no será. El cluster CyLSolar reúne a más de 50 empresas dedicadas a investigar e impulsar las fuentes alternativas. Uno de sus proyectos es Go Agrovoltaica con el que «buscamos la convivencia para que lo solar no expulse al agrario y el agrario no nos vea como sus enemigos», explica la manager de CyLsolar, María Jesús Jiménez. Entre sus iniciativas en tres comunidades autónomas, incluyen tres huertos pilotos en Castilla y León. Para lograr esa convivencia ya reclaman «una normativa que defina este nuevo concepto de 'agrovoltaico'», explica Jiménez.

La propuesta es novedosa pero también ha llegado al congreso Nacional de Medio Ambiente (Conama) que celebró su Mesa Redonda Agrovoltaica para dar a conocer la práctica de la agricultura y de la generación fotovoltaica sobre un mismo terreno para producir sinergias entre ambas actividades.

Se persiguen mejoras en los cultivos, así como su protección ante fenómenos meteorológicos. Sumando la generación eléctrica, crece el rendimiento económico de la tierra. Todo ello debe contribuir a evitar la despoblación, a resolver conflictos por el uso del suelo, y en general a mejorar el medio rural.

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