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Elena Medel, el pasado mes de abril en Valladolid. / Ricardo Otazo
ENCUENTROS CON LA POESÍA

Elena Medel, poeta: «La poesía es una herramienta de diálogo y de discusión»

La joven autora cordobesa participa el martes en la Fundación Juan Manuel Díaz-Caneja en los IV Encuentros con la Poesía de El Norte

FERNANDO CABALLERO

Lunes, 12 de mayo 2014, 14:32

Cordobesa de nacimiento, Elena Medel es uno de los jóvenes valores de la poesía actual con más proyección de futuro. Sus libros 'Mi primer bikini' (2002), 'Tara' (2006) y 'Chatterton' (2014) así lo confirman. El último, recién publicado, ganó el Premio Loewe a la Creación Joven.

Publicó su primer libro con 17 años. ¿Publicar a esa edad prematura marca a un poeta?

De manera inevitable con excepciones, por supuesto, como las de Arthur Rimbaud o Claudio Rodríguez, que no es el caso, los poemas de esa edad no dejan de ser tanteos, ensayos de lo que podrá ser la obra posterior, y al publicarlos quedan ahí, con mayor o menor difusión, pero al alcance de los lectores. Creo que 'Mi primer bikini' contiene algunos hallazgos, muchos errores y ciertas experiencias de lectura, de escritura y de vida que ya no repetiré.

¿De 'Mi primer bikini' a 'Chatterton', cómo ha evolucionado su obra?

No tengo más claro qué quiero decir ni cómo, porque continúo preguntándomelo en cada poema, pero sí que a diferencia de 'Mi primer bikini' late en 'Chatterton' cierta conciencia de la escritura o, al menos, cierto conocimiento de los tiempos y modos en los que nace el texto. Mantengo algunos referentes y he cambiado otros, hay un trabajo con el lenguaje similar en ambos y diferente en 'Tara', y al fin y al cabo están escritos por la misma persona, que sin embargo ha vivido catorce o trece o doce años más.

La condición de mujer está presente en su obra de forma reiterada. ¿Utiliza la poesía para reivindicar determinados mensajes?

La escritura no es inocente. Quiero decir que un poema que no reivindique de manera explícita también expresa la postura del autor, su indiferencia o su desacuerdo, o simplemente su decisión de no ahondar y no mancharse las manos. Por eso mismo me parece interesante que la poesía se utilice como herramienta de diálogo y discusión, para subrayar qué marcha bien o qué marcha mal, o incluso para mantenerse al margen si quien escribe lo decide así.

Se ha definido como feminista. ¿Se refleja esto en su obra?

Sí, sin ninguna duda. Pero en mi obra se refleja que soy mujer y feminista, igual que se refleja que nací a mediados de los años ochenta, en una ciudad mediana del sur de España y en una familia de clase media-baja. Resulta inevitable que las circunstancias del autor o de la autora pesen, de una forma u otra, en lo que escribe: que decante según qué decisiones al ponerse a escribir.

¿En qué medida está presente la crisis en su obra? ¿Una crisis económica, social o de valores?

Una crisis global, desde luego. Estalló mientras escribía 'Chatterton', pero se fraguó mientras se fraguaban los primeros poemas. En el libro suenan voces que trabajan sin ver la luz del día, y se escuchan también las de los precarios, las de quienes deben exiliarse o las de quienes regresan a casa de sus padres porque perdieron su trabajo... y al mismo tiempo las de quienes padecen relaciones de amistad o de pareja basadas en el mero intercambio, en el qué te ofrezco y qué recibo. Nos falta empatía. En este sentido, me interesa mucho la teoría del capitalismo emocional de Eva Illouz.

Su obra está llena de mensajes. ¿Piensa que la poesía es el arma cargada de futuro de Celaya?

Pienso que jamás corrieron malos tiempos para la lírica, por seguir parafraseando y contradecir a Golpes Bajos, y que a la poesía le sobra presente y le sobra futuro. Que es un lenguaje que muchas veces trasciende la literatura, y se instala en otras expresiones, y que toca incluso a quienes no leen de manera habitual. Imparto talleres de escritura y me emociona ver cómo la poesía, su lectura o su escritura, concede un espacio y un altavoz a quienes no suelen disponer de ellos.

¿Por qué recuerda en su libro a Thomas Chatterton, que se suicidó a los 17 años?

Chatterton me brindaba varios símbolos: el más importante, el experimento entre la realidad y la ficción que él trazó con su propia vida y con su propia escritura, inventando poetas inexistentes y componiendo para ellos poemas de altura. ¿Cuánto de verdad esconde la poesía? ¿Qué lugar deja la autobiografía para la fabulación? ¿Deberían los libros de poemas, por tirar de ironía, incluir ese letrero de «basado en hechos reales»?

Los poemas de 'Chatterton' evocan escenas cotidianas, pero su poética trasciende lo cotidiano. ¿Cuesta traducir la realidad en un discurso poético?

Casi todos los poetas que en la historia han sido lo han intentado: hallar lo esencial en lo diario, algo así como una mística de la rutina. A mí me sirvieron ejemplos, hallazgos felices, como los de la poesía de Ángela Figuera Aymerich, que de escenas del día a día mujeres en el mercado, cuadros familiares obtenía poemas de una crítica social despiadada, o de Jorie Graham, que intelectualizaba figuras cuya presencia constante en nuestras vidas acababa despojándolas de trascendencia.

Las dos últimas ediciones del premio joven del Loewe quedaron desiertos. ¿La poesía joven no da la talla?

Más, incluso. El Premio a la Creación Joven se concedió por última vez en 2009. No me lo explico. La poesía joven da la talla, por supuesto: se me ocurren ahora mismo al menos veinte poetas menores de 30 años que escriben a un nivel altísimo, con voces muy diversas entre sí.

¿Se siente de la generación del 2000, como le incluyó Luis Antonio de Villena?

No lo sé. Las generaciones ayudan a los críticos, a los libreros y a los bibliotecarios, a todos aquellos a los que las etiquetas resulten de utilidad para su quehacer diario. Además, en mi caso, la localización generacional plantea un problema: yo comencé a publicar a la vez que poetas diez años mayores que yo, y los poetas de mi edad empiezan a publicar diez años más tarde. ¿Dónde estoy?

¿Qué caracteriza a esta generación?

Me siento muy afín a poetas como Yolanda Castaño, Antonio Lucas, Carlos Pardo o Julieta Valero, por ejemplo, pero también a Alberto Acerete, Berta García Faet, Luna Miguel o Unai Velasco. A todos ellos, de una u otra generación, los une un nuevo trabajo con el lenguaje, la conciencia de que las palabras no recrean, sino que crean.

¿Esta generación poética podrá superar el desencanto?

Yo me preguntaría, más bien, si esta generación a secas podrá superar el desencanto, y si la generación anterior disfrutará de una vejez tranquila, y si la generación posterior sufrirá las mismas carencias. El goteo de pérdidas quienes se marchan a otros países, quienes abandonan la vida de adultos para retomar la de adolescentes a los treinta añosno se detiene. No se trata de metáforas: esto es de verdad.

¿Cabe la esperanza en la situación actual?

'Chatterton', que es un libro sobre el desencanto y sobre cierta sensación de fracaso o, al menos, de que los sueños no tienen nada que ver con lo que imaginamos cuando el futuro se convierte en presente, es un libro al mismo tiempo de fe profunda en las palabras: en que, cuando los hechos fallan, el lenguaje está ahí para salvarnos. Prefiero ser optimista, aunque nos lo pongan difícil.

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