Miguel Ángel López
Miércoles, 23 de abril 2014, 22:05
El río Juncar no suele llevar mucho agua. En realidad es un arroyo, pero cuando hay tormentas y aguaceros recoge todas las vertientes y el caudal sube mucho en poco tiempo. Es lo que ocurrió la noche del Sábado Santo. El riachuelo creció, se salió del cauce y anegó varias casas de la pequeña población (45 vecinos censados) que depende del Ayuntamiento de San Pedro de Gaíllos. Llamaron enseguida al 112, y según dicen les tomaron nota del aviso. Pero no hubo respuesta a la llamada, la asistencia no llegó. Los vecinos se sintieron «en el desamparo más absoluto». Y hoy, todavía, están «indignados» y a la espera de que el servicio de Emergencias 112 les explique por qué no llegó la ayuda al pueblo.
Publicidad
El agua les arruinó las fiestas. El relato que hacen los residentes del pueblo y los familiares y amigos que estaban allí para celebrar los festejos de la localidad lo resume así uno de ellos: «Hubo casas anegadas, coches averiados por la tromba de agua y 42 ovejas ahogadas por la presión que se hicieron unas contra otras al asustarse de los truenos y el agua que entraba en la nave donde estaban guardadas».
Las consecuencias de la riada han sido peores para unos que para otros. Pero a todos les duele igual «la situación de desamparo». El vecino que llamó al 112, el único que tenía teléfono, está dispuesto a reclamar. Y el Ayuntamiento de San Pedro de Gaíllos ya ha pedido explicaciones. La alcaldesa, Esther Castro, se puso en contacto con el centro de operaciones del servicio, en un «intento de averiguar por qué la llamada de emergencia no tuvo efecto». Pero la respuesta que ha obtenido es que «se lo tienen que comunicar al particular que llamó», aunque advierte de que si siguen sin contestarle el Ayuntamiento intervendrá.
Castro recibió una llamada el sábado. Le informaron de que el pueblo estaba inundado para que cortaran el tráfico porque esta carretera es municipal. «Llamamos para decir que no viajaran porque entre Rebollar y San Pedro de Gaíllos estaba bloqueado. Pero nos dijeron que las actuaciones de emergencia ya las estaban haciendo los vecinos».
Éstos habían sacado las máquinas y habían comenzado a quitar la broza arrastrada por el agua, pero mucha ha quedado acumulada. También habían empezado a limpiar la carretera, por lo que los operarios del servicio de Vías y Obras de la Diputación se limitaron a colocar la señalización del corte al tráfico para seguir trabajando en otras zonas del término municipal donde había desprendimientos, según fuentes de la institución provincial.
Publicidad
Pero «a Rebollar no acudió nadie», señaló la alcaldesa. Y los vecinos aún lamentan que «tampoco hayan venido ni la Diputación ni los bomberos el domingo ni el lunes». Mientras, Esther Castro tiene previsto solicitar ayuda a la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) «para ver si nos ayudan a retirar la broza acumulada y en la limpieza del cauce». Ya pasó la crecida del agua, que en el bar de la asociación cultural de Rebollo y en algunas casas alcanzó 40 centímetros. «Lo peor es el desamparo. No concibo que llamaran al 112 y no tuvieran respuesta», comentó la alcaldesa. Los vecinos tampoco: «Aún no sabemos nada del 112. Nos iban a llamar para explicarnos porque no vinieron pero...».
«Sin ayuda de nadie, con nuestros propios medios y máquinas»
Una de las personas más afectadas por la repentina riada es Diana Sanz. «No podía entrar en casa, mi marido y mi cuñado estaban dentro, pero no funcionaban los teléfonos y el agua nos arrastraba, tuvimos que esperar a que bajara». Un vecino llamó al 112, «y nos devolvió la llamada, nos dijeron 'vamos para allá', pero no apareció nadie, ni el domingo ni el lunes».
Publicidad
En cuanto descendió el caudal, los vecinos se pusieron a limpiar como pudieron. «Sin ayuda de nadie de fuera, con nuestros propios medios y nuestras máquinas». Las calles han tratado de limpiarlas con mangueras, «pero hay montones de barro por todas partes y no sabemos cómo quitarlos», y en las casas han hecho lo que han podido; ahora esperan que se sequen.
Cuentan que el episodio fue «caótico, porque como eran fiestas todo el mundo se puso a trabajar con los trajes festivos, con los disfraces y con las palas». Y «con impotencia» por la falta de ayuda. «Menos mal que no había nadie en la peña de los niños, que quedó completamente inundada», comenta Diana Sanz.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.