FERNANDO DE LA CALLE
Lunes, 14 de abril 2014, 19:22
Tras varios meses de obras y decenas de miles de euros invertidos, este sábado se ha inaugurado la amplia reforma realizada en Nuestra Señora de la Asunción, la iglesia parroquial de Nava. A la misa acudieron, entre otros, el vicario general de Segovia, Andrés de la Calle, y el arcipreste de Coca-Santa María, Francisco Jimeno. En la homilía, el vicario dijo sentirse «admirado por los resultados de las obras, pues tenemos que estar gozosos». «Os felicito a todos porque a Dios hay que darle lo mejor. Los que habíamos conocido este templo, estamos admirados y queremos que lo gocen las nuevas generaciones, los hijos de nuestros hijos porque todos tenemos que ver en esto», se congratuló.
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De la Calle transmitió además la felicitación de parte del obispo de Segovia, don Ángel Rubio, señalando que acudirá a visitarla «más pronto que tarde» y deseando por último que el restaurado templo se llene a partir de ahora de «gente de todas las edades».
Por su parte, el párroco de Nava de la Asunción, Casimiro Lamparsky, sorprendió al numeroso público asistente cuando, tras agradecer a los presentes su asistencia, admitió ser consciente de las críticas recibidas por las obras. «Todas las críticas positivas, constructivas, son bienvenidas. Las que no son positivas, por un oído me entran y por el otro me salen. Así es, porque de todo hay», señaló desde el altar.
Beneplácito del alcalde
El sacerdote polaco quiso aclarar algunos aspectos por la polémica que ha envuelto la intervención desde su inicio. «Hace una año y medio que estoy en esta parroquia y después de un año de observarla y conocer a la gente, me metí en este jaleo porque el suelo de la iglesia estaba realmente mal, y la gente mayor tenía miedo de caerse; por eso me metí en este lío, para arreglar el suelo, que era el objetivo principal». «Algunos me criticaban diciendo que he venido a tirar lo que estaba hecho anteriormente; pues no, no es mi objetivo. Yo quiero continuar esta obra y mejorar lo que está hecho», agregó a la vez que tuvo un recuerdo especial para todos los sacerdotes que han pasado por Nava.
Hay que recordar que coincidiendo con el inicio de la reforma se disolvió la junta económica parroquial por las diferencias de sus componentes con la manera de gestionar tanto la actuación en el templo como otros aspectos parroquiales. La reforma también despertó las críticas de la oposición municipal y las dudas del alcalde, Santiago de la Cruz.
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«Las obras parece que no han quedado mal. Yo comenté que este tipo de piedra me parecía fría y temía que pudiese ser resbaladiza, pero creo que tras pulirla no será así», señaló el regidor, para quien el párroco tuvo también unas palabras: «gracias al alcalde por el apoyo anímico frente a algunas críticas, porque dinero no nos han dado», comentó Lamparsky sin detallar la cifra final invertida en los trabajos.
Detalles de la rehabilitación
Al finalizar la misa se informó al detalle de los pasos seguidos en la reforma desde que se suspendiera el culto el pasado 21 de enero. «Han sido casi tres meses pero lo importante es que hemos podido abrirla y acabar las obras para celebrar la Semana Santa», se felicitó el párroco. Según concretó, en primer lugar se empezó el arreglo del tejado con el cambio de las tejas rotas, se limpió y se quitaron los nidos de cigüeña.
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Los trabajos en el interior comenzaron picando los zócalos viejos que no dejaban respirar las paredes. Más tarde se retiraron las tarimas más superficiales y las que cubrían las sepulturas que aún permanecen en el subsuelo. Tras rellenar el suelo de zahorra, se ha puesto una capa de mortero bastardo de cal y arena, que se caracteriza por tener un endurecimiento bastante rápido, evita grietas de contracción y aumenta la plasticidad y adherencia.
A continuación, se colocó el suelo de piedra caliza de Campaspero «que luego ha habido que pulir, y este es el efecto que ha quedado, un suelo de piedra». «A algunos les parece más frío que el de madera; un suelo bonito, semibrillante», apostilló el párroco, quien también citó la renovación de la instalación eléctrica con 70 metros de cable trifásico desde el cuarto de la caldera hacia la sacristía. También se han colocado tres nuevos cuadros con diferenciales y automáticos, once puntos de enchufes y se han añadido seis columnas de sonido, se han cambiado micrófonos y amplificador.
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Entre las cuestiones que faltan por hacer está pintar las paredes, para lo que habrá que esperar un tiempo largo hasta que se sequen. Resta limpiar los retablos, especialmente el más grande y principal, «que tendrá que limpiarse y restaurarse para que recupere toda su luz».
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