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FERNANDO CABALLERO
Jueves, 9 de enero 2014, 23:09
El periodista palentino Gerardo González de Vega se estrenó como escritor en el 2000, año en el que apareció 'Mar brava', un libro que recogía historias de corsarios, piratas y negreros españoles como señalaba el subtítulo, y que ahora la editorial Miraguano ha recuperado en una nueva edición. González Vega no es nuevo en la editorial. El pasado mes de abril ya apareció en este sello su último libro 'Las riendas de la fortuna. Antología de historias portuguesas de aventuras ultramarinas'. A raíz de esta publicación, el editor le propuso reeditar su primera libro, del que aparecieron dos ediciones, que se agotaron.
Gerardo González de Vega reconoce que el libro 'Mar brava' se había convertido en «un objeto de culto por la calidad y por la perspectiva original con que se aborda la piratería española». «Más que la piratería, que es un nombre vistoso, lo que se aborda es la historia de los aventureros marítimos españoles, que nunca se había tratado de manera monográfica», señala para justificar el interés y el éxito del libro.
El escritor ha realizado una revisión de los textos, sin modificarlos sustancialmente, «ni en el contenido ni en la forma», según apostilla.
González de Vega señala que la perspectiva de cómo se aborda el tema es original. «Hay historias de la marina española, escritas por marinos, pero con un tratamiento en primer lugar académico desde el punto de vista historiográfico, y en segundo lugar, oficialista desde el punto de vista de la propia marina, pero la marina, como cualquier institución humana, no es siempre la misma, es decir no es igual la marina del siglo XVI que la del franquismo», asegura el escritor. «Mi interés no era solo académico, aunque el libro es muy riguroso en cuanto a la investigación y las fuentes, ni por supuesto oficialista. A mí me interesaban los hombres como aventureros, como actores de una aventura en el escenario más propicio al desarrollo de la iniciativa humana y al mismo tiempo más hostil a la iniciativa humana, que es el mar», puntualiza el autor de 'Mar brava'.
Gerardo González de Vega se sintió fascinado por «el hombre capaz de, por su cuenta y riesgo, realizar una acción no necesariamente moral, de hecho en la mayor parte de los casos esas acciones son absolutamente inmorales, pero se desarrollan por su cuenta y riesgo». «Es la diferencia entre el coronel de ingenieros que por orden de la superioridad política o del Gobierno de turno puede realizar hasta una masacre, y el hombre que por su cuenta, y persiguiendo un beneficio en general propio, realiza una acción arriesgada, y el mar es el escenario por excelencia realmente arriesgado para la acción humana. Tal vez el desierto es el otro escenario», apostilla el periodista y escritor.
El libro habla de piratas, corsarios y negreros, personajes que él diferencia claramente. El corsario, en su opinión, es «el navegante que con recursos propios, pero con una patente, es decir, con un permiso del gobierno de su nación, ataca las líneas de comunicación, principalmente comerciales, pero también militares, de una potencia enemiga». «El corsario es alguien que actúa bajo el amparo de la ley», puntualiza.
Los piratas son personajes que hacen lo mismo que los corsarios, «pero por su cuenta, sin permiso de nadie, con lo cual ataca más a los amigos que a los enemigos», apostilla el escritor palentino.
Finalmente, el negrero es el «que actúa bajo el amparo de la ley durante todo el tiempo en el que la esclavitud es legal y la trata es el principal negocio entre ambas orillas del Atlántico». «El negrero es un empresario. Hay un empresario negrero que es el que fleta el cargamento y el capitán negrero. En las travesías negreras morían más marineros que esclavos. Este es el perfil del negrero desde el siglo XV hasta la abolición de la trata en 1821. Luego está el negrero clandestino, que además de un ser inhumano que trafica con las vidas de otras personas, es un delincuente que transgrede el convenio de Viena. por el que queda abolida la trata de esclavos y se considera un delito la piratería», concluye Gerardo González de Vega.
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