Iñaki Martín Viso, junto a los restos arqueológicos de la Facultad de Geografía e Historia. / Almeida
SALAMANCA INVESTIGA

«Los recortes en Humanidades son agresivos»

Sus investigaciones arqueológicas, que también comprenden Portugal y Ávila, abordan los siglos de la alta Edad Media

R. R.

Jueves, 12 de diciembre 2013, 13:49

La Genestosa es una dehesa situada al sur de Ciudad Rodrigo, cerca del municipio salmantino de Navasfrías. Allí, en concreto en un yacimiento arqueológico, se le pudo ver trabajando, durante el verano de 2012 y también durante el verano y otoño del presente año, a Ikañi Martín Viso, un profesor bilbaíno que ha desarrollado toda su carrera docente en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca. Es en La Genestosa, aunque no exclusivamente, donde este prolífico docente lleva a cabo su intensa investigación de campo. Y en este caso específico, nunca mejor dicho.

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En realidad la vocación de Iñaki Martín por las excavaciones arqueológicas se remontan a los años de su tesina. Desde entonces este profesor titular de Historia Medieval se ha especializado en el estudio de un periodo difícil de investigar, como es la amplísima etapa histórica de la alta Edad Media, que comprende desde los siglos V al XI, justo desde el periodo romano y antes de la repoblación. «Desde el punto de vista de la Arqueología es un periodo muy difícil de estudiar, dado que no tenemos grandes monumentos, como sucede en otros siglos», puntualiza Martín Viso. El Ministerio de Economía y Competitividad financia las investigaciones, que prestan una especial atención a las tumbas excavadas en rocas, considerado como un elemento característico del paisaje rural alto medieval.

Su labor de campo no se ha limitado solo a Salamanca, sino también a la provincia de Ávila y a la región portuguesa de la Beira interior. No se descarta una tercera intervención arqueológica en el yacimiento de La Genestosa, aunque para ello será necesario tener asegurada la correspondiente financiación.

Antes de desembarcar en los yacimientos, resulta necesario documentarse y consultar previamente el inventario existente sobre el tema y todas las excavaciones que ya se han acometido. Después de ello, el investigador se dirige al yacimiento para acometer una visita detallada al espacio, inspección que técnicamente se cataloga como una prospección, que no es otra cosa que «una actuación no agresiva en la zona».

El itinerario de actuaciones prosigue, tras la prospección, con la intervención propiamente dicha en el espacio, que se delimita en forma de cuadrículas. En el caso de La Genestosa, un equipo de 15 personas, comandado por Iñaki Martín Viso junto con el arqueólogo Rubén Rubio, llevaron a cabo excavaciones que, al tratarse de una zona granítica, no tuvieron una gran profundidad unos 30 centímetros pero sí han permitido aportar hallazgos de gran valor. Ahí hay que situar los restos de las casas de una antiguo poblado, junto con un valioso material cerámico, correspondiente a los siglos VI y VII. Los investigadores también han encontrado fragmentos de pizarras numéricas, vinculadas presumiblemente a elites y grupos de mayor peso social que las gentes que vivían en el poblado, dedicadas a actividades puramente agrícolas y ganaderas.

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Pero no sólo los zócalos de aquellas antiguas casas, o los restos de cerámicas o los fragmentos de pizarras numéricas, han sido hallados en el yacimiento de La Genestosa. Por ejemplo, las dos campañas realizadas han servido para encontrar tumbas, justo «al lado del antiguo poblado». Este dato adquiere una especial relevancia, dado que en otras civilizaciones las necrópolis se encuentran alejadas de los asentamientos de población.

A la hora de cuantificar el coste de una investigación tan específica, que implica la salida al campo y conlleva desembolsos adicionales como el alojamiento y la manutención de los excavadores durante los aproximadamente 15 días que duran las expediciones, Martín apunta que «son relativamente costosas». El coste final oscila entre 6.000 y 7.000 euros, aunque a este montante hay que sumar otras partidas, como los costes derivados de la realización de analíticas posteriores de los restos arqueológicos. Esta labor se materializa en los laboratorios, con el fin de recabar datos que arrojen luz sobre la cronología y las formas de vida de quienes habitaron esos lugares.

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