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Davis y su mujer, Annie, junto a su hijo mayor en el Plza de Zorrilla de Valladolid
Baloncesto

El extraterrestre de Huerta del Rey

Nate Davis fue el primer jugador americano que con su baloncesto espectacular deleitó

V. BORDA

Jueves, 9 de enero 2014, 14:44

El Extraterrestre. Ese era el apodo de un alero americano que llegó al CBValladolid en la temporada 1979-80. Su nombre, Nate Davis (Columbia, Carolina del Sur-1953). Sus espectaculares saltos y su potencial anotador, algo fuera de serie, admiraron a una afición que le entregó su corazón. Ir a Huerta del Rey a ver al Miñón Valladolid era sinónimo de espectáculo si Nate Davis estaba en la pista. Los más viejos del lugar, aquellos que también harían luego la mudanza a un recién estrenado Pisuerga, se acuerdan de él, de sus números en un partido que jugó con la mano rota. Sus mates estratosféricos y su increíble salto vertical, más propio de un ser de otro mundo, encandilaron a dos ciudades, Valladolid y Ferrol.

Fruto de la arqueología periodística que practica el programa de Canal + Informe Robinson, Davis ha regresado a la palestra después de casi dos décadas y media de silencio. El día de Navidad, bajo el título Yo vi jugar a Nate Davis, ese programa tratará sobre la figura de este espléndido jugador de basket. Hace una semana recibió un homenaje en Ferrol y posteriormente pasó por Valladolid, donde se reencontró con su entonces compañero Carmelo Cabrera.

Nathaniel Nate Davis llegó a España en 1978 para enrolarse en las filas del Astakuak de San Sebastián de mano de José Antonio Gasca. El Valladolid, con el patrocinio de la editorial Griñón, ascendió ese año a la máxima categoría del baloncesto español. Ficharon entonces al Extraterrestre, que coincidió con jugadores de valía como Cabrera, Seara, Puente, Llano o Martín de Francisco, entre otros. Su conexión con Cabrera le convirtió en el rey del alley oops, una jugada que terminó siendo prohibida por la FIBA.

En esa primera campaña a orillas del Pisuerga, la 1979-80, Davis finaliza como máximo anotador liguero con una media de 29,7 puntos por encuentro. El Miñón Valladolid acaba noveno la competición.

En la temporada posterior, el CBValladolid da otro pequeño salto y finaliza sexto. Ahí no para la progresión, ya que en la 1981-82 el conjunto morado logra la mejor clasificación de su historia al finalizar cuarto. Fue la última temporada de Nate Davis en Valladolid. Hay quien dice que el club quiso renovarle, pero que el alero estuvo mal aconsejado y las cosas no llegaron a buen puerto. El de Carolina del Sur hacía las maletas.

Jugó a la temporada siguiente en el Obradoiro y las tres posteriores en el Ferrol, donde el jugador rindió a un nivel altísimo. Pero en la campaña 1985-86, Davis dijo adiós al baloncesto. El equipo ferrolano le cortó al fracturarse la clavícula en un partido en tierras catalanas. Pero esa no fue la verdadera razón de su adiós a las canchas.

La mujer de Davis, Annie, un auténtico pilar vital para el jugador, hacía caído enferma. Los médicos le diagnosticaron sida. La causa, una transfusión de sangre realizada por culpa de una hemorragia que sufrió después del parto de su segundo hijo en un hospital americano. Nate viajó a Estados Unidos para buscar un remedio. No fue posible. Annie falleció. El jugador, en su intentó deseperado de salvarla, se arruinó.

Con dos hijos y en una situación económica pésima, el club morado le echó una mano. Fue el 8 de octubre de 1988, aprovechando que se enfrentaban en Pisuerga sus dos equipos, el entonces Fórum Valladolid y el Clesa Ferrol. Se le rindió un homenaje tan merecido como sentido. Todo lo que se recaudó con ese encuentro entre castellanos y gallegos fue íntegramente al bolsillo del ya ex jugador. Además, el club morado abrió una cuenta en una entidad bancaria para que los aficionados y particulares pudieran ayudarle económicamente. Incluso se organizó una cena en el hotel Felipe IV la víspera del encuentro. El cubierto, que costaba 3.000 pesetas, iba destinado también a ayudar en lo posible al jugador americano. Davis se desplazó desde Estados Unidos y recibió el cariño de una afición y de una ciudad que no había olvidado sus mates y sus puntos.

Samuel Puente, que coincidió con Davis en el equipo, recuerda a Nate Davis. «Era un superatleta. Un fenómeno en el aspecto físico. Su juego era alegre, puro espectáculo. Tenía una grandísima capacidad ofensiva por encima de todo. Es el jugador, y mira que he visto jugadores a lo largo de mi vida, con mayor salto. Técnicamente era muy bueno. Excelente tirador, penetraba y resultaba imparable para el rival».

Puente asegura que la llegada de Davis a Valladolid «produjo el boom del baloncesto. Huerta del Rey se llenaba atraído por un juego en el que era fácil que hicieses 120 puntos, pero que también te los anotaran. No había tanto control del juego como existe ahora. Era muy distinto».

En el aspecto personal, Samuel Puente reconoce que «siempre fue una gran persona. Era muy familiar. Dejó buenos amigos en Valladolid».

«Nos hizo mejores»

El antiguo compañero del Extraterrestre rememora la conexión que tenía con un gran base como Carmelo Cabrera: «Con Carmelo resultaba muy fácil entenderse. Eran la referencia, pero había grandes jugadores en la plantilla como Seara, Llano o Martín de Francisco. Se formó un buen bloque, pero es verdad que Carmelo llevaba el peso del juego y Nate, los puntos. Aunque recuerdo un partido contra el Real Madrid en el que no estaba Nate Davis y que casi ganamos. Los tuvimos contra las cuerdas».

Puente recuerda muchas de las anécdotas que protagonizó el espectacular alero de Carolina del Sur. Cuenta que en los entrenamientos le colocaban una moneda en el borde superior del tablero y que Nate Davis era capaz de quitarla. Una muestra más de su extraordinaria capacidad de salto.

Arturo Fernández Seara, también compañero de Davis en su paso por Valladolid, cree que es el mejor jugador que ha pasado por el CB Valladolid. «Mucho se habla de Sabonis o de Oscar Schmidt, pero si Nate jugase en la actualidad seguro que estaba en un equipo de Euroliga. Era un grandísimo anotador. Tenía unos muelles por piernas que le permitían hacer cosas que no se habían visto hasta entonces en España», destaca.

Seara subraya que Nate Davis era «un muy tipo religioso, aunque según sus propias ideas. Muy familiar y amigo de sus amigos. No se prodigaba mucho en la vida social, pero era una persona muy querida en la ciudad. Nos hizo mejores jugadores. En mi caso, aprendí a ver espacios que antes no estaban ahí. Amplió mi percepción espacial».

Este exbase morado recuerda su talón de Davis, la defensa, algo que le impidió a decir de los expertos hallar su hueco en la NBA. «Alguna vez le chillábamos que defendiese algo, pero él se vaciaba solo en ataque».

Huerta del Rey vivió tres temporadas el lujo de ver volar un Extraterrestre muy recordado por estos lares. Puro espectáculo de muchos quilates baloncestísticos.

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