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ARTE

Antonio Vaquero, el profesor escultor

La Real Academia de Bellas Artes recuerda en una exposición la obra de este artista, medalla nacional de escultura y director de la Escuela de Valladolid

V. M. NIÑO

Jueves, 10 de octubre 2013, 20:25

Amigo de Baltasar Lobo y maestro de Ana Jiménez, la trayectoria de Antonio Vaquero está rodeada de grandes nombres de la escultura mientras que el suyo ha quedado ensombrecido por los infortunios que han rodeado a su obra y por su condición de docente. La Real Academia de Bellas Artes quiere dar a conocer la obra de este escultor vallisoletano y expone varios bocetos, trabajos previos, documentos y algunos originales en la Casa Cervantes. Es la primera de una serie de exposiciones que buscan acercar a los artistas relacionados con la ciudad. Antonio Vaquero fue miembro de la Academia, recibió la medalla nacional de escultura y dos veces la de Valladolid.

Dos de sus obras más conocidas han sufrido mudanzas y amputaciones. El Monumento a los Reyes Católicos, que se instaló primero en la Rosaleda, fue trasladado después al lado del Palacio de Congresos de la Universidad, donde se ha abierto una calle, y su destino final será el lateral del Palacio de Santa Cruz. El boceto de puntos de Isabel y Fernando puede verse en la exposición. Por su parte, el relieve del edificio de Sindicatos (Plaza Madrid) tiene su continuidad guardada en un almacén en los sótanos de dicho inmueble.

Vaquero, que vivía de la docencia Canarias, Coruña, Navarra y finalmente Valladolid-, se lamentaba de la falta de encargos y los que le llegaban le especializaron en escultura religiosa. Las congregaciones acordes con los vientos del Concilio Vaticano II le pedían esculturas exentas y relieves para renovar la iconografía de iglesias y conventos, y cinceló vírgenes maternales y san josés paternales hoy diseminados por la ciudad. Esa es la pena, por eso no se le conoce mucho, lamentaba Jesús Urrea, el catedrático y académico comisario de la muestra. Hoy en día su taller lo ocupa otra escultora, Belén González que trabaja junto a alguna obra de Vaquero de gran tamaño que no cabría en la exposición.

Como pedagogo, Antonio Vaquero elevó la categoría académica de su disciplina creando la cátedra de imaginería y abriendo una línea de publicaciones con monografías sobre Gregorio Fernández, Juni, Berruguete, etc.. Amigo de Cossío, de Delibes o Narciso Cortés, también sus firmas están en las tarjetas personales que pueden verse en la Casa de Cervantes.

Al final de su vida, en una entrevista en El Norte, declaraba melancólico que debía haberse ido de España para que su escultura hubiera tenido más trascendencia, como su amigo Baltasar Lobos en París, cuenta Urrea.

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