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E. Pahud./ Henar Sastre
Correcciones del maestro Pahud
Música

Correcciones del maestro Pahud

El virtuoso da una clase magistral a flautistas de toda España en Valladolid

V. M Niño

Sábado, 5 de octubre 2013, 19:45

Tres eran los elegidos y muchos los convocados que llenaron la sala de cámara del Auditorio Miguel Delibes ayer por la mañana. Unas cuatrocientas personas unidas por un instrumento, la flauta travesera, y su maestro más reconocido en la actualidad, Emmanuel Pahud. El virtuoso suizo dio una clase magistral a partir de la interpretación de tres solistas ante un público muy joven, ejemplar en su manera de estar y escuchar. Los convocantes: los profesores de la sección de flauta de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León: Dianne Winsor, Pablo Sagredo y José Lanuza. Los que se la jugaban delante de la mestro, los conejillos de indias que tuvieron el honor de ser corregidos por la admirada autoridad: Fátima Jiménez, André Cebrián e Ignacio de Nicolás. Los dos primeros titulados superiores del Conservatorio de Salamanca y el segundo acaba de ser nombrado solista de la Orquesta de Asturias.

Comenzó Fátima, la valiente. Se atrevía con el Concierto para flauta de Nielsen acompañada al piano por María José García López, profesora del Conservatorio de Salamanca. La pieza transcurrió mientras Pahud caminaba por el patio de butacas, en parte cerciorándose de que no había un equipo profesional de televisión. Se puede grabar, pero solo para uso doméstico, había advertido la vicepresidenta de la Asociación de Flautistas de España. El nuevo enemigo de la espontaneidad se llama Facebook. Acabó la interpretación y Pahud entra en acción. Cercano, dando consejos de colega, comenzó a desgranar lo que menos le había gustado de la interpretación. La valiente Fátima escucha más atenta aún que todo el auditorio, que estaba entregado. El maestro pide más expresividad y contraste, más atención al diferente carácter de cada página. Y comienza a hablar de Nielsen como uno más de la familia. Este concierto lo escribe para un amigo suyo de la Orquesta de Copenhague, como la mayoría de sus obras finales. Está enfermo y el médico le receta vitaminas. Se va de viaje por Suiza, Italia, y cada páginas es una impresión e su viaje que se mezcla con sus recuerdos daneses. Lo estrenó a su vuelta en París en 1926. Tiene dos versiones, una primera con las anotaciones de los primeros músicos que la tocaron y una segunda, sin ellas. Yo prefiero la primera.

Luego se centra en la interpretación, es una obra sin estructura por lo dicho de los paisajes de viaje, y eso es lo que hay que destacar en la interpretación, crear un sonido variado. El suizo, de ancho torso, le pide a la joven Fátima, con el suyo estrecho, que prevea la necesidad de aire en su cuerpo hay que respirar mejor antes para que luego no tengas que empujar el aire, sino que salga atural y aí podrás ampliar el sonido. También los labios deben estar relajados no prietos, cuanto menor el agujero que dejamos, menor el sonido. El maestro bromea, habla con su flauta, con su cuerpo, en ningún momento juega el papel de virtuoso de fórmula magistral intocable. La música, el estilo y la perfección se busca tocando, así lo demostró ayer.

A Fátima, toledana, le siguió André Cebrián, un gallego que a menudo toca como solista en la OSCyL, quien interpretó la Sonata de Prokofiev. Terminó Ignacio de Nicolás con Chant de Linos, de A. Jolivet. Después todos los presentes tuvieron ocasión de preguntar a Pahud, el hombre facilitador que inauguró esta semana la temporada de la OSCyL y presentó, antes que en ninguna tienda, en Valladolid su disco Around the world.

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