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Castrocontrigo, día 300 después de las llamas
MEDIO AMBIENTE

Castrocontrigo, día 300 después de las llamas

Con el plan de regeneración se han retirado ya el 75% de los pinos quemados en 5.600 hectáreas

J. I. FOCES

Lunes, 17 de junio 2013, 17:02

Pasan los días, las horas, las estaciones meteorológicas... y la sensación extraña no desaparece. Castrocontrigo, más de once mil hectáreas de hermosos bosques y montes arrasadas por el fuego a finales de agosto de 2012, sigue siendo un lugar casi inhóspito por culpa de las llamas que aún no se sabe quién provocó, pero que fueron incendiadas por la mano de un individuo con el que se aliaron las fuerzas del mal de la naturaleza, especialmente un viento que todo, o casi todo, lo convirtió en desolación. El verde lo transformó en negro, y la vida, en muerte.

Pasan los días, las horas las estaciones meteorológicas... y cada vez hay más solar en la zona quemada en agosto pasado. Se llega a estas alturas al día 300 después del incendio. 300 largas, casi eternas jornadas después de que el fuego campase por los respetos del monte leonés, 5.600 de las 10.555 hectáreas de masa arbolada que fueron pasto de las llamas ya han sido limpiadas por completo. Ya no tienen árboles. O, mejor dicho, y siendo exactos en la definición, ya no tienen en pie lo que quedaba de los árboles quemados. Los trabajos puestos en marcha por la Consejería de Fomento y Medio Ambiente para que esta zona leonesa, otrora un vergel, pueda llegar un día a recuperarse de la profundísima herida causada por el fuego, han conseguido que ya el 75% de la madera haya sido extraída.

Pasan los días, las horas las estaciones meteorológicas... Si el lector se acerca a esta zona, el ruido constante en el lugar es el 'brooouuumm, brrrrooooouuummm...' de las motosierras, seguido de un 'craaaaaahs' que producen los troncos al caer. Así uno y otro y otro. Un día, otro y otro. 'Brrrroooouuuummm' y 'crasshs'. En lugar del trino de los pájaros, por ejemplo. Si alguien algún día decide poner en marcha un estudio sobre los diferentes sonidos antes y después de un incendio forestal, el resultado, terrible resultado, será ese: donde antes había un pájaro cantando, ahora hay una motosierra. Terrible consecuencia añadida a la de la pérdida de masa forestal. Es el sonido de la destrucción, destrucción que alguien decidió un 19 de agosto poner en marcha y al que se sigue buscando con el fin de que un día pueda comparecer ante la Justicia para responder de su siniestra maniobra.

Cien máquinas y vehículos

En el bosque quemado de Castrocontrigo trabajan un centenar de máquinas y vehículos desde hace varios meses. Veinte máquinas procesadoras se encargan de cortar, desramar y hacer trozos los troncos y ramas. Otras 18 máquinas autocargadoras se dedican a la extracción de la madera y 60 camiones de gran tonelaje se encargan de transportarlos a los centros de transformación y distribución, ubicados en las comunidades autónomas de Cantabria y Galicia y en la provincia de Soria. Tragsa, Foresa, Rebofosa, Ecosistemas Bierzo, Ares forestal y Serfonor son las empresas que desarrollan desde finales de marzo de este año los trabajos de limpieza del monte de León en la zona de Castrocontrigo y pueblos aledaños.

Responsables del proyecto, que desarrolla, dirige y coordina la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, detallan que «el incremento de la demanda de madera regional está posibilitando destinos muy diferentes para la madera cortada» y que «las mejores piezas se están destinando a la industria del embalaje y a la construcción, aunque la mayor parte tiene como objeto final la transformación en fábricas de tableros y el aprovechamiento bioenergético».

Los trabajos de extracción de la madera quemada han permitido ya «apear y extraer» el 75% del total que arrasó el fuego, lo que en superficie se sitúa en torno a las 5.600 hectáreas de madera.

Contra las plagas y la erosión

En el proyecto global de recuperación de la zona colaboran con la Consejería de Fomento y Medio Ambiente el Ministerio de Agricultura, Medio Ambiente y Alimentación y la Confederación Hidrográfica del Duero. Precisamente, en colaboración con esta se desarrollan ahora trabajos para la construcción de albarradas. Consisten en pequeños diques construidos con troncos de madera, procedentes del mismo incendio, que «son cortados, troceados y apilados explican en el departamento que dirige el consejero Antonio Silván logrando una estabilidad transversal mediante el empleo de los mismos restos de los troncos, que se clavan en el terreno y actúan también de contrafuertes».

Estos diques, añaden los expertos, permiten frenar el arrastre del suelo y de materiales sueltos. Cuesta todo este proyecto de las albarradas 700.000 euros. Hasta ahora han sido instadas en la zona 51, de 1,2 metros de altura y diferentes anchuras. Además, en este trabajo de lucha contra la erosión, han sido colocadas más de 15.000 plantas de vegetación de ribera autóctona de 1,5 a 3 metros de altura, suministradas por viveros de la Confederación Hidrográfica del Duero, que alcanzan ya las 20 hectáreas de superficie total. Junto a ello, han sido limpiadas y eliminadas coníferas y se han preparado y mejorado robles y sauces en unos tratamientos de limpieza que suman ya las treinta hectáreas. El proyecto de lucha contra la erosión en la zona quemada incluirá también en las próximas semanas limpiezas de pasos de agua y construcción de badenes y puntos de agua que facilitarán la extinción en caso de que en la zona vuelva a producirse un incendio en el futuro.

Para el control de las plagas, una de las preocupaciones mayores de los técnicos que trabajan en la recuperación de la zona, por lo que puedan afectar a las futuras plantaciones, ya han sido analizadas todas las masas forestales y sus resultados han sido determinantes en el modo de proceder para la extracción de la madera.

La restauración

Pasan los días, las horas las estaciones meteorológicas... y los expertos medioambientales encargados del proyecto de recuperar la superficie que arrasaron las llamas en agosto pasado se encuentran ya en la fase, muy avanzada, por cierto, del diseño de la restauración vegetal. Este va acompasado, perfectamente, como si del engranaje de un reloj se tratara, a la evolución de la propia regeneración natural, según explican los autores del mismo. El trabajo incluye hasta el análisis de la cantidad de piñón que existe en el suelo y su viabilidad. «Aunque no disponemos aún de los datos definitivos, calculamos entre 70.000 y 500.000 piñones por hectárea, según las zonas, con porcentajes de viabilidad por encima del 80%: la regeneración natural, en virtud de este dato, será esencial en la mayor parte de la superficie quemada», añaden desde la Consejería de Fomento y Medio Ambiente.

Declaración de emergencia

La Consejería y el Ministerio de Medio Ambiente aportarán, al 50%, 9.773.796 euros en los próximos meses para el conjunto de los trabajos y proyectos de restauración de la zona quemada, destinados, fundamentalmente, a la corrección de la erosión, la retirada de restos, la reforestación, la defensa contra el fugo y las plagas, la restauración de las infraestructuras y la adecuación de los trabajos selvícolas de los aprovechamientos resineros, cuyo interés social es fundamental en esta zona de la comunidad autónoma.

El Ministerio aprobó hace unos meses la declaración de emergencia para que se iniciaran todos estos trabajos al cien por cien, bajo la coordinación de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, y está previsto que se extiendan hasta la primavera de 2026. El objetivo, añaden desde el departamento de Antonio Silván, «es reorganizar toda la masa forestal, restaurar vegetalmente la zona, corregir las erosiones, recuperar la fauna y rehabilitar todas las infraestructuras viarias».

Pasan los días, las horas las estaciones meteorológicas... y centenares de técnicos se esfuerzan por tratar de que más pronto que tarde, aunque tardará porque el daño de las llamas es muy profundo, pueda llegar el momento en el que se difumine en la memoria aquel incendio intencionado que comenzó un 19 de agosto y hasta el 6 de septiembre destruyó 11.724 hectáreas, de las que el 90% eran masa arbolada y el resto, matorral y pastos. Del conjunto de la superficie afectada, 8.153 hectáreas corresponden a montes de utilidad pública y en ellos se ubica la mayor parte de la madera quemada. Del total, en torno al 70% se cree que podrá regenerarse de forma natural y el 30% restante necesitará de programas específicos de reforestación.

Pasan los días, las horas las estaciones meteorológicas... El trino de los pájaros sigue ahogado por el ruido de las motosierras. Y todo, por culpa de alguien que un 19 de agosto decidió prender fuego al monte.

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