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FERNANDO CABALLERO
Miércoles, 29 de mayo 2013, 15:55
Poeta, traductor, crítico y editor... Jorge de Arco ofrece un perfil amplio en el mundo de la poesía. Su obra más reciente, Las horas sumergidas, ha ganado el I Premio Nacional de Poesía José Zorilla, que ha recogido este mismo mes en Valladolid. Anteriormente, ha escrito Las imágenes invertidas; Lenguaje de la culpa, ganador del Premio Ciudad de Alcalá en 1998; De fiebres y desiertos, Premio Comunidad de Madrid de Arte Joven en 2000; La constancia del agua; La casa que habitaste, Premio San Juan de la Cruz en 2009, y Con el balón en juego, su primer poemario infantil. Es director de la revista poética Piedra de Molino y ejerce como articulista en el suplemento cultural de El Norte de Castilla La sombra del ciprés. Mañana jueves protagonizará la segunda sesión de los III Encuentros de Poesía, que organiza El Norte de Castilla con el patrocinio del Ayuntamiento. El acto comenzará a las 20:15 horas en la Fundación Caneja.
Usted es poeta, crítico, profesor de literatura, director de una revista, traductor. ¿Qué le aporta a su obra tener esta visión tan amplia de la literatura?
La versatilidad es un punto en el que debe apoyarse todo aquel que tenga esa devoción o pasión por las palabras. La crítica literaria te hace mantenerte al día, considerar todo lo que se va haciendo, de forma sobre todo impresa. La traducción te ayuda a conocer en la lengua original a grandísimos autores y literaturas internacionales. La dirección de Piedra de Molino me permite estar muy al día de lo que se escribe, porque es una revista muy plural, en la que solo se publican poemas inéditos y en la que no hay un autor que repita.
Territorios distintos
Usted es de origen andaluz, vive en Madrid, tiene relación con otras literaturas nacionales y regionales, como Castilla, y cultiva una poesía que trasciende a todos los territorios. ¿Esta es la clave para escribir buena poesía?
Yo creo que sí. La función del escritor es ir más allá de esa evidencia. El poeta muchas veces lo hace a través de la sugerencia, que para mí es fundamental, porque de ahí nace esa trascendencia posterior, no solo en lo que escribe, sino también en lo que trasmite al lector. Igual que hay que ser plural y aceptar todas las tendencias, aunque estemos más cerca de algunas que de otras, también para la poesía hay que conocer territorios muy distintos. Para un poeta, viajar es una de las claves fundamentales. Hay que conocer otros territorios y alguna que otra lengua, hay que conocer más allá de lo que es la pura cotidianeidad y la rutina. Hay que abrirse a otros paisajes, a otras gentes, a otras experiencias.
¿Es difícil escribir poesía con la que está cayendo?
Depende en muchos casos del mensaje que tenga el autor. Personalmente, yo no trasmito a mi poesía la situación actual, o no soy consciente de ello. Los temas que yo trato no están con ese compromiso social. Yo no diría que el tipo de poesía que escribo sea escapista, que quiera huir de lo que está ocurriendo, sino que la forma que tengo de transmitir mi intimidad, mi sentimiento y mi parte más lírica no incluye ese compromiso, lo cual no significa que al poeta no le afecte. Esto no es sencillo para la poesía, porque al fin y al cabo es un ejemplo más de lo que la cultura ahora está padeciendo.
¿Y la literatura actual refleja la dura realidad social que se vive ahora?
No podría decir que sí. No veo un reflejo muy palpable y muy evidente de la realidad en los poetas. Puede haber una poesía, quizás la más joven, de autores que están entre los 25 y los 30 años, en la que sí se nota cierto mensaje, una poesía más combativa, de protesta, pero yo diría que es más bien tangencial. No ocupa la columna vertebral de la esencia de lo que se está haciendo ahora.
Forma lírica
¿Ve alguna razón? ¿Se puede decir que los poetas pasan de la crisis?
Sería interesante abordarlo no solo conmigo. Es una pregunta para hacer a más poetas. En cierta manera, el poeta utiliza también su creación, yo no diría que para contestarse a muchas de las preguntas, sino para preguntarse muchas de las respuestas que todavía no tiene consigo. Yo siempre he tomado la poesía desde un punto de vista mucho más intimista. Soy profesor, autónomo, padre de familia, leo periódicos, veo tragedias, como el tornado tan terrible de Oklahoma, pero todo esto no entra después en el campo mío de la creación cuando estoy a solas con mi verso y mi palabra. Puede ser también que la crisis es algo que está muy presente, y el hecho de recrearla de forma lírica sería como retorcerla aún más o esenciarla aún más en lo que uno está creando. Puede ser que la crisis pase en cierta manera de la poesía o que a la poesía que hacemos no le quepa seguir hablando de lo mismo.
¿La poesía que se escribe ahora es realmente creativa o está tirando de herencias recibidas?
La poesía tiene una tradición que bebe de ella en cualquier siglo o en cualquier generación. Hay partes que pueden tener un tratamiento más simbolista o más vanguardista, de apuestas más renovadoras, pero creo que el conjunto y la columna vertebral de lo que es la poesía actual, con las dificultades que implica generalizar, está marcada por una tradición de las claves principales, sobre todo esa temática universal que trata el paso del tiempo, la muerte o el amor. Yo creo que estos temas están muy presentes en la poesía, por supuesto con la impronta y el quehacer personal de cada uno. La poesía sigue viviendo sobre todo de un siglo XX español que ha sido tan maravilloso.
¿En qué momento actual se encuentra la literatura española?
Hay una literatura donde caben muchas propuestas y una serie de lectores muy distintos. La literatura ha ganado en que los lectores actuales, a pesar de que se siga diciendo que en España se lee poco y que el nivel de los estudiantes es bajo, han alcanzado una cultura y una capacidad de información por la que tienen un conocimiento mayor y una capacidad de absorber temas muy distintos, desde los bestsellers a la literatura fantástica, el cómic y la infantil y juvenil. La literatura sigue siendo muy diversa, con la ventaja de que el lector ha cambiado también. Pese a todo, la poesía sigue siendo minoritaria, y creo que seguirá siéndolo durante mucho tiempo. La educación poética no ha sido nada buena en España, aunque ahora está mejorando poco a poco, pero no son muchos los docentes y profesores que afronten la lectura de poesía en el aula con la valentía que muchas veces debe tener y con la seguridad de que la poesía llega, siempre y cuando se sepa proporcionar a los estudiantes la poesía propicia e idónea para su edad y para hacerles comprender que es un género que se entiende y se siente.
Núcleo generacional
¿Qué generación es en estos momentos la más importante?
Por las diferentes propuestas que hay, es muy difícil considerar un núcleo generacional. En las últimas antologías publicadas, hay tal cantidad de autores, que más que compilaciones con una serie de claves comunes, lo que hay es un montón de poetas con propuestas muy distintas. Antes, las antologías iban a acotar una serie de autores con unas características similares, o que si no eran comunes, al menos podían amalgamarse en una compilación. Ahora, lo que se da son panoramas muy extensos, con muchos poetas, porque es difícil dar una serie de claves conjuntas. Influye aquí la cuestión de las lenguas, es decir la literatura que se escribe en las diferentes regiones con una lengua distinta, el catalán, el euskera y el gallego, que también dificulta el intento de dar una visión común a una generación. Hay una diversidad tal que es muy difícil considerar que puede haber una generación.
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