

Secciones
Servicios
Destacamos
JESÚS BOMBÍN
Viernes, 29 de marzo 2013, 15:37
Aquellos diálogos y gestos de Paco Martínez Soria, Manolo Escobar, Alfredo Landa, Gracita Morales, José Luis López Vázquez o Lina Morgan se prodigan poco en pantalla, pero cuando lo hacen, siguen reteniendo sobre el sofá a miles de telespectadores. ¿El secreto de que una cinematografía vituperada durante y después de la Transición guarde aún cierto tirón como para hacerla rescatable ante la audiencia? La nostalgia, por ejemplo. Con matices, eso sí, y alguna reflexión más.
Es una de las conclusiones que extraen Miguel Ángel Huerta Floriano, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Salamanca, y Ernesto Pérez Morán, doctor en Comunicación Audiovisual. Son coautores de 'El cine de barrio tardofranquista. Reflejo de una sociedad' (Editorial Biblioteca Nueva), un ensayo basado en el análisis de un centenar de películas españolas rodadas entre 1966 y 1975 en el que han participado un grupo variado de investigadores.
'La ciudad no es para mí' y 'Abuelo made in Spain' fueron las películas españolas más vistas en La Primera de TVE en 2011. Un dato que contrasta con una filmografía despreciada por la crítica y por el influjo de la Transición, que extendió una mirada de 'condena cultural' hacia muchos de los títulos por su mensaje reaccionario, triturado a mayores por el tamiz de la censura. Los investigadores reconocen, sin embargo, que este tipo de cine popular ha sido tradicionalmente poco estudiado por la historiografía, víctima de su escasa reputación artística. «No obstante matiza Miguel Ángel Huerta la apariencia de comedias costumbristas y ligeras no impide detectar en ellas su importante valor como documento que refleja la mentalidad dominante en la España del momento».
El estudio alumbra una filmografía arrinconada, que ha ganado eco televisivo con el programa 'Cine de barrio', emitido desde 1995 en Televisión Española con gran seguimiento televisivo en las tardes de los sábados.
El macho ibérico, el espíritu minifaldero imán de miradas lascivas o el patriarca defensor de los valores tradicionales frente a la modernidad de la ciudad conforman el argumentario de títulos como 'No desearás al vecino del quinto', 'La ciudad no es para mí', 'Pero en qué país vivimos' o 'La descarriada', todos ellos parte de una filmografía que integran unos doscientos títulos que han analizado Miguel Ángel Huerta y Ernesto Pérez Morán, si bien se han centrado en los cien más representativos de esa época.
«En este cine de barrio uno de los rostros protagonistas y con más gancho es el de Paco Martínez Soria, como refleja el programa 'Cine de barrio', incombustible formato que forma ya parte del paisaje catódico español, casi como los toros de Osborne que decoran las carreteras del país», sostiene Miguel Ángel Huerta.
Alfredo Landa, Manolo Escobar, Concha Velasco, José Luis López Vázquez, Lina Morgan o Gracita Morales por citar solo algunos de los muchos nombres y apellidos rescatados de ese cine de barrio han reaparecido en los hogares españoles. «Cientos de esos largometrajes superaron el millón de entradas vendidas en la taquilla de los cines y construyeron una visión sobre la vida del país argumenta el investigador. Su valor como testimonio de una época queda refrendado por la vocación de permanencia en la memoria colectiva; sin embargo, al tratarse de un tipo de cine generalmente despachado por la crítica con urgencia, en parte debido a su mala fama estética y narrativa, tenía pendiente una aproximación más pausada y atenta». Precisamente esa falta de prestigio artístico e ideológico es una de las causas que en opinión de los investigadores llevaron al olvido durante un tiempo a un tipo de películas que, sin embargo, coincidieron con propuestas de cine de autor como las de Víctor Erice o Carlos Saura.
El estudio de los dos profesores pone en claro los rasgos que definen este tipo de cinematografía: películas baratas, ligeras, costumbristas, espejo social del tema recurrente de esa coyuntura histórica, que es el conflicto entre tradición y modernidad.
No está de acuerdo Miguel Ángel Huerta en la catalogación de este tipo de películas como 'españoladas' al considerar el término impreciso, apunta, porque han existido siempre en España, no solo en ese período. «El concepto viene de una tradición cultural muy anterior, que lo que hace es reflejar las preocupaciones y esperanzas de los españoles del momento y son esperanzas de índole social, no política, que no aparece; muestran una España que se adentra en el desarrollismo, la sociedad de consumo, el seiscientos, la cultura yeyé, la llegada de turistas extranjeros y, sobre todo, en cierta relajación de las costumbres eróticas».
En cuanto a la técnica de esta filmografía los autores del estudio observan su imperfección técnica «Eran rodajes tan rápidos que generalmente tenían que valer las primeras tomas», y un cierto descuido compensado con una intención de frescura humorística al observar temas entonces de candente actualidad, pero sobre todo destacan que, ante todo, era un cine que buscaba la identificación con la audiencia.
En este entorno social y catódico, Alfredo Landa o Paco Martínez Soria encarnan a un perfil de héroe español campechano, simpático que, en el caso del primero, «sirve para desarrollar el arquetipo del macho ibérico, que es uno de los más importantes del período», considera el profesor de la Pontificia.
Por limitaciones del proyecto, auspiciado por el entonces Ministerio de Ciencia e Innovación, no se ha llegado a analizar exhaustivamente el papel de la censura de la época, si bien los investigadores perciben una cierta relajación a la hora de permitir la exhibición de cuerpos femeninos, siempre, eso sí, con el límite infranqueable de la desnudez.
En el imaginario colectivo ha dejado este tipo de filmografía rastro en las conciencias de la época y en las de las actuales jóvenes generaciones. «¿De dónde viene sino el 'Y viva España' que cantan los aficionados de la Roja?» inquiere Huerta «Pues del pasodoble que canta Manolo Escobar en la película 'Me has hecho perder el juicio', donde durante dos minutos y medio aparecen todas las supuestas bondades de ser español». Una onda expansiva más de una filmografía donde la nostalgia se impone a otras consideraciones de descrédito para rescatarla.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.