El poeta soriano Fermín Herrero. / Henar Sastre
LITERATURA

Fermín Herrero presenta el jueves 'De atardecida, cielos', una mirada poética al crepúsculo

Con la obra ha ganado el Premio de Poesía Ciudad de Salamanca

J. B.

Martes, 5 de marzo 2013, 22:42

Fermín Herrero, (Ausejo de la Sierra, 1963) ha puesto la mirada en el atardecer y ha extraído sensaciones que ha pasado por el filtro poético en 'De atardecida, cielos'. Ha observado atardeceres otoñales, invernizos, de primavera y estío y ha extraído 44 formas diferentes de contemplar el crespúsculo. Este jueves presenta su obra en la librería Oletum de Valladolid. El autor es consciente de que la caída del sol por proximidad cotidiana y literaria tiene algo de territorio hollado en literatura. Y, a primera vista, eso lo convierte en tema eludible, algo en lo que no ha incurrido el autor, que ha sabido ver con otros ojos «un motivo un poco olvidado por la modernidad, en el que aún persiste la emoción poética, es decir, un momento del día en el que parece que las cosas se acercan más a nosotros, como si nos hablasen, un momento en el que pervive esa emoción que arrastra todos los sentimientos del día».

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Ese desapego literario ante usos y modas le ha guiado por su propia ruta, en este caso con parada en el entorno de Pesqueruela. Allí concluyen Duero y Pisuerga, un paseo de rutina cotidiana con cabida en el bolsillo para un bolígrafo, papel y el alma lista para la captura de sensaciones de atardecida. «El atardecer es un punto de partida. En los atardeceres de la llanura de Castilla se impone el cielo», aprecia el poeta, para quien «no existe un crepúsculo igual, cualquier momento o instante en sí mismo es un poema distinto; hay una inmanencia de poesía en las cosas de modo que aunque estés siempre en el mismo sitio nunca es lo mismo, nunca hay dos momentos iguales, es la virtualidad de la poesía, intentar captar el instante que nunca se repite».

Herrero descartó el amanecer ante la mayor carta poética que intuye en la puesta de sol, «que parece que arrastra la sustancia de las horas». Y cuenta que en ese poner los sentidos en el lado más caedizo del día no ha buscado catalogar nostalgias, sino evocar «la melancolía, que es una especie de tristeza alegre; he procurado que los poemas sean más celebratorios que tristes».

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