Salvador Gutiérrez explica el funcionamiento de la churrera automática de Indutrias José Luis Blanco. / Fernando Blanco
GASTRONOMÍA

Las máquinas de churros más modernas viajan desde Valladolid a más de 50 países de los cinco continentes

Una empresa vallisoletana exporta la cultura de los churros por todo el mundo

NIEVES CABALLERO

Lunes, 25 de febrero 2013, 13:19

Los churros son el producto gastronómico español más extendido por el mundo. Algo tan sencillo como un churro, que se elabora con harina, agua y sal, además del aceite para freír, se encuentra presente en puntos tan distantes como Nueva York y Tasmania. En este este caso, se puede decir que gran parte del mérito de la invasión internacional de la cultura de los churros se debe a una pequeña empresa familiar vallisoletana.

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Nos referimos a Industrias José Luis Blanco, situada en la carretera Villabáñez. Especializada en la fabricación de máquinas de churros y otras masas fritas, amasadoras, refinadoras, calentadores de agua, churreras manuales y digitales, expulsadoras, freidoras y una infinidad de utensilios, esta industria, que cuenta con una plantilla de 14 personas, factura más un millón de euros al año, más del 40% gracias a las exportaciones a más de cincuenta países repartidos por los cinco continentes.

Sus máquinas se pueden encontrar en lugares tan distantes del planeta como Australia y Estados Unidos, Canadá, Rusia, China, Nepal, Singapur y Japón, pero también en Guinea Ecuatorial, en el continente africano; en la Isla Reunión, departamento francés situado al este de Madagastar, en el océano Índico; en Irán, Arabia Saudí, y países más cercanos como Gran Bretaña y Francia. De hecho, en el despacho de Belén Blanco de la Cruz, hija del fundador y actual directora, un gran mapa del mundo permite ver dónde se pueden comer churros y otras masas por las chinchetas rojas que se comen los países. Una de las zonas más 'invadida' por las máquinas de churros vallisoletanas es Hispanoamérica.

En muchos de estos lugares los churros se adaptan a su propia cultura, de manera que la clásica masa frita española se viste de otros colores y sabores antes de ser engullida. De esta realidad también tiene una buena muestra Belén Blanco en su despacho, de cuyas paredes cuelgan fotografías enviadas por sus clientes de Japón o Singapur.

Churrerías en Manhattan

En Nueva York, un vallisoletano ha abierto la primera churrería de Manhattan, en la calle Mulberry. Lolo Manso ya es muy conocido en la isla por su restaurante Socarrat de la calle Litle Italy. Pero lo más curioso es que ahora sus clientes se pirran por el chocolate con churros a la española que sirve en su nuevo pequeño café La Churrería. Además, hay otra ciudadana vasca que ha abierto la segunda churrería de Manhattan.

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Uno de los lugares donde ponen más imaginación para transformar la masa de los churros es en Japón, aunque el tsunami sufrido hace más de un año paralizó muchos pedidos de este país y, por lo tanto, su expansión. Belén Blanco subraya, encantada, que «el churro se está poniendo de moda en muchos países del mundo», convencida de que «se va a expandir», al igual que la pizza, que es el plato más popular de la gastronomía italiana. «Dado que es un producto fácil de elaborar, puede llegar a ser el primer producto español fuera de España», apunta.

En Turquía

Otro ejemplo de esta expansión es Turquía. La visita a la fábrica vallisoletana coincide con la presencia de dos empresarios turcos que asisten a las explicaciones del funcionamiento de las máquinas más modernas de churros del mundo, con el objetivo de comprar algunas de ellas para abrir un negocio en pleno centro de Estambul, en la calle Bagdad, en el que comercializarán churros y empanadas, junto a otras masas del mundo. Cahit y su hermano confirman que su objetivo, si todo marcha como prevén, es constituir una franquicia. De manera, que, si el negocio funciona, podría ser el germen de una red de churrerías por la antigua Anatolia.

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Días antes, ambos recibieron un curso sobre la elaboración de los churros y empanadas en la Escuela Internacional de Cocina Fernando Pérez. De hecho, está previsto que dos estudiantes de la EIC viajen a Turquía para echarles una mano en el arranque del establecimiento. En su visita hasta la carretera Villabáñez, acompañaban a los empresarios turcos el gerente de la TIC, Ángel Moretón, y los alumnos Javier Longarela y Álvaro Tejero, que acaban de terminar el Curso de Ayudante de Cocina.

Churrera automática

Salvador Gutiérrez explica el funcionamiento de la churrera automática expendedora de masa dura. Se trata de la máquina más moderna fabricada por Industrias José Luis Blanco. Lleva incorporado un pequeño ordenador de control táctil en tres idiomas, que permite al usuario elegir la receta: churros, porras, lazos, buñuelos y otras masas. Los precios oscilan entre los mil euros de una manual hasta los 6.000 de una automática digital. La directora recuerda que hay estudios nutricionales que demuestran las bondades de los churros, siempre que estén elaborados con harina de primera calidad -ellos la compran en Emilio Esteban, de Renedo- y fritos en aceite de girasol. La receta: 600 gramos de harina por cada litro de agua.

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