Los padres y los hermanos de Rosa María, ayer en Abades. / A. DE TORRE
SUCESOS

Increpan a la alcaldesa de Espirdo en la protesta por la muerte de Rosa María de Andrés

Los vecinos creen que debería haber expulsado a los presuntos autores del crimen de la mujer de Abades, que acampaban en un parque e incomodaban a la población

VIRGINIA GÓMEZ

Lunes, 24 de diciembre 2012, 00:41

No podíamos echarles del parque. Entiendo a los vecinos, ha sido un shock para una población tan pequeña y en estos casos siempre se busca un cupable, pero no pudimos hacer más».

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Desde que los presuntos autores de la muerte de Rosa María de Andrés acamparon en un parque de La Higuera a finales de junio, fueron muchas las quejas que llegaron al Ayuntamiento que rige en este término, el de Espirdo, por sus conductas antisociales y poco higiénicas.

Algunos vecinos, consternados desde que se conoció el ingreso en prisión de esos mismos individuos por la desaparición y el homicidio de Rosa María, aprovecharon ayer el acto de condena del crimen celebrado en La Higuera para recriminar a la alcaldesa, María Cuesta, por no haberles expulsado del pueblo. Si les hubieran echado, dicen los residentes, no se hubiera producido tan fatal desenlace.

Sin embargo, la regidora insistió en que, como ayuntamiento, ella y su equipo no pueden desalojar a nadie de la vía pública. Uno de sus concejales, Juan Manuel Hernanz, explicó que él mismo se dirigió a los recién llegados para interesarse por su situación y que estos aseguraron que no tenían otro lugar al que ir.

«Llamamos dos veces a la Guardia Civil para avisar de las quejas, pero cuando fueron al parque los agentes no advirtieron situaciones problemáticas. Nosotros no les podíamos echar», se defendió la regidora, consciente del incomodo que provocaba la presencia de unos sujetos que, aseguran los vecinos, increpaban a los viandantes y defecaban y se drogaban sin pudor.

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Durante el acto de repulsa, respaldado por más de un centenar de habitantes de Espirdo, La Higuera y Tizneros, Cuesta dialogó con quienes le reprocharon «por no haber hecho más». La regidora afirma que no ha recibido amenazas, pero le consta que hay quienes han dejado mensajes en el domicilio de Rosa María censurando que su equipo, el mismo que ayer le acompañó en la concentración, no tomara medidas contra tan molestos visitantes. «Hicimos todo lo que se podía hacer», trasladó una y otra vez.

La alcaldesa lamentó que ningún vecino tomara la iniciativa de denunciar las conductas de estos individuos que utilizaban un vehículo para dormir poco antes de mudarse al chalé colindante al de su víctima, propiedad de un hermano de ellos.

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Como representante municipal, sabe que en estos momentos de turbación la gente necesita buscar culpables. Por eso llaman a su puerta. «El Ayuntamiento siempre está ahí, es más cómodo acudir a él que denunciar», reprendió.

En La Higuera, la concentración sirvió no solo para condenar el asesinato, sino además para recordar a la que fue su vecina hasta el 6 de septiembre y trasmitir a su familia condolencias y cariño. 'Rosa, no te olvidaremos' fue el clamor de un pueblo que poco a poco ha ido desentrañando intrigas y despejando incógnitas en torno al violento suceso.

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Las pesquisas, aún en marcha

Los restos de Rosa María de Andrés, de 48 años, fueron localizados el 1 de noviembre por un pastor en Lastras del Pozo, en un paraje de difícil acceso a no más de cinco kilómetros de Abades, su localidad natal. El hallazgo se produjo apenas un mes después de que los alumnos del curso para desempleados que ella seguía en El Espinar la vieran por última vez. A comienzos de diciembre, dos hombres y una mujer ingresaron en prisión acusados de homicidio doloso, robo de vehículo, robo con fuerza y falsificación de documento público.

Las investigaciones de la Guardia Civil revelan que fue el propio garaje de la víctima el escenario principal del crimen y que su coche, cuya venta fue determiante para dar claridad al homicidio, fue utilizado para trasladar el cuerpo hasta las inmediaciones de Lastras. En el garaje, los equipos del Cuerpo encontraron rastros de sangre empleando métodos científicos, a pesar de que los detenidos lo limpiaron a conciencia, igual que el interior de la vivienda, que estaba muy ordenado cuando se realizó la inspección ocular. Trataron también, sin éxito, de borrar cualquier huella en el vehículo, en cuyos maletero y asientos delanteros se hallaron restos de sangre.

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El teniente coronel jefe de la Comandanci, Juan Miguel Jiménez, apuntó hace unos días que se barajan diversas hipótesis sobre el móvil del asesinato de la mujer, que murió, y de eso no cabe duda, de forma violenta y no accidental.

Diligencia en la resolución

Tampoco hay duda en que los autores trataron de buscar la impunidad enterrando su cadáver en el paraje de El Sequedal, al lado del río Moros, aunque la precariedad con que lo hicieron facilitó el hallazgo. Hasta la fecha, tres personas más han sido detenidas por su vinculación con el caso.

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De boca en boca de los vecinos de Abades corren los problemas que según parece Rosa tenía con los nuevos inquilinos, con los que no consta que tuviera relación habitual. Ello le impulsó a trasladarse en agosto a casa de sus padres, donde permaneció cerca de un mes, hasta que finalizaron las fiestas de la localidad.

En Abades, donde habita desde siempre la familia de Rosa, también ayer vecinos y amigos mostraron pública y solemnemente su repulsa al asesinato y recordar a la fallecida. Fueron cientos las personas que, convocadas por el Ayuntamiento y reclamados por el repique de las capanas, quisieron arropar a los familiares y decirles que no están solos, que tienen detrás el apoyo y la compañía de todo un pueblo . De espaldas a la puerta de la Casa Consistorial, rodeado por una conmocionada multitud, Tomás, el padre de la víctima, apretaba con fuerza la mano de Angelita, su consternada esposa. A cada lado de ambos acompañaban sus hijos: Ángel Tomás, aparentemente sereno, y Juan Carlos, el más joven, muy nervioso, sin acertar a ahogar el llanto.

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Mientras la alcaldesa, Magdalena Rodríguez, recordaba cómo el pueblo había sido partícipe en las últimas semanas de la angustia por la desaparición de Rosa y testigo del más terrible de los desenlaces. En nombre de Abades, la regidora exigió diligencia a las autoridades competentes en la resolución del suceso. Pidió que los autores de los hechos se sienten cuanto antes ante un tribunal y cumplan íntegras sus penas, de manera que se proteja a la sociedad de personas «con comportamientos propios de seres irracionales y sin sentimientos».

Exclamó también que Rosa siempre quedará en la memoria de todos. Los allí congregados guardaron después dos minutos de un silencio que quedó roto por los aplausos y las lágrimas.

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