Las historias de la calle Torrecilla

Viajes por aquí, peluquerías por allá, zapaterías, tiendas de moda infantil, una farmacia, un gimnasio y hasta una tienda de bicicletas más adelante. A la calle Torrecilla, más olvidada que las archiconocidas Santiago o Mantería, no le falta casi de nada. Es una de esas calles comerciales por excelencia, cuyos pequeños establecimientos capean como pueden el temporal de la crisis. La ruta para adquirir de todo entre La Rondilla y el centro de la ciudad, no muy lejos de la zona universitaria. 300 metros separan el cruce de Gondomar y Santa Clara con la calle Angustias, por cuya entrada se sitúa el Colegio de Abogados, el Registro Civil y la Casa Revilla, antigua residencia de los infantes de Granada y hoy sede del Área Municipal de Cultura, Turismo y Comercio. La discoteca Asklepios, una de las que más tarde cierra de la ciudad, completa un cuadro muy animado.

Incertidumbre

Precisamente en ese lugar se preparan a contrarreloj las próximas fiestas de San Lorenzo, carga de trabajo que contrasta con la tranquilidad de la calle a mitad del mes de agosto, con la mayoría de los establecimientos cerrados por unas breves vacaciones. No está en esa tesitura Isabel Fernández, que bajará la verja de su tienda de decoración Sanblani en unos días de forma definitiva. Con 66 años, le toca jubilarse, aunque lo hace con una gran pena. «Siempre me gustó el comercio, ya trabajé en la soltería y después de criar a mis hijos monté este negocio hace 14 años. Esto era un vacío, todo lo hicimos nosotros», explica melancólica, con la incertidumbre de qué pasará con un local que no es suyo. «Sólo espero que sea lo más opuesto posible al mio, porque si no me afectaría moralmente». En lo que conoce la respuesta, cuidará de sus nietos si la dejan, «que seguro que sí», bromea.Más cercano a La Rondilla está la farmacia de Juan Carlos Pinilla, heredada hace tres lustros de su padre, una familia que ha vivido en la calle toda la vida y ha visto los cambios experimentados.