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Juicio contra seis acusados de la muerte de un niño en una piscina de Valladolid en 2008./ Ical
Juicio | valladolid

Una de las monitoras del parque Juan de Austria reconoce que la situación era «un caos»

El coordinador general de las instalaciones donde murió ahogado el niño Alejandro S. M. admite que «no» había «límite de edad» para el uso de la piscina y que "no" era necesario que los niños «supieran nadar»

ICAL

Martes, 29 de marzo 2011, 20:01

Una de las tres monitoras imputadas en la muerte del niño de dos años Alejandro S. M., que falleció ahogado en el parque de aventuras Juan de Austria de Valladolid el 22 de julio de 2008, reconoció hoy, en la primera jornada del juicio, que la situación de ese día «era un caos» y que las tres monitoras que se ocupaban del grupo del pequeño, 32 niños de entre dos y once años del Colegio Sagrado Corazón de Valladolid, eran insuficientes para niños tan pequeños».

E.S.R, que en el momento de los hechos contaba con solo «un curso de educación infantil Aula Mentor», fue la única de las tres monitoras que se bañó con los niños, de 12 a 12.10 horas, en la piscina portátil donde se ahogó el pequeño, quien, según su testimonio, «salió» de allí con vida y fue con el resto de compañeros hasta los vestuarios, lugar en el que, tal y como declararon las tres monitoras, se le perdió la pista.

La imputada confirmó en varias ocasiones que ella misma hizo un recuento de niños antes de entrar al vestuario, en el que se confirmó la presencia de los 32 que conformaban el grupo de corazonistas, y que en los pocos meses que llevaba trabajando en el parque «jamás» presenció «tanto jaleo antes».

E.S.R., que llegó aproximadamente media hora tarde a su puesto de trabajo, ya que se encontraba en «un atasco» junto a su hermana, V.S.R., otra de las monitoras imputadas, recalcó que a su llegada a las instalaciones desconocía que «iba a haber niños tan pequeños ni un grupo de 32». Así, admitió que durante su experiencia en el parque sólo había supervisado con anterioridad a un grupo» de menores de 4 años y que estos estaban acompañados por sus padres».

Para terminar, E.S.R. constató, como hicieran las otras dos monitoras imputadas, que desconocía que el Colegio Sagrado Corazón de Valladolid hubiera advertido a la empresa concesionaria del parque, La ballena creativos de animación S.L., cuyos tres socios también están acusados, de que los menores de tres años no podían bañarse en la piscina.

Su hermana, V.S.R., también admitió que a su llegada a las instalaciones la jornada del 22 de julio de 2008 «desconocía» el número y las edades de los integrantes del grupo que tenía que supervisar junto a E.S.R. y S.I.D.O., así como las actividades programadas» para los corazonistas.

V.S.R., técnico de integración social, coincidió también con su hermana al afirmar que el agua de la piscina, de cuatro metros de diámetro y uno de profundidad, estaba «muy turbia» y que «no se veía el fondo». También reconoció que la situación era un caos», sobre todo en el interior del vestuario, donde desapareció Alejandro S.M. «Había muchos niños, mucha ropa y muchas mochilas», describió, para luego confirmar que vio al fallecido con vida «dentro del vestuario».

Petición de ayuda

V.S.R. explicó, como las otras dos monitoras, que pidieron ayuda a los supervisores del Colegio Sagrado Corazón que acompañaron a los niños hasta la puerta de las instalaciones para vestirlos, y que en ese momento, en el vestuario, ellos tampoco repararon en la ausencia del pequeño, que se constató poco tiempo después, cuando los niños abandonaban el parque.

Al igual que su hermana, V.S.R. «nunca antes» había visto «tantos niños pequeños sin padre» en el parque. Según su testimonio, ella no entró «en ningún momento» al recinto de la piscina, puesto que se ocupó de los niños que «no podían o no querían hacer las actividades» programadas.

Por su parte, S.I.D.O. coincidió con las otras dos monitoras al afirmar que vio al fallecido con vida en el vestuario, un niño «fácil» de identificar porque tenía los ojos azules y el cabello rubio, pero se desmarcó en sus apreciaciones sobre la situación general de aquella jornada. Así, reconoció que pidió ayuda a los monitores corazonistas para que les echaran una mano en el vestuario con el objeto de «no retrasar las actividades», pero «no» porque le pareciera que hubiera «descontrol». Éramos suficientes monitoras y si a alguna de mis compañeras le pareció lo contrarió, no lo expresó».

Monitora de ocio y tiempo libre y de dinamización sociocultural, S.I.D.O. se hizo cargo del grupo de corazonistas aquella jornada, aunque no era el que tenía asignado, ante la tardanza de las otras dos imputadas, que llegaron, según su testimonio, hacia las 11.15 horas, tres cuartos de hora más tarde de lo previsto.

Ella se ocupó de proporcionar manguitos, flotadores y otros elementos de seguridad a los niños que lo solicitaban antes de bañarse, entre ellos el fallecido, pero reconoció que «desconocía quién sabía nadar y quién no» y que tampoco lo preguntó. De acuerdo a sus declaraciones, el agua estaba «bastante normal», aunque tenía «el fondo un poco turbio».

S.I.D.O. fue quien llamó al Servicio de Emergencias Castilla y León 112 cuando se comprobó la desaparición de Alejandro S. M., que fue hallado en la piscina por una trabajadora del parque entre las 12.50 y las 12.55 horas. También ayudó al jardinero en las tareas de reanimación hasta que llegaron los efectivos sanitarios.

S.I.D.O. afirmó que cuando se rescató de la piscina al pequeño de dos años, éste «no estaba morado ni hinchado» y que los facultativos llegaron a pensar, incluso, que podrían reanimarlo con éxito.

Decisiones conjuntas

A lo largo de toda su declaración, S.I.D.O. reitero que todos los monitores del parque tenían la misma categoría y que las decisiones se tomaban conjuntamente, un punto en el que discreparon las otras dos imputadas, quienes matizaron que su caso era «especial» y que cuando trabajaban a su lado era ella quien tomaba las decisiones.

El coordinador del parque y uno de los tres imputados de la empresa La ballena creativos de animación S.L., R.J.G., confirmó la versión de S.I.D.O. al reconocer que todos los monitores del parque de aventuras Juan de Austria tenían la misma categoría y capacidad de decisión.

Además, R.J.G. admitió que «no» había «límite de edad» para el uso de la piscina y que «no» era necesario que los niños «supieran nadar». El día de los hechos no se encontraba en el parque y a su llegada, tras la llamada telefónica de uno de los monitores, comprobó que el agua de la piscina «quizá estaba demasiado sucia».

Cuando el Ayuntamiento concedió la explotación de las instalaciones a la empresa no existía la piscina, que se añadió en 2007, como parte del «programa de verano», lo cual, siempre según el testimonio de R.J.G., se notificó al Consistorio de forma «verbal». A pesar de incorporar actividades acuáticas a la oferta del parque, su coordinador «no» consideró oportuna la contratación de un socorrista.

Sobre el ratio monitor-usuarios, R.J.G. matizó que se situaba en uno por cada 25 niños de 6 a 12 años, proporción que disminuía hasta uno por cada diez niños en el caso de los menores de seis años. Según sus declaraciones, la presencia de menores de cuatro años era «habitual», aunque según el pliego de contratación las instalaciones eran para usuarios de entre 4 y 12 años, rango que se bajó posteriormente hasta los «dos años» con el visto bueno del Ayuntamiento, siempre según el imputado.

R.J.G. reiteró que la piscina estuvo «siempre asegurada» y que de las relaciones con la empresa aseguradora, Mapfre, se encargaba uno de sus socios, el también imputado J.A.O.

Éste declaró que la piscina «no estaba en el proyecto inicial», pero que ningún trabajador de Mapfre le «pidió» que «ampliara por escrito la póliza» para incluirla, a pesar de que habló de ella con diversos trabajadores de la aseguradora. «Mi contacto con ellos era bastante cotidiano porque nos preocupaba que las pólizas fueran lo suficientemente amplias», declaró, para luego puntualizar que «nunca concertó ninguna visita oficial con nadie de Mapfre en todo el tiempo» que el parque permaneció abierto.

También como imputada declaró la tercera socia de la empresa, S.H., quien trabajó como monitora del parque entre 1995, año en el que entró en vigor la concesión, y 1998. En el momento del siniestro, se ocpaba de «otra unidad de negocio» de La ballena creativos de animación S.L. por lo que «desconocía» el funcionamiento «del día a día» de las instalaciones. Lo que sí pudo constatar es que desde su apertura existía tanto un lago como un riachuelo, ambos de un metro de profundidad.

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