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CARLOS ÁLVARO
Domingo, 3 de enero 2010, 12:45
«Es una amplia y dilatada calle, la más ancha y larga de Segovia y la primera que siempre figura en los planes de transformación urbana de la Capital, por ser llana, ancha, ser la entrada desde la estación de ferrocarril, si bien son las casas pobres, bajas, esquinadas e impropias de una Ciudad moderna, y si alguna se ha levantado de nueva construcción y de mejor presentación, son tan pocas, que no han quitado el conjunto desagradable que tiene esta vía».
Así describe Mariano Sáez y Romero el estado de la calle de José Zorrilla en su libro 'Las calles de Segovia. Noticias, tradiciones y curiosidades' (1918). El abogado y escritor clama contra el aspecto rural de la arteria, pero no renuncia a su denominación primitiva, Mercado, «nombre que tendrán que pasar muchos años para que deje de olvidarse». Se equivocaba don Mariano, porque hoy, casi un siglo después, ya nadie recuerda el antiguo nombre, circunscrito exclusivamente al barrio del Cristo del Mercado situado en la parte alta de la calle, aunque en consonancia perfecta con el carácter y la personalidad de la calle más comercial de Segovia.
La transformación urbana que José Zorrilla ha experimentado en los últimos meses trae al presente su historia centenaria. No es una calle del casco antiguo, pero sí hay quien se ha referido a ella como la Calle Real de los Arrabales por ser la espina dorsal que atraviesa el arrabal desde la Dehesa hasta el Azoguejo, y ahí radica su esencia.
A finales del siglo XIX, la calle del Mercado era un paseo sin pavimento y rodeado de casuchas de una o dos plantas, provista la mayoría de corrales, pajares y establos en sus traseras, y habitadas por gente campesina, proletaria y de pocos recursos, de ahí las connotaciones gremiales que poseen los nombres de calles cercanas como Hilanderas, Alfareros, Estiradores, Curtidores o Labradores. Una singularidad de la calle del Mercado eran los soportales de sus casas. A algunos se accedía a través de una doble escalinata. Todavía quedan vestigios cerca de la iglesia de Santa Eulalia y en la paralela calle de la Plata, supervivientes del afán constructor del siglo XX.
¿Por qué Mercado? Primero, por la presencia, ya al final de la calle, de la ermita del Santísimo Cristo del Mercado, emplazada, según la tradición, en el mismo lugar donde el 3 de mayo de 1411 predicó San Vicente Ferrer; pero también por el mercado de ganados que en junio se celebraba en los campos de la Dehesa (detrás del actual cuartel de la Guardia Civil), al cual acudían a vender sus reses gitanos, chalanes y aldeanos de todas las provincias del país. Aquella feria daba lugar a infinidad de episodios y anécdotas que tenían por escenario el barrio del Mercado, donde los feriantes tomaban posada durante los días que duraba el acontecimiento. Todavía en las primeras décadas del siglo XX, la feria de ganado de Segovia conservaba todo su prestigio, aunque acabó sucumbiendo al cambio de los usos y las costumbres.
La calle de José Zorrilla comienza a la altura de la iglesia de Santa Eulalia, pero los segovianos suelen considerar parte de ella la calle del Puente de la Muerte y de la Vida, así llamada por la presencia de un pontón o paso que salvaba el Clamores, el arroyo que descendía hacia San Millán en paralelo a la actual calle de la Independencia. Toda la arteria en sí fue objeto de una gran reforma a finales del siglo XIX, con motivo de la entrada en servicio del ferrocarril. En 1882, el arquitecto municipal, Joaquín Odriozola, presentó un ambicioso proyecto de alineación que afectaba de lleno a Puente de Muerte y Vida y Mercado. El objetivo era establecer una vía de comunicación ancha, despejada y cómoda entre la Plaza Mayor y la estación de ferrocarril a través del Azoguejo y el barrio del Cristo. Cuenta el arquitecto Miguel Ángel Chaves que el paseo era entonces muy irregular tanto en el trazado como en las edificaciones, con oscilaciones de entre siete y sesenta metros en el ancho de la calle y una enorme discontinuidad en la línea de fachada. La reforma, que proponía expropiaciones, derribos y ensanches, fue aprobada por el Ayuntamiento el 30 de marzo de 1883, pero tardó años en materializarse y nunca llegó a rematarse del todo. Según Chaves, sobre los nuevos solares fueron surgiendo «edificios de estilo ecléctico, historicista, raramente modernistas y esporádicamente modernos».
La Puerta de Madrid corona la calle desde comienzos del siglo XVIII, cuando fue construida por Juan de Ferreras. Curiosamente, el célebre arco se salvo de los planes de Odriozola, el mismo arquitecto que aquel año de 1883 había consentido el derribo de la Puerta de San Martín en la Calle Real. Chaves apunta que, posiblemente, la razón que llevó a Odriozola a conservar el arco que perpetúa la memoria de Día Sanz y Fernán García fue la de poder crear una rotonda que sirviera para distribuir el tráfico de carruajes. Verdaderamente, la calle del Mercado siempre fue una de las más transitadas del arrabal.
Ocurrió en 1904 y la noticia tuvo alcance nacional, porque fue recogida por el semanario 'Mundo Gráfico' con fotografía y todo. Un incendio de grandes proporciones destruyó varias viviendas y pajares de la segoviana calle de José Zorrilla. Los moradores de las viviendas perdieron todos sus enseres. La instantánea refleja muy bien la humildad de las construcciones de la zona.
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