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VALLADOLID

Reclama atención médica al sufrir daños en la vejiga tras una cesárea

La afectada ha denunciado al Clínico por falta de información sobre los problemas de su parto y la pérdida permanente de orina

ANA SANTIAGO

Jueves, 10 de diciembre 2009, 13:10

Tiene 29 años y dio a luz a su primer, y probablemente último hijo, el pasado día 12 de mayo. Las complicaciones del parto, resultado de un embarazo de alto riesgo y de un alumbramiento complejo por las anomalías físicas de la gestante, han provocado que casi siete meses después esta joven sufra fuertes pérdidas de orina hasta el punto de que le obligan a vivir con pañales y con la visita continua al cuarto de baño sin que, hasta la fecha, se le haya facilitado «una solución» médica o quirúrgica al problema, según sus declaraciones.

Esta secuela, la presunta falta de asistencia para resolverla y de información han llevado a la paciente a presentar una denuncia en el Juzgado de Guardia de Valladolid sobre la cual todavía no tiene noticias. La Gerencia del hospital ha rechazado hacer declaraciones respecto a este caso precisamente por estar en vía judicial.

Verónica Pastor reconoce que su situación era más complicada de lo habitual, pero considera que «por eso mismo, por los antecedentes clínicos», la atención de su parto debería haber sido más cuidadosa y sus necesidades asistenciales más previsibles. La paciente tenía la vejiga pegada al útero, lo que dificultaba la cesárea, que «además me la practicó una doctora residente», y se produjo un importante desgarro vesical.

Esta joven acepta la intervención de urgencia, pero rechaza «la falta de información, tanto verbal como escrita, sobre lo que me ocurrió. Realmente nadie me lo ha explicado, no lo sé, y la vejiga que, aunque supuestamente fue reconstruida, sigue mal y ahora nadie me hace caso; todo lo que me dijeron es que a veces ocurre y te ha tocado a ti». Lo que realmente busca Verónica, asegura, es atención médica de las secuelas de la intervención quirúrgica que el Clínico tuvo que practicarle tras la cesárea para reconstruir la vejiga o, en su defecto, una indemnización que le permitiera cubrir los gastos de la atención sanitaria o de los pañales. Su anomalía física hizo presuntamente inevitable el desgarro y, por lo tanto, la intervención de los urólogos era obligada, pero posteriormente «el trato médico ha sido insuficiente e ineficaz, ni siquiera me han aclarado con seguridad si puedo tener más hijos, parece que no, pero no me lo han sabido asegurar».

Antecedentes

Verónica tuvo que ingresar en dos ocasiones en el Servicio de Urgencias por amenaza de aborto y de parto prematuro, tiene además un útero bicorne, una anomalía congénita que convirtió su embarazo de alto riesgo y que tuvo su origen en una peritonitis ocurrida en la infancia y por la que fue operada a los 16 meses de edad.

La urgencia se presentó en el quirófano cuando la madrugada del 12 de mayo del 2009 el parto de Verónica no progresaba y se decidió la intervención de la ginecóloga de guardia. Siempre según el testimonio de la paciente, la médico le profirió desde el principio «un trato inhumano, se subió a la camilla, se colocó encima y juntando los puños me clavó los codos en la boca del estómago, con tal fuerza que me dejó moratones en la zona y no me daba explicaciones, me trató como a un perro».

Con anestesia epidural, el equipo le practicó la cesárea. «Vi cómo me abrieron, sacaron al niño y todo transcurría sin problemas, no vi a nadie alarmado». «De pronto -recuerda- empecé a tener un enorme dolor de cabeza y cuando desperté estaba en la Rea». La familia fue la que vio pasar médicos, urólogos, según pudieron saber, con urgencia al quirófano y «sólo le explicaron que habían encontrado la vejiga pegada al útero», algo, reclama la paciente, que «podían haber sospechado con mis antecedentes médicos y mis controles de alto riesgo, hasta el punto de que el día anterior me habían mandado al Gregorio Marañón de Madrid para una ecocardiografía».

El cierre vesical quedó «subsanado» según el informe de alta. Pero «me prolongaron el ingreso precisamente porque tenía pérdidas, registraron una fuga interna con una cistografía, que no repitieron para darme el alta». Después, «cuando indiqué que seguía con pérdidas, me atendió un urólogo que prácticamente me lo negó: si tú lo dices me lo creo, pero no veo nada», y así «con esas me he quedado, sin solución, sin aguantar nada cuando bebo agua, no puedo ir al parque con el niño ni a ningún lugar que no tenga un servicio cerca, uso pañales y me dificulta trabajar».

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