«Mis mejores obras me las he pagado yo»
La pareja más exitosa del teatro español regresa con una historia intimista sobre el amor por la madreMiguel Ángel Solá Actor
PPLL
Miércoles, 9 de diciembre 2009, 02:19
Miguel Ángel Solá y su mujer, Blanca Oteyza, se han convertido en la pareja más sólida del teatro español. Por estabilidad y longevidad. Su apuesta por espectáculos intimistas, de corazón a corazón, han recibido el total apoyo de público y crítica. Con 'Hoy: El diario de Adán y Eva' superaron el millón de espectadores, 2.000 funciones y diez años en cartelera. Tras un grave accidente que casi le cuesta una tetraplejia, Miguel Ángel Solá (Buenos Aires, 1950) ha vuelto para estrenar 'Por el placer de volver a verla'. Repite junto a Blanca en otro texto basado en la precisión de la palabra y la profundidad del viaje más intenso: el del amor.
-Hace unos días Concha Velasco anunció que era su última gira. Usted ha comentado que también se retira de los escenarios. En el caso de Concha admite que está cansada. ¿Miguel Ángel Solá por qué motivos lo deja?
-Este tema ha surgido de una mala interpretación que de mis palabras hizo un colega suyo. Si bien llevo cuarenta años de trabajos no me son suficientes aún. Mi intención era seguir muchos años más con 'Hoy: El Diario de Adán y Eva', y despedirme con ese personaje que atesora todo lo que puedo agradecer a esta bella profesión. Tuve un accidente y no pude continuar con mi Adán-Dalmacio. Me costó volver al teatro, hasta que esta otra hermosa historia de amor me animó. Mi ambición, hoy, es retirarme de las tablas haciendo 'Por el placer de volver a verla'. dentro de diez o quince años, si es que no puedo volver a mi 'Diario.'. Y no me creo lo de Concha; no va a poder, ella es teatro, y necesaria para el teatro.
-Llevaba unos años sin subirse a un escenario. ¿Se pierden las 'sensaciones' del teatro o es como andar en bicicleta?
-Sólo me molesta mi cuerpo, que se comporta con rarezas que antes no padecía; por lo demás: bicicleta.
-Muchos actores encuentran refugio y placer en el teatro como el género más puro. Usted tampoco se ha prodigado tanto, siempre ha apostado por proyectos de larga duración y formato reducido en número de actores.
-Yo soy actor de teatro. Nací de él, crecí en él. Salvo dos períodos de lesiones graves jamás abandoné el teatro. Pero no es que yo apueste a proyectos de larga duración, todos los actores los soñamos así. Mi suerte estriba en que he podido concretarlos, uno tras otro, y que mis personajes han permanecido en cartel, como poco, tres años, y he tenido tres de cinco, y uno de diez. Y a teatro lleno siempre. El teatro no es mi refugio, sino mi elemento natural y mi placer.
-Nunca ha dejado de rodar y, tras la película con Gerardo Herrero ('El corredor nocturno'), prepara en su país 'El mural' para dar vida a un editor de prensa. Sé que es reacio a las concesiones demasiado comerciales.
-Me encantó rodar con Gerardo y la película está muy bien. Pero el cine dejó de llamarme la atención hace tiempo; y, mi gusto cinematográfico no coincide con el gusto al uso del público en general ni con el de los que saben mucho de cine en particular.
-Creo que ha hecho más de un millar de personajes en sus cuatro décadas de profesional. ¿Llega un momento en que, como las serpientes, uno no da para más cambios de piel?
-Linda forma de decirlo. La última piel quedará ahí como un regalo al viento; pero, mientras siga vivo, así como la serpiente no sabe ni puede ser otra cosa, yo tampoco.
-¿Se siente reflejado en esa imagen de personajes graves y hasta abruptos que suelen ofrecerle (por ejemplo, agentes del orden)?
-Soy actor, termino queriéndolos. De todos modos, los mejores trabajos que he hecho me los he pagado de mi bolsillo.
-Haber hecho 'Adán y Eva' situó el listón del teatro muy alto en cuanto a cifras y longevidad de un espectáculo. ¿Eso fue una ventaja o un inconveniente para continuar con nuevos proyectos?
-Y muy alto en críticas maravillosas, y en premios, también. Pero la vida sigue, y una obra de teatro, llámese 'El Diario' o 'Por el placer.', es cada día un proyecto nuevo. Y hacer dos mil veces un personaje te permite sentir la libertad de ser fiel. Y, una vez al día, al menos, mi personaje tiene algún nuevo brío que mostrar, alguna sutileza que descubrir, alguna distinta palabra que alumbrar, alguna verdad a la que ayer no se atrevió, y ése es el proyecto nuevo de cada personaje. Difícil de explicar si no lo vives.
Verdad y conmoción
-Usted y Blanca le dedicaron muchos meses a adaptar la obra de Michel Tremblay para este proyecto. ¿En qué sentido castellanizaron ese texto?
-El hecho de que ese texto pueda llevarse a la boca sin ataduras, dando vuelo de actuación a una traducción literal, es un trabajo que continuará hasta que dejemos de hacer 'Por el placer de volver a verla'. Haber logrado el equivalente expresivo sensible es esa verdad que hoy conmueve al espectador.
-Se ha hecho mucho cine dentro del cine ¿Aquí puede decirse que es teatro dentro del teatro por el papel que usted representa?
-Podría, sí, pero es sólo un rasgo genérico, no se diría nada al decirlo, más que nombrar la excusa y la herramienta. Quien se acerque a la obra entenderá esta respuesta.
-Alguna vez ha lamentado el escaso reconocimiento social del teatro. Sin embargo, ahora parece que hay más espectáculos y públicos que nunca.
-Creo que la gente se harta del constante engaño a los sentidos y busca consuelo. Las 'novedades' se reemplazan por otras y pasan; pero el viejo teatro amigo, la primera de las artes vivas, siempre está ahí, aguardando a la gente. Opino otras muchas más cosas sobre la conducta de los poderes públicos y privados para con el teatro, pero no hay espacio suficiente.
-Trabajar con su pareja en la vida real ¿hasta qué punto garantiza la complicidad y el entendimiento sobre el escenario?
-A mi mujer hay que conocerla para saber qué enormidad de persona y actriz es. Yo me jacto de saberlo, aunque me sorprenda siempre, y, lo que de ella sé, da para ilusionarse con el ser humano. He empleado mi tiempo más querido no sólo en saber quién es, si no en no permitir que se me olvide en ningún momento. Trabajar con ella es más amor a compartir, es más vidas además de ésta de por sí alucinante que nos toca. Con todos sus sinsabores, alucinante. Con todas nuestras victorias sobre nosotros mismos cuando padecemos de tontera, alucinante. Con nuestras hijas, nuestra familia, nuestros compañeros y nuestro teatro, alucinantes.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.