J. P. A.
Viernes, 13 de noviembre 2009, 01:54
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El capricho de las fronteras tiene cosas como que a un pueblo la raya de dividir le pase por la mitad. Y le deje con dos cabezas, una respirando en Galicia y la otra en Zamora. Es lo que le pasa a la localidad de Castromil, situada a 12 kilómetros de la de Hermisende, en un territorio esquinado en donde confluyen, y se traspasan sin querer, los límites territoriales de Zamora, Orense y Tràs-os-Montes. El barrio orensano de Castromil paga sus impuestos en A Mezquita, mientras que el zamorano, con 70 vecinos y unido por 150 metros de carretera, los liquida en Hermisende. Incluso hay un prado al que la raya también le partió por la mitad y tiene que pagar sus contribuciones en ambos ayuntamientos. Sin embargo, la vida en él se organiza de otra forma y lo normal es pasar el día yendo de un barrio a otro: beber un vino y comprar el pan en Zamora, ir al colegio a Orense, al hospital de Verín, dormir la siesta en Zamora y, si se tercia, pasear hasta Portugal. Entre sus calles se localiza la Cruz da Touza, un singular crucero realizado en una sola pieza y labrado por las dos caras.
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