MARÍA DOLORES ALONSO
Viernes, 23 de octubre 2009, 03:11
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Como mi bici no sabe nadar, ayer cogí el autobús y así me enteré de la exposición 'Asómate al universo desde Valladolid' -fotos de estrellas con poesías repartidas por la ciudad-, que decidí recorrer al salir del trabajo. Llevaba cuatro kilómetros a pinrel entre Huerta del Rey y Parquesol, y solamente había avistado la Tierra, la Luna y unas pocas nebulosas (la del Cangrejo, la Tarántula, Orión), así que decidí volver, porque mi propia vista se hacía nebulosa.
Al llegar a la parada, encontré otro universo de fotografías -de Tomás Abella, en el centro cívico Zona Sur- que me hizo avergonzarme de mi cansancio; porque yo no tengo que levantarme a las cuatro de la mañana y andar cinco horas para conseguir un bidón de agua no potable que sea a la vez la esperanza y el peligro de los míos (como hacen miles de mujeres en Etiopía o Mauritania); ni tengo que llevar a la espalda esos 35 kilos, vigilando por el rabillo del ojo la sombra de hienas o de secuestradores.
Pero tampoco tengo en los ojos la alegría de esas mujeres a las que un par de proyectos de Intermon-Oxfam les ha cambiado la vida con un pozo o con la puesta en marcha de una cooperativa agrícola.
A veces se ven desde Pucela universos llenos de poesía, aunque un poco triste, como los versos de Borges y de Gorostiza que acompañan a las constelaciones del Museo de la Ciencia de Valladolid.
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