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DOLORES ALONSO
Viernes, 18 de septiembre 2009, 04:05
Cuando estoy vaga -como ayer, con esas nubes densas como excusa para dejar la bici aparcada-, me acuerdo de sor Consuelo Torres, mi profesora de Física en sexto de bachiller. Lista como el hambre, flaca como la de la canción (cuarenta kilos de sabiduría inquieta más que de salsa) e inasequible al desaliento, imitaba a un motorista en una curva para hacernos entender lo de la fuerza centrífuga y centrípeta, o a un albatros despegando para explicar la diferencia entre energía potencial -algo así como la capacidad de los cuerpos para desarrollar un trabajo- y energía cinética: el trabajo necesario para pasar del reposo a la velocidad posible.
Pero más la recordé ayer, cuando la ministra González Sinde glosaba tres valores del Museo Nacional de Escultura: el continente -sus cuatro magníficos edificios-, el contenido -hoy mismo compraré el bono anual para saborearlo poco a poco- y su potencial. Como algunas voces autorizadas han expresado su preocupación de que el potencial se quede en eso -lo del cambio de nombre siempre pareció mal agüero-, yo me agarro a lo que dice María Bolaños, que hace falta un proyecto museístico serio antes de emprender obras en la Casa del Sol y San Benito el Viejo, y le deseo los mayores éxitos en ese proyecto que permita pasar del potencial a la cinética.
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