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ESPAÑA

La Policía revienta la nueva estrategia de la banda para proteger su arsenal

Los 17 zulos hallados desde abril, con 1.545 kilos de explosivos, son el mayor golpe dado a sus reservas

ALFONSO TORICES A. T.

Domingo, 30 de agosto 2009, 22:10

La Policía Nacional, con la colaboración francesa, ha destrozado en cuatro meses la estrategia con la que la cúpula de ETA creía haber puesto a salvo su arsenal. No se sabe con qué reservas de armas y explosivos puede contar para seguir con sus atentados, pero para los expertos, es evidente que ha sufrido un golpe muy fuerte.

ETA, alarmada por la caída simultánea en el 2004 de sus cuatro grandes almacenes, abandonó la política de los grandes escondites utilizada durante 30 años y repartió su arsenal en pequeños y numerosos zulos por zonas rurales del sur y sureste del país vecino, desde Burdeos (Atlántico) a Grenoble (Alpes), con paradas en Pirineos y el Rosellón.

La nueva estrategia funcionó durante casi cinco años, pero la operación desencadenada este mes, con la captura en Le Corbier del responsable de la logística militar, Aitzol Etxaburu, el encargado de suministrar bombas y armas a los comandos, ha puesto al descubierto 14 zulos repartidos por media docena de departamentos franceses, a los que hay que sumar los tres desmantelados desde abril en la misma zona.

Hasta este verano, en la memoria de los expertos antiterroristas estaba la operación que el 3 de octubre del 2004 dio el mayor golpe de la historia al arsenal de ETA. Centenares de policías se desplegaron en Las Landas, la continuación del país vasco-francés, detuvieron al número uno de la banda, Mikel Albizu, 'Antza', y a otras 18 personas, y localizaron los cuatro grandes almacenes de la banda, ubicados en sótanos de casas de Ayherre, Saint Pierre de Irube, Urrugne y Briscous.

Los escondites, construidos entre 1998 y el 2000, durante la tregua que la banda mantuvo con el Gobierno de José María Aznar, ocultaban 1.250 kilos de explosivos, 346 fusiles y subfusiles, 134 pistolas y revólveres, unos 60.000 cartuchos, 31 lanzagranadas y 238 granadas, numeroso material informático y electrónico e incluso dos misiles tierra-aire portátiles de fabricación rusa. Fue el colofón a una investigación iniciada seis meses antes con la detención del jefe del aparato logístico Iñaki Esparza Luri, 'Ana', en la misma comarca fronteriza.

Tela de araña

El golpe colapsó durante un tiempo a la organización criminal, que un año y medio después declaró un nuevo alto el fuego, que utilizó para regenerar y transformar su aparato logístico. De los almacenes se pasó a una telaraña de grandes bidones de plástico enterrados en bajeras, bosques, oquedades y montes de la mitad sur francesa, a decenas y cientos de kilómetros unos de otros, que pasó a depender de un nuevo equipo, ya no encuadrado en el aparato logístico de ETA, sino a las órdenes directas del entonces jefe militar, Garikoitz Aspiazu, 'Txeroki'.

La caída, desde el otoño pasado, de Txeroki, sus dos sucesores y sus principales lugartenientes ha dejado la logística militar al descubierto y la red de 'zulos' en situación de jaque. De hecho, los 17 mini-arsenales descubiertos en Francia desde el 6 de abril, catorce en los últimos diez días, han permitido requisar más kilos de explosivo que en la histórica entrada a los almacenes de 'Antza'. En los agujeros había 1.545 kilos para fabricar amonal y amonitol, 38 armas cortas, un subfusil, 11.500 cartuchos, 1.150 metros de cordón detonante, centenares de detonadores, quintales de material electrónico para artefactos y bombas-lapa, bombas para entregar, 142 matriculas, decenas de DNI falsificados e incluso parte de un traje de gendarme.

Objetivo prioritario

Con los suministros tocados, la vista de los investigadores se ha dirigido hacia el taller de grandes bombas de ETA donde se fabricó el artefacto que voló el aparcamiento de la T-4 de Barajas y los primeros coches-bomba que estallaron tras la ruptura de la tregua. La Policía cree que el lugar está al cargo de Tomás Elorriaga y Eneko Gogeaskoetxea, los técnicos y dirigentes etarras que sustituyeron al inventor de las 'megabombas', Luis Ignacio Iruretagoyena, arrestado en Cahors.

Los agentes tienen constancia de la existencia del segundo taller desde abril del 2008. Es el lugar en el que fabricaron la potente bomba que un mes después acabó con la vida de Juan Manuel Piñuel en el cuartel de Legutiano (Álava) y de donde salieron las furgonetas que volaron hace un año el Patronato Militar de Santoña (Cantabria) -donde murió el brigada Luis Conde-, la sede de Caja Vital (Vitoria) y la comisaría de la Ertzaintza de Ondárroa (Vizcaya) y la que reventó en julio la casa cuartel de Burgos.

Es prioritario porque su especialidad son los artefactos tipo 'Grozni': bombas de más de 100 kilos reforzadas con sustancias rompedoras como el exógeno, la pentrita o el nitrometano, que van ancladas al chasis de las furgonetas y embutidas en grandes termos o bombonas. Su capacidad de destrucción es enorme.

La banda tuvo desde 1979 dos grandes secretos, un comando itinerante -desarticulado en 1992 tras decenas de asesinatos- y la ubicación del arsenal central, Txernobil, no descubierto hasta el 2002. El secreto lo trasmitía el número uno sólo a su sucesor.

Txernobil se construyó en un sótano de Las Landas entre 1980 y 1982 por orden de Santi Potros. Los 40 metros ocultaban, 20 años después, 500 kilos de explosivo, 300 armas de fuego, 300 granadas, toneladas de material y una antigua ametralladora alemana. La bajera sólo era accesible desde una trampilla hidráulica accionada por un clavo. Un matrimonio vasco-francés y sus hijos, los dueños, eran los únicos al tanto del secreto junto a los ocho jefes de ETA que lo guardaron.

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