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EN ESTA ORILLA

Límites y perspectivas

MARÍA DOLORES ALONSO

Viernes, 28 de agosto 2009, 03:15

Envidia me dieron los colegas que visitaron el lunes las obras de la Ronda Exterior Sur, así que decidí hacer mi recorrido particular sobre pedales ayer al atardecer, cuando se retira el ejército de chalecos reflectantes y paran las apisonadoras que compactan la tierra, las cisternas que la riegan o la inmensa máquina de asfaltar.

A la luz del atardecer, la contemplación de Valladolid desde esa zona limítrofe me ofreció lo mejor de la ciudad, difuminado su tráfago cotidiano, y de la naturaleza que la rodea, especialmente del río en su tramo final antes de fundirse con el Duero. No es de extrañar que Javier Prieto, hablando de su guía de Valladolid, considere un lujo la contemplación de la ciudad desde la Leyenda del Pisuerga. El trazado de la ronda, primero elevada sobre la Avenida de Salamanca y sobre el río, después soterrada bajo las Arcas Reales y la carretera de Rueda, crea una serie de perspectivas engañosas, haciéndote creer que bajas cuando subes, y viceversa. Pensando en la importancia de sopesar antes de juzgar, al pasar junto al depósito canino municipal vi a un padre y a su hijo jugando con un perro junto a un todoterreno. Por el movimiento alegre de la cola del animal, preferí pensar que era la alegría del recién adoptado y no la confianza ciega del que ignora que lo van a abandonar.

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