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García muestra la reproducción de un músico de la Colegiata. /M. C.
FIESTAS DE SAN AGUSTÍN EN TORO

Pregón a ritmo de 'Tío Babú'

Vicente García de Castro ensalza la tradición de las fiestas, con 683 años de existencia, y los atractivos patrimoniales, turísticos y gastronómicos

MARÍA JESÚS CACHAZO

Sábado, 22 de agosto 2009, 02:55

Impregnado de un profundo toresanismo, el pregón ofrecido ayer en la Plaza Mayor de Toro por el empresario Vicente García de Castro sirvió para inaugurar por todo lo alto las ferias de San Agustín.

El pregonero utilizó como hilo conductor un personaje «entrañable y mítico», el tío Babú, para que «seas mi estandarte, bandera y guión, para así entre los dos realzarlas y alabarlas». Ya huele a pólvora mojada, ya las peñas se alborotan, todo está preparado porque van a dar comienzo las fiestas, prosiguió el pregonero, quien destacó que «los toresanos tenemos muy a gala decir que las celebramos en una de las más hermosas ciudades de España, en Toro, que cuna fue de reyes y donde muchas y sabias leyes se vinieron a dictar».

Además, García de Castro remarcó que las fiestas cumplen este año 683 años, después de que el rey Alfonso XI concediera este privilegio a la ciudad. «Y de este distinguido origen, los toresanos nos jactamos y vanagloriamos, porque les dan solera, distinción, realengo y tradición». Para el pregonero, los festejos «tienen prosapia y las sentimos, vivimos y gozamos con una alegría especial capaz de contagiar, aún más que la gripe A, a todos los que a nosotros se acerquen a disfrutar».

Después de ensalzar la «hermosura y juventud» de la reina y de las damas de las fiestas, el pregonero realizó un recorrido por algunos de los actos más tradicionales de San Agustín, como «el magnífico y multitudinario» desfile de carrozas, «sello indiscutible de estas fiestas», pasacalles y conciertos, verbenas, juegos deportivos, fuentes de vino, teatro, fuegos, concursos y juegos infantiles. Pero estas fiestas ofrecen mucho más, dijo, como una gran corrida, cortes, rejones, vaquillas, zarzuela, flamenco, «y hasta un poco de rock».

Tesoros

Después de este repaso festivo, García de Castro ensalzó los «tesoros» que alberga Toro, «a la que reyes, reinas, nobles y damas, personajes ilustres de linaje y alta alcurnia, escultores, pintores, plateros, artistas, artesanos y tantos otros la eligieron como morada para su existencia, como así lo atestigua nuestro rico y abundante patrimonio». Basta abrir los ojos», aseguró, para contemplar desde la Plaza Mayor «la casa consistorial, los antiguos y tantas veces paseados soportales, la recién y bien restaurada iglesia del Santo Sepulcro»,, mientras que al fondo de la plaza, se puede apreciar, levantando ligeramente la mirada, «la primitiva muralla o el famoso Arco del Reloj, ebrio ya de vino, que mucho bebió en su construcción, torre airosa y esbelta».

Tampoco olvidó referirse a La Colegiata, «con los muchos tesoros que alberga, entre ellos la portada de la Gloria o la Majestad, gozo verdadero de quien allí se para a contemplar», además de resaltar que desde El Espolón, desde el que «se recrea la vista con la fértil vega e Toro, que a lo largo del día es como una sinfonía inacabada de colores, digna de ser dirigida por la batuta llena de soltura, delicadeza y maestría de nuestro ilustre paisano e hijo predilecto, Jesús López Cobos».

De «puntillas» pasó el pregonero por otros monumentos, como la plaza de toros, el teatro Latorre, el Hospital de la Cruz, y el Alcázar, de los que «con más detalles y mejor que yo habla nuestro historiador José Navarro Talegón».

García de Castro tuvo un recuerdo especial para «nuestros fuertes, curtidos y sufridos arrieros, cuando iban por aquellos rudos y enriscados caminos bajo un sol de justicia con sus pesados carros tirados por mulas de varas y tiro».

Uno de los recursos fundamentales de Toro, sus vinos, también fueron ensalzados. Ya «no son gordos y recios como antaño; hoy tienen una presencia, un color, un aroma, una finura&hellip son néctar de los dioses, dignos del paladar más refinado y exquisito», dijo.

En el plano gastronómico, también alabó la calidad de los quesos y embutidos y no olvidó mencionar a los «muchos hoteles, restaurantes y bares que siembran la ciudad, con comidas y tapas exquisitas y variadas», los tradicionales dulces o los chupitos del padre Evencio.

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